Fracasan las metrópolis fronterizas por la escasez de agua

**El consumo per cápita de agua es sumamente dispar en la frontera: del lado estadounidense, el promedio es 41 por ciento mayor que del lado mexicano.


Fracasan las metrópolis fronterizas por la escasez de agua

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2012, 01:18 am

Por Froilán Meza Rivera

Las ciudades en ambos lados de la frontera norte morirán prácticamente de sed, la industria emigrará sin remedio y toda la economía se desplomará, si en un lapso máximo de 10 años no se logran establecer políticas de desarrollo sustentable en base a los recursos disponibles de agua en la frontera.

Juárez, El Paso, Deming, Ojinaga, Las Cruces, Presidio, las dos Nogales, entre otras comunidades situadas en los desiertos de Sonora y Chihuahua, se encuentran en ese peligro, de acuerdo a los datos aterradores de la investigación titulada “Water issues along the US-Mexican border” (Temas relativos al agua a lo largo de la frontera EU-México).

La calidad del agua, la calidad del aire, y los recursos naturales, sufren una degradación ambiental, desproporcionada, de acuerdo al estado de cada una de las dos naciones en la frontera. Las 14 áreas metropolitanas a lo largo de la frontera, tienen diferencias abismales en materia de calidad del agua y del aire. El rápido crecimiento poblacional en estas áreas urbanas, ha conducido a una creciente demanda por la tierra y a un desarrollo pobremente planeado. A una mayor demanda de energía, a una grave congestión del tráfico vehicular, y a una exagerada generación de basura, agravada por la falta de sitios adecuados para su correcta disposición. Se han vuelto frecuentes, asimismo, los incidentes y las crisis debidas a emergencias por contaminación química. Las comunidades rurales del área también han confrontado una serie de problemas ambientales, entre los que se incluyen los tiraderos ilegales, el drenaje agrícola que deviene no sólo en contaminación con pesticidas, sino en la conversión de las tierras buenas en tierras invadidas con sales excesivas. Se cuentan también los contaminantes en polvo esparcidos por el aire, la exposición a insecticidas y herbicidas, el manejo inadecuado del surtido de agua, y la degradación creciente de los recursos naturales y de los ecosistemas.

De acuerdo a esta investigación, actualizada por la EPA (Agencia estadounidense de Protección Ambiental) en 2012, la disponibilidad de agua tiene una relación directa con los niveles de vida, y esta afirmación se vuelve realidad en el consumo del líquido: Los habitantes del lado estadounidense tienen un consumo promedio que es un 41 por ciento mayor que el de los mexicanos al sur de la línea fronteriza.

A nivel “macro”, a nivel del desarrollo regional, la prosperidad sostenible, tanto en las ciudades como en el campo a lo largo de la línea fronteriza entre Estados Unidos y México, está en función directa de un factor tan simple como la disponibilidad de agua.

El crecimiento de la población en esta área binacional es enorme, y los asentamientos humanos siempre están a merced del agua, como en ninguna otra parte de los dos países. Los casi 6 millones de fronterizos se reparten 55 por ciento en los condados del norte y el otro 45 por ciento en los municipios mexicanos. Si la presente tasa de crecimiento poblacional se mantiene, en 25 años se doblará la cifra en más de 11 millones y medio de personas.

¿Y el agua?

“Disponibilidad de fuentes de agua adecuadas", dicen los expertos, y se dice fácil, pero en esta región la disponibilidad del líquido se presenta en ciclos de relativa abundancia y de tremenda escasez.

La agricultura de riego, por ejemplo, requiere de grandes volúmenes durante ciertos períodos del año, y el contenido de sal debe ser lo suficientemente bajo para prevenir daños a las raíces de las plantas, lo que se asegura con volúmenes de agua para el drenado de los cultivos. Las industrias manufactureras de ensamblaje, como las maquiladoras, necesitan agua para la limpieza, para distintos procesos y para enfriamiento. Asentamientos humanos irregulares, tales como las colonias populares, están creciendo rápidamente y no tienen infraestructura adecuada, ni adecuadas fuentes de abasto de agua para usos domésticos.

EL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN

El desarrollo en la región de la frontera ocurrió primero cerca de áreas con fuentes de agua superficial. La región comprende un área que se extiende aproximadamente 100 kilómetros en cada lado de la línea fronteriza. Las ciudades con las poblaciones más altas y con mayor presencia de maquiladoras están localizadas a lo largo de los ríos Bravo y Tijuana, los cuales fluyen todo el año.

En algunas áreas, como Nogales, Arizona y Nogales, Sonora, los ríos raramente llevan agua debido a la sobreexplotación del agua del subsuelo (es el caso del río Santa Cruz). Estos ríos efímeros llevan corriente sólo cuando se presentan lluvias sostenidas en el invierno o cuando suceden buenas temporadas de lluvia en el verano.

Una parte de la población del lado mexicano está empleada en las maquiladoras, pero mucha más gente está formando colonias a lo largo de la frontera. De manera indudable la población creciente puede tener un fuerte impacto en el deterioro del medio ambiente, ya que requiere de disponibilidad de fuentes de agua adecuadas.

PATRONES DE CONSUMO DE AGUA

El crecimiento poblacional a lo largo de la frontera puede resultar en un cambio en el porcentaje del agua que se reparte entre el riego agrícola y los usos agrícolas e industriales. Hoy en día, el volumen de agua para riego es mucho más grande que el requerido para uso doméstico. Sin embargo, la demanda de agua tratada en los municipios para usos domésticos e industriales va en aumento.

El consumo de agua tiene una relación directa con los niveles de vida. Salta a la vista la diferencia en los consumos per cápita entre los condados estadounidenses y los municipios mexicanos de la frontera. El consumo promedio por habitante del lado “americano” (615 litros por persona por día) es 41 por ciento mayor que el de los mexicanos al sur de la línea fronteriza (435 litros por persona por día).

AGUA DOMÉSTICA DE DESPERDICIO

Aproximadamente la mitad del agua tratada para usos domésticos e industriales pasa a través de plantas de tratamiento de drenajes.

El drenaje contiene altas concentraciones de patógenos (virus, protozoarios), de materia orgánica y de nutrientes (nitrógeno y fósforo). Ambos lados de la frontera sufren de infraestructuras civiles inadecuadas con las cuales transferir el agua de desperdicio de los hogares y de las industrias a los locales donde se centralizan los procesos de tratamiento.
En algunas comunidades fronterizas donde se colecta el agua de drenaje, el tratamiento se da por medio de sistemas baratos y de baja tecnología, como lagos o pantanos. En otras localidades, no existe el sistema de recolección del drenaje por medio de tubería en red, y las aguas de desperdicio simplemente se incorporan a los medios naturales, como ríos, arroyos y otras corrientes y depósitos naturales. Con planificación adecuada el agua tratada de estos sistemas puede ser utilizada de manera segura en algunos cultivos, o para alimentar los acuíferos (depósitos subterráneos naturales).

CALIDAD DEL AGUA

La disponibilidad de agua a lo largo de la frontera es un problema mayor para la sustentabilidad del desarrollo, y el deterioro del agua por salinidad es un asunto preocupante en las actividades agrícolas.

En este panorama, la calidad del agua también se presenta como el problema de salud más