Imparable violencia de género en la Unión Europea

Colonia, Alemania, año nuevo: las víctimas eran rodeadas para tirarlas, manosearlas, robarlas o violarlas, 350 mujeres atacadas. Una vez más, los europeos atribuyeron a los inmigrantes esas agresiones y opacaron la sistemática violencia de sus organizaciones xenófobas.


Imparable violencia de género en la Unión Europea

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2016, 16:56 pm

Nydia Egremy
Nydia Egremy es una internacionalista mexicana y periodista desde hace 30 años. Sus investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados la han llevado a países de Medio Oriente, Europa y América Latina. Es articulista de planta de la revista Buzos.

México (Buzos).- Europa, la región con la economía más desarrollada del planeta, escenifica una escalada de agresiones sexuales contra mujeres; el caso más reciente, con cientos de víctimas, sucedió en Alemania.

La incapacidad para caracterizar correctamente este fenómeno y, por lo tanto, para solucionarlo, perpetúa su abordaje misógino y racista con los binomios jóvenes/violencia, mujer/vulnerabilidad e inmigrante/delincuencia. Estas agresiones masivas exhiben Estados débiles, con graves patologías sociales que los alejan de la imagen de democracia, gobernabilidad y progreso que han proyectado al mundo.

La última noche de 2015 cientos de hombres, muchos de ellos alcoholizados, acosaron verbalmente a las mujeres que asistían a la fiesta del Año Nuevo en la plaza entre la Catedral y la estación central de Colonia, Alemania.

El caos se generó cuando algunos agresores lanzaron petardos contra mujeres que, aterradas, se separaron de sus parejas o familiares y corrieron hacia sitios donde las esperaban sus atacantes. Ahí las víctimas eran rodeadas; unos hombres las inmovilizaban con llaves de artes marciales y otros pasaban su pierna sobre ellas para tirarlas, manosearlas, robarlas o violarlas. La jornada concluyó con 350 mujeres atacadas.

A dos meses de las agresiones, las autoridades, rebasadas por la magnitud de los hechos, admiten que enfrentan una nueva forma de criminalidad organizada; además, ni los autores ni lo instigadores han sido llevados ante la justicia.

El caso gira hoy en torno a estos ejes: la convicción de que “alguien debió estar detrás” y de que todo se planeó desde las redes sociales, como afirma el ministro de Justicia, Heiko Maas; el sospechoso silencio de la prensa ante los ataques y sus razones para acusar a refugiados e inmigrantes, y el viraje del debate sobre la violencia sexual hacia un discurso antimigrante y contrario a la política de la canciller Ángela Merkel.

Entretanto, la Unión Europea (UE) no acepta que ha fracasado en el combate a la violencia de género, la integración de los inmigrantes y la creación de expectativas viables para el desarrollo de los jóvenes. Una vez más, los europeos atribuyeron a los inmigrantes esas agresiones y opacaron la sistemática violencia de sus organizaciones xenófobas.

La excepción fue el ministro del Interior de Renania del Norte-Westfalia, Ralf Jaeger, quien denunció que Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente (Pegida) y Alternativa para Alemania (AFD) actúan de forma “tan atroz como los asaltos a esas mujeres”.

Ciudadanos y medios critican a algunos gobiernos por comportarse tan “políticamente correctos” que ordenaron que la policía no revelara el origen étnico de los sospechosos e incluso rechazaron aplicar la ley contra culpables confesos.

En su persistente estado de negación, la prensa europea insiste en culpar al exterior. Para el diario berlinés Welt am Sonntag las agresiones se asemejan al fenómeno “Taharrush Gamea” de países musulmanes, donde grupos de hombres violan o levantan el velo a “muchachas coquetas”.

Según el rotativo, agentes de la Policía Federal Criminal de Alemania (BKA) confirmaron que tras el masivo arribo de migrantes a Europa el año pasado, esa práctica delictiva llegó a Colonia y sería el primer caso en Europa.

