Increible: no estamos preparados para una emergencia

Artículo de Alejandro Salmón Aguilera


Increible: no estamos preparados para una emergencia

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2011, 21:11 pm

En Chihuahua, de plano, cuando no nos llueve, nos nieva. Si no teníamos suficiente con las más de 200 muertes violentas ocurridas durante el primer mes del año y el repunte en actos delictivos de alto impacto social, una masa de aire polar se encargó de exhibirnos como una sociedad altamente vulnerable, en peligro de retroceder 100 años, así de golpe y porrazo. Un descenso brusco de temperaturas motivó que, por primera vez en la historia reciente, el estado de Chihuahua se quedara sin generación de energía eléctrica. Como se lee: al momento de escribir estas líneas, en ninguna parte del estado había generación de un solo wat de luz eléctrica, ni u no.

La poca fuerza que llega hasta los hogares, edificios públicos, hospitales y cárceles de la entidad provienen de los estados vecinos, los cuales también debieron hacer ahorros energéticos para poder ayudarle a Chihuahua.

Así de vulnerables somos, así de débiles estamos. Una ciudad sin energía eléctrica retrocede en el tiempo de manera inmediata, y brutal. De golpe y porrazo, la mayor parte de la población de Chihuahua y Juárez se quedó sin suministro eléctrico, es decir, sin televisión, internet, calefacción, radio, computadora… sin todos los insumos propios de la vida moderna. Para colmo, también se quedaron sin agua potable.

El frío demostró la debilidad de nuestra infraestructura urbana y de nuestras instalaciones, pero también lo mal preparados que estamos para una emergencia. Unas pocas horas bastaron para que la ciudad de Chihuahua se quedara sin botellas y garrafones de agua potable.

Es decir, que la mayoría de la población no tiene, ni la previsión de contar con un tinaco dónde almacenar agua para una emergencia—algo que debería ser mucho más importante que contar con una televisión, por ejemplo—y menos aún con la debida protección a sus líneas de tubería.

Este aire polar, que de golpe bajó los termómetros hasta los 18 grados debajo de cero, nos puso frente a un espejo y nos hizo ver tal cual somos: una sociedad desorganizada, que vive al día y que no aprende de las zarandeadas que le ha dado la naturaleza en los últimos años: 15 años de sequía no nos hicieron entender la importancia de cuidar y almacenar el agua; inundaciones en Chihuahua, Ojinaga, Parral y Juárez no nos han enseñado a diseñar mejor nuestras ciudades; heladas inclementes y tardías cada bendito invierno, no nos han indicado cómo ambientar mejor nuestros hogares.

Al momento de escribir estas líneas, empleados de la Comisión Federal de Electricidad hacían un esfuerzo digno de encomio por restablecer la generación y suministro de energía eléctrica. Son empleados públicos que, literalmente, se están jugando la vida. Maniobrar líneas de alta tensión y reparar generadores de energía conlleva un riesgo fatal, que esos, nuestros empleados públicos, se están jugando a esta misma hora, todo para que nosotros podamos disfrutar de los beneficios de la vida moderna.

En homenaje a esos héroes verdaderos, debemos hacer un uso más racional de los escasos recursos que tenemos, y ahora sí, encender el aparato eléctrico sólo cuando sea estrictamente necesario, incluida la terminal de computación en la que lee estas líneas.

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