Higinio, un cacique decadente

Por Jesús Tolentino Román Bojórquez


Higinio, un cacique decadente

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2015, 16:50 pm

MTI/ Texcoco Mass Media

(Texcoco Press).- En los últimos días, Higinio Martínez ha vuelto a exhibir ante los texcocanos su política caciquil, al arremeter mediante la violencia, a través de un grupo de golpeadores, en contra de los operadores antorchistas de un equipo de videograbación que exhibía ante los ojos del pueblo el vergonzoso fraude electoral que cometieron él y sus compinches el pasado 7 de junio. Como resultado de la agresión, hubo varias pantallas rotas y algunos compañeros operadores con golpes contusos, hechos que fueron denunciados ante el ministerio público y quedaron consignados en la carpeta de investigación 679/2015.

Por supuesto que a nosotros, a los antorchistas, no nos sorprende en lo más mínimo la conducta gansteril de Higinio, pues es la misma que mostró durante todo el proceso de la campaña y el día mismo de la elección; anomalías que fueron puntualmente denunciadas por nuestra parte ante las instancias correspondientes, tales como: el constante hostigamiento, amenazas y detenciones arbitrarias de nuestros activistas por parte de la policía municipal de Texcoco (a pesar de que es el quinto municipio más inseguro del Estado, en vez de que los oficiales se abocaran a cuidar a la ciudadanía, al contrario, Higinio los manejaba como a su rabo y los traía de cacería de antorchistas, lo cual también pisotea la dignidad de los elementos municipales), totalmente violatorias de los derechos humanos y de la Constitución; las amenazas y golpes por parte de la policía municipal a nuestros representantes el día de la jornada electoral; la escatológica campaña de propaganda, de calumnias sin fin que se aventó en contra del doctor Brasil Acosta Peña y en contra del Movimiento Antorchista; la compra y amenaza de los funcionarios de casilla, así como el contubernio con los funcionarios del Instituto Nacional Electoral (INE) que se opusieron a recibir en muchos casos los escritos de anomalías y de protestas el día de la votación; la compra cínica y descarada del voto, y así, un largo etcétera.

Esta postura caciquil de Higinio Martínez y secuaces, salta aún más a la vista cuando “justifica” su agresión, invocando para ello el “Reglamento Comercial del Municipio de Texcoco… que en su artículo 25 señala a la letra que se prohíbe colocar propaganda, así como perifonear en el Jardín Municipal…” (Claro, excepto cuando los infractores sean de MORENA), prohibición completamente ilegal, pues un principio elemental del derecho es que ningún reglamento, como el aludido, jamás podrá estar por encima de la Constitución, que consagra nuestro derecho a la libertad de expresión. El señor Higinio, con esa visión patrimonialista que tiene del poder, es decir, de que él es el dueño del territorio y de los seres humanos que habitan en Texcoco, ya modificó la ley a su antojo al más puro estilo del tal “Vargas”, ese personaje célebre de la película La Ley de Herodes.

Esta manera de pensar y de actuar de Higinio, embona perfectamente con la personalidad de un típico cacique político que, como todo cacique, posee características peculiares precisas como las siguientes: ambición desmedida por el poder, enriquecimiento a manos llenas gracias a ese poder, ejercicio nepótico del poder, y uso autoritario y violento de dicho poder. Sobre su ambición, es ampliamente sabido cómo Higinio en los últimos 20 años ha ocupado todo tipo de cargos de elección y títulos partidarios, incluso, intentó ser gobernador por el PRD; siempre en cada elección el señor levanta el dedo como si no hubiera otro candidato igual o mejor que él, de manera que ese caudillismo y protagonismo son tales, que en tono de broma y de burla, hay quienes dicen que si hay fiesta de bautismo, el señor quiere ser el bautizado, si hay confirmación quiere ser el confirmado, si hay quinceañera quiere ser la festejada, si hay boda él quiere ser la dama y si hay velorio él quiere ser el muerto; esto ya no es sana ambición por el poder, sino francamente adicción, una actitud patológica, enfermiza, por estar siempre empoderado y, cuando rara vez no lo ha conseguido, busca ser el poder tras el trono.