Además, esta crisis paralizó a numerosos colectivos feministas europeos, implacables en criticar los abusos en otros países contra las mujeres, y reveló la falta de protocolos institucionales. La ministra de Familia y Mujer, Manuela Schwesig, rechazó orientar a las mujeres amenazadas y la alcaldesa de Colonia, Henriette Reker, les sugirió mantener distancia de más de un brazo, no acercarse mucho a extraños y no irse “con uno o con otro” en la euforia de la fiesta.

Patología europea

La intensidad y magnitud de los ataques confirman la grave patología social del país más rico y desarrollado de la UE, donde la violencia machista masiva expresa la nueva forma de criminalidad organizada contra las mujeres; eso derriba los datos del Índice para una Vida Mejor de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el que Alemania supera a sus vecinos en educación y competencias, balance vida-trabajo, empleo y remuneración, calidad medioambiental, sentido de comunidad, vivienda, seguridad personal y satisfacción. Su único déficit es en compromiso cívico.

Entender la violencia en ese país obliga a mirar hacia Europa, donde entre 2012 y 2014 se aplicó la encuesta Violencia de Género Contra las Mujeres, de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA, en inglés). Fueron entrevistadas 42 mil mujeres –entre 18 y 74 años de edad– de los 28 Estados de la UE y se les preguntó sobre violencia física, sexual y psicológica, victimización en la infancia, hostigamiento y acoso sexual, incluidos abusos por Internet.

Los resultados son abrumadores: A la pregunta: “Desde los 15 años de edad hasta ahora, ¿con qué frecuencia le han obligado a mantener relaciones sexuales mientras la sujetaban o le hacían daño de alguna manera?” 62 millones aceptan que han experimentado violencia física y sexual.

Ciento dos millones mujeres europeas han sufrido algún tipo de acoso sexual (tocamientos, chistes o frases obscenas). Cincuenta y tres por ciento de las mujeres de la UE evita sitios o situaciones por temor a ser víctimas de agresiones físicas o sexuales. En cambio, son mucho menos los hombres que limitan sus movimientos. Dinamarca, Finlandia y Suecia tienen las cifras más altas de violencia machista en Europa: (52 por ciento de danesas y 47 por ciento de finlandesas). Nueve millones experimentaron acoso sexual el año antes de la encuesta.

Pero ¿qué piensan los hombres de las víctimas de esos ataques? El informe de la Comisión Europea (CE) Razones por las que se Acepta y Tolera la Violencia Machista concluye que los hombres atribuyen a las mujeres responsabilidad en la agresión; los que así piensan son mayores y con menor educación, según el sondeo realizado en 19 países que se publicó el 25 de noviembre, sólo 35 días antes de la agresión en Alemania.

Ese estudio revela que 30 por ciento de los jóvenes suecos acepta la frase: “en general sólo son violadas las mujeres que visten de forma provocativa” y 33 por ciento de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años considera inevitable o aceptable en ocasiones “controlar los horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades, que trabajen o estudien o decirles qué pueden y qué no pueden hacer”. Eso confirma los datos del sondeo Especial Sobre Violencia de Género 2010 de Eurobarómetro, donde 52 por ciento de hombres atribuía la violencia contra mujeres a su “comportamiento provocativo”.

Tras conocerse la dimensión de los ataques de Año Nuevo en Colonia, salió a la luz que mujeres de otras ciudades alemanas (Berlín, Bielefeld, Düseldorf, Frankfurt, Hamburgo y Stuttgart) también fueron agredidas con similar modus operandi: acoso, robo, toqueteos y violaciones.

Además, se descubrió que actos semejantes se dan en festejos de Austria, Suiza, Finlandia y donde Suecia tiene el récord en violencia y número de víctimas, pese a ser una nación pionera en igualdad sexual y política feminista.

Complot mediático

La influyente prensa estadounidense se sumó a la criminalización de los inmigrantes. En su artículo “Después de Colonia ha muerto el feminismo”, el abogado y bloguero de The Huffington Post y el Jerusalem Post, Phillip Mark McGough, habla de una conspiración de funcionarios alemanes para ocultar la identidad de los atacantes “porque saben que proceden de comunidades de migrantes recién llegados”.

El periodista de The Daily Beast, Maajid Nawaz, en su artículo “Por quéno debemos callar sobre los asaltos sexuales en Alemania”, afirma que las autoridades encubrieron los hechos para no “generar pánico” y admitir que en su “euforia” aceptaron a 1.1 millones de solicitantes de asilo en 2015.

Según el diario sueco Dagens Nyeher, la policía ocultó el acoso sexual de inmigrantes contra mujeres en las ediciones 2014 y 2015 del Festival Somos Estocolmo (We are Sthlm) que dura cinco días cada verano en la capital del país. Según el diario, con base en un memorando interno de la policía, en la Plaza de Kungsträdgarden, afganos acosaron a niños y adolescentes y poco después fueron expulsados unos 200 inmigrantes.

El diario sueco Svenska Dagbladet publica el artículo “Por qué la policía y los periodistas ocultaron la verdad”, del editorialista Ivar Arpi, quien asegura que la policía de Estocolmo tiene órdenes de no describir a los perpetradores para no ser acusada de racismo. A su vez, el mayor diario sueco, Aftonbladet, sostiene que es racista afirmar que los perpetradores de los asaltos sexuales son norafricanos o árabes. Ese medio recuerda que hombres alemanes han protagonizado agresiones contra mujeres en la Oktober-fest de Bavaria.

No se olvida que en forma concertada, los medios alemanes y europeos –que alardean su independencia e inmunidad– decidieron callar cuatro días las agresiones en Alemania. Ese silencio no se justifica en una sociedad democrática, pues los medios están obligados a informar de todo y cuando ocultan información por ser “políticamente vergonzosa”, es signo de que esa prensa no es independiente.

No publicar noticias perturbadoras y desviar potenciales críticas y escándalos fue el dilema de la prensa corporativa ante estos hechos, explica el periodista Alexander Mercouris, de Sputnik News. Solamente la emisora pública ZDF abordó los asaltos masivos en su programación del 1º de enero, tras ser obligada a disculparse por no reportarlos de inmediato.

La gran presión pública obligó a los medios corporativos a abordar los hechos, aunque lo hizo para apuntalar el perfil racista de los presuntos culpables.

Con frío cálculo mediático, el diario Bild puso en portada documentos de la coalición gubernamental a favor de prohibir el asilo a inmigrantes sentenciados con prisión o bajo libertad condicional. La prensa de Colonia enfatizó que otras ciudades alemanas tuvieron asaltos similares y poco después, medios alemanes subrayaron que en otros países ocurren ataques semejantes; tal cinismo contrasta con los reproches de esa prensa contra medios rusos, a los que acusa de suprimir hechos y críticas al Gobierno; sin embargo, Occidente soslaya los abiertos debates en esa prensa sobre la inmigración, pues Rusia, después de Estados Unidos, es el segundo destino que los inmigrantes prefieren, agrega Mercouris.

Y mientras, los medios corporativos no incluyen las noticias que desafían la narrativa oficial de Occidente (el conflicto ucraniano, la evolución de la crisis en Medio Oriente, el ataque químico sobre Ghouta, Siria o el derribo del avión MH17 sobre Donbass en 2014).

La patología social en la UE confirma el fracaso de sus instituciones para frenar los abusos que alientan crímenes de odio y el incumplimiento con el Artículo 8 del Tratado sobre el Funcionamiento de la UE (TFEU, en inglés), que obliga a sus miembros a promover la equidad e igualdad entre mujeres y hombres. Ese déficit no se justifica por las distintas realidades culturales, sociales, económicas y políticas de cada país.