Investigan orígenes del maíz en Chihuahua

**Chihuahuenses prehistóricos sí tuvieron que ver en su desarrollo; su historia data de hace unos 9 mil años: arqueólogos.


Investigan orígenes del maíz en Chihuahua

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2012, 23:46 pm

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua— El maíz en Chihuahua tiene una historia que se puede contabilizar hasta 9 mil años atrás, contrario a las enseñanzas tradicionales, que aseguran que el cultivo de este cereal evolucionó en Mesoamérica y que sólo mucho después se empezó a extender hacia el norte del Continente.

Los habitantes arcaicos del territorio de la actual Chihuahua siempre han sido excluidos de cualquier participación en la selección artificial que dio origen al moderno maíz. Pero según nuevos indicios, los chihuahuenses prehistóricos sí tuvieron un papel importante en el proceso que partió del teozintle, que es una especie de zacate, hasta las variedades del maíz actual.

Así lo aseguran los arqueólogos Robert J. Hard, de la Universidad de Texas en San Antonio, y John R. Roney, de la Oficina de Administración Territorial en Albuquerque, Nuevo México.

Desde siempre los expertos han señalado que el descubrimiento del maíz primitivo y su paulatina transformación en el moderno maíz, ocurrieron en Mesoamérica, región comprendida entre el centro de México y el istmo centroamericano. Pero en una investigación realizada por Hard y Roney, esta selección artificial se presentó aquí de manera paralela a la de Mesoamérica.

Entonces, de acuerdo a esta teoría, la ligazón e interdependencia entre ambas regiones: la Mesoamérica de las grandes civilizaciones prehispánicas, y el "bárbaro" norte de la llamada Aridoamérica, resulta no sólo innegable, sino que adquiere nuevos tintes.

Este tema y los resultados de su investigación fueron presentados por los autores en la Novena Bienal del Simpósium sobre Estudios de Arqueología en el Sureste de Estados Unidos y Noroeste de México.

Del zacate a la mazorca

El proceso de domesticación del maíz está más documentado en otras zonas del país: Hace unos 5 mil años había ya maíz con características muy parecidas a las del cereal de nuestros días. El teozintle, la especie de la cual proviene, se cultivaba en el valle del río Balsas hace ya unos 7 mil años.
Fueron los indígenas mexicanos los que descubrieron las propiedades alimenticias de aquella especie de pasto, capaz de dar algunos pocos granos comestibles en cada tallo.

Los primeros maíces, encontrados en una cueva cerca de Tehuacán, no medían más que el dedo meñique y daban de 6 a 9 granos por mazorca.

Fueron, pues los indios, los que año con año observaron las milpas, eligieron las mazorcas más grandes, las que daban unos cuantos granos más que el resto, y de ellas sacaron la semilla para el año siguiente.

En las distintas regiones fueron seleccionando aquellas plantas que mejor se adaptaban al clima, al temporal o a sus necesidades de alimentación.

En el Istmo de Tehuantepec produjeron el maíz Zapalote, que no llega al metro de altura, pero que produce mazorcas grandes; su tamaño pequeño le permite aguantar los vientos fuertes de aquella región de entre mares.

Fue un esfuerzo inteligente por mejorar su principal alimento.

Se experimentó continuamente y los resultados fueron difundidos por la tradición oral, en los mitos, leyendas y epopeyas de aquellos innovadores de la agricultura.

De manera paulatina, el maíz fue adquiriendo las características de la planta actual, y no por casualidad, sino por un esmero permanente de aquellos mexicanos.

Ahora hay maíces de todos colores: azules, blancos, amarillos, morados, negros, rojos y pintos; los hay para producir palomitas, para comer en mazorca o para guardar como grano; hay variedades enanas y muy altas; de ciclo largo que maduran en seis meses, y otras que en tres meses ya tienen mazorca. Hay variedades resistentes a las heladas, que crecen a los 4 mil metros de altura, y otras que se dan al nivel del mar. Las hay propias del desierto y otras que prosperan en las selvas. Todas, en su momento, fueron producto del ingenio y la perseverancia de los labradores originales; todas son parte de nuestro patrimonio nacional.

Cómo fue en Chihuahua

Según los arqueólogos, la zona cercana al oeste del estado es la mejor para la agricultura, y por tal razón dichas investigaciones se han basado en esos sitios.

De acuerdo con los resultados de algunas excavaciones realizadas en cinco diferentes sitios de la época Arcaico tardío, el maíz se encontró dentro del 54 por ciento de las 33 formaciones excavadas. Esto arrojó como resultado que el maíz fue el principal alimento de dicho período en el Noroeste de Chihuahua.

Existen actualmente en el estado alrededor de 6 especies diferentes de maíz, de las cuales 4 pertenecen a la Sierra Tarahumara y el resto se distribuye en otras partes del territorio, según J. Hard.

Dicho proyecto inició en el año 2002 y fue financiado por la Unicef, el Inah, The National Geographic y otros organismos extranjeros interesados en la investigación.

Complementariamente, en las barrancas de Huápoca, del municipio de Madera, se realizó, por parte de arqueólogos chihuahuenses, el hallazgo de terrazas de cultivo, de restos de telares manuales y de vestigios de una complicada ciencia culinaria. Esas evidencias les permiten asegurar que en ese
lugar floreció todo un sistema cultural con identidad propia, que se podría remontar a unos tres mil años.

Eran asentamientos en cuevas con casas que fueron, además de numerosos, autosostenibles económicamente, y eran relativamente independientes de la metrópoli —la ciudad de Paquimé—, de acuerdo al arqueólogo Eduardo Gamboa Carrera.

El sistema de Huápoca

Gamboa, quien dirige el proyecto de rescate y conservación de Paquimé, está también encargado de las Cuarenta Casas y de la exploración y estudio de todo el sistema de asentamientos de las barrancas de Sírupa y Huápoca.

Desde hace por lo menos tres mil años, dijo, había aquí núcleos de población cuyo modo de vida se adaptó a los recursos naturales.

Gamboa identifica esta población como una "ocupación arcaica de la región", que con el tiempo llegó a coincidir con "el pico" del máximo desarrollo de Paquimé, entre los años 1200 y 1450 de nuestra era.

Hace uno 10 mil años, cuando los grandes glaciares no habían terminado de replegarse completamente hacia el norte, el clima de esta región era muy diferente al actual, con nevadas impresionantes de más de un metro de altura, y con temperaturas promedio mucho más bajas que las actuales.

El clima era de un eterno invierno, y el paulatino aumento de las temperaturas trajo un pesado reto para los antiguos pobladores, que vivían esencialmente de la caza y la recolección. El hecho de que desaparecieran para siempre los animales como los mamuts, de movimientos relativamente lentos, y que tuvieran que ser sustituidos por piezas de caza, como los felinos, aves y ardillas, les complicó mucho la tarea.
Este cambio climático supuso todo un cambio de costumbres y una dificilísima adaptación.

Intercambios con la costa

Y precisamente unos mil quinientos años antes de nuestra era, de acuerdo a la novísima teoría de Eduardo Gamboa, sucedió que, por los ríos de la sierra que van a desembocar en las costas de Sonora y Sinaloa —donde estas generosas corrientes forman los valles más fértiles del país—, moviéndose corriente arriba, llegaron a la región de Huápoca-Sírupa hordas de
individuos que traían consigo el conocimiento de la agricultura.

Las técnicas agrícolas, entonces, se difundieron por la zona y constituyeron un novedoso y exitoso medio de vida que potencializó los recursos de que disponían los antiguos moradores.

La agricultura se difundió también a las regiones adyacentes a la Sierra Madre Occidental, como Casas Grandes, donde floreció la ciudad de Paquimé.

Ese es un enfoque distinto que contradice todo lo que se suponía como verdad acerca de Paquimé y sus "satélites" y "colonias".

La verdad es, entonces, que Paquimé era la ciudad ritual, una Meca en el sentido religioso y ritual, a donde literalmente acudían de todos los pueblos de cultura emparentada, a realizar las grandes celebraciones.

Pero el dominio de Paquimé no parece -o al menos no hay evidencias- haberse basado en un dominio económico, ni mucho menos en la fuerza militar.

Lo que en Huápoca apunta a la existencia de una economía completa y autosustentable, son, en primer lugar, las terrazas para cultivos en las mesas y cerros, de lo cual los arqueólogos han encontrado varios vestigios.

Entre los vestigios, coincidentemente, se han encontrado variedades de maíz de mazorca pequeña, de las que evolucionaron a partir del teozintle primigenio.