Sobre el enriquecimiento de Higinio a la sombra del poder, son ampliamente conocidas las grandes propiedades que posee en el vecino municipio de Tepetlaoxtoc: una mansión a todo lujo muy superior a la llamada Casa Blanca y un parque de recreo privado denominado pomposamente Apipil-park, no obstante que antes de involucrarse en la política Higinio vivía en una modesta casa en el barrio de San Mateo.

Y esas son las propiedades que se conocen dada la indiscreción y protagonismo del señor ¿y las que están en el anonimato y con prestanombres? Por lo que toca al nepotismo, Higinio se ha despachado con la cuchara grande, pues son más de cincuenta los familiares y compadres incrustados en la administración del ayuntamiento de Texcoco durante casi dos décadas, empezando por el hecho de que el actual tesorero, o sea, el funcionario que dispone de los dineros del pueblo texcocano es, ni más ni menos, que Alberto Martínez Miranda, hermano del susodicho cacique; Agustín Miranda Meneses es su tío y la lista, que es muy larga, fue recientemente publicada por el diario El Universal. En esto, Higinio se asemeja mucho al cacicazgo que ejerció Guadalupe Buendía, (a) “La Loba”, en Chimalhuacán, quien tenía a su primo de presidente, a su esposo de tesorero, a su hijo de secretario, a su hermana de directora del DIF y ella, “La Loba”, era la directora de ODAPAS. ¡Qué bonita familia!

Respecto al autoritarismo de Higinio, y su forma despótica de gobernar, todos sabemos (y padecemos) del uso y abuso que hace ese señor de la policía municipal y del costoso grupo de choque permanente del que dispone para intimidar y literalmente madrear a sus adversarios, y a veces a sus propios allegados. Los vimos en acción durante la campaña, durante la elección y ahora en la destrucción de nuestras pantallas. Nadie desconoce que los empleados de confianza del ayuntamiento fueron amenazados con el despido de su trabajo si no votaban por Higinio; y nada le importa a ese señor que se levanten denuncias en su contra, por los delitos que sean, pues esa es otra característica del poder caciquil, sentirse impune y con capacidad para violar la ley a la hora que sea, pues el cohecho de las autoridades encargadas de impartir justicia es otro rasgo del poder político y económico. En todo esto Higinio se asemeja, como una gota de agua a otra, a “La Loba”, ya que esta tenía 65 actas en su contra por diversos delitos (robo, lesiones, despojo, incluso crímenes) y hasta alardeaba de tener la protección de “los de arriba”.

Pero ya lo dice la sabiduría popular: “no hay mal que dure cien años ni enfermo que los aguante”. La historia universal y la mexicana en particular, han probado que los gobiernos tiránicos parecen invencibles y, por tanto, eternos, pero no es así; y si no, ahí está el caso del dictador Porfirio Díaz, conocido por todos, aunque a escala mucho más pequeña, pero el ejemplo vale, lo que ocurrió con “La Loba”. Y la forma tramposa como Higinio “ganó” las elecciones, es una señal segura de que su cacicazgo ya entró en decadencia y sólo es cuestión de tiempo, y él y su mafia lo saben. Por eso se inquietan tanto cuando Antorcha da a conocer la verdad a los texcocanos y los invita a continuar adelante, porque miran que no nos arredramos, porque observan que Antorcha no es un adversario ordinario que se asusta ante el primer aspaviento, sino un Movimiento Nacional fuerte, firme y serio que lleva ya 41 años empeñado no sólo en mejorar la calidad de vida de los texcocanos, sino la del país entero, luchando por una patria más equitativa, más justa, más democrática y más soberana, gloriosa meta que nos ha llevado a encarar y a derrotar a muchos caciques, ante los cuales Higinio es apenas un pigmeo.