Hijos del maíz, nuestro grano, nuestra milpa

**No sólo es parte de los alimentos cotidianos sino de los rituales que sustentan la razón de ser de nahuas, totonacos, mixes, zapotecos, zinacantecos, mayas, huaves, tarahumaras y muchas otras más comunidades indígenas.


Hijos del maíz, nuestro grano, nuestra milpa

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2017, 20:22 pm

Por Mariana Castillo Hernández @madame_bijoux

...la Madre del Maíz cambió su forma de paloma y adoptó la humana;
le presentó al muchacho sus cinco hijas, que simbolizan los cinco colores sagrados del maíz: blanco, rojo, amarillo, moteado y azul.
Como el joven tenía hambre, la Madre del Maíz le dio una olla llena de tortillas y una jícara llena de atole;
él no creía que eso pudiera saciar su hambre, pero las tortillas y el atole se renovaban mágicamente, de manera que no podía acabárselos.
La Madre del Maíz le pidió que escogiera a una de sus hijas y él tomó a la Muchacha del Maíz Azul, la más bella y sagrada de todas...

Leyenda huichol sobre el maíz.

El maíz se cuida, se aprovecha y se piensa como dador de energía y vida. Es tan importante que en algunas comunidades se le llama cariñosamente “maicito” y se le trata como un miembro más de la familia. Escribió Andrés Henestrosa en El maíz riqueza del pobre que “todo lo reúne la mata del maíz: niña, adolescente, señorita, señora”.

Sin la mano del hombre no sería lo que hoy conocemos; por la agricultura se convirtió en ese centro que nos alimenta. Gracias a la nixtamalización, una tecnología con origen aún desconocido, nació de él la masa para hacer las tortillas y un sinfín de preparaciones que son parte de nuestra identidad como mexicanos.

Robert Bye, Takeo Kato, Cristina Mapes, Luz María Mera y José Antonio Serratos especialistas en el grano, afirman en Origen y diversificación del maíz. Una mirada analítica, que, hasta el momento, las investigaciones apuntan a que éste es la variedad domesticada del teocintle, un pasto silvestre que sigue creciendo en diversas zonas de Mesoamérica y, gracias a la intervención humana, se convirtió en su principal alimento desde hace 4 mil 500 años.

“El cultivo del maíz está indisolublemente asociado al surgimiento de la cultura mesoamericana y, como Alfredo López Austin ha argumentado, la visión del mundo de estos pueblos ha perdurado hasta nuestros días gracias a un núcleo duro de creencias, cuya resistencia al cambio se debe principalmente a la generación y el desarrollo del cultivo del maíz”, escribió la doctora Yolotl González Torres en Etnografía del maíz: variedades, tipos de suelo y rituales en treinta monografías.

No sólo es parte de los alimentos cotidianos sino de los rituales que sustentan la razón de ser de nahuas, totonacos, mixes, zapotecos, zinacantecos, mayas, huaves, tarahumaras y muchas otras más comunidades indígenas. Tan grande es su diversidad que se contabilizan al menos 60 razas nativas.

Los hay pequeños y de grano puntiagudo como el arrocillo de la Sierra Norte de Puebla y áreas aledañas del estado de Veracruz (que son ideales para palomitas) y también cilíndricos como el Zapalote Grande del Istmo de Tehuantepec y algunas áreas en Chiapas (que se come en tortillas, elote, atole, pozol y hasta en las tostadas istmeñas).

También los hay sagrados como el bofo, originario de los pueblos wixárika o huichol de Nayarit y Cora de Durango. Sus mazorcas alargadas y grano multicolor parecen pintados con barro y se come en pozole y galletas, huajatole (atole fermentado y hervido), huachales (elotes secados y granos rehidratados en guisos) y tesgüino, así como también tiene usos ceremoniales.

Y sí, se dice “maíz nativo”. Edelmira Linares, maestra en biología por la Facultad de Ciencias-UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, adscrita al Jardín Botánico del Instituto de Biología-UNAM, enfatizó que no es “maíz criollo” pues los criollos eran los españoles nacidos en México, los hijos de españoles con un sentimiento nacional, y estos granos son mexicanos desde la raíz.

“Cada región ha seleccionado sus razas de acuerdo a la ecología del lugar, los gustos de las personas según su cultura y el ciclo agrícola que tienen. Por ejemplo, los rarámuris en Chihuahua cuentan que el apachito “se apura” y es precoz porque aunque le lleguen las heladas tempranas, crece. Los de Oaxaca y Chiapas tardan más de ocho meses por su tipo de clima”, dijo.

Por eso, no podemos hablar del maíz como una categoría genérica. Hay que verlo desde la diversidad y la comprensión de su vastedad y valor. Para poder entenderlo hay que acercarse no sólo a los investigadores que lo estudian sino a las personas que lo aprecian en su día a día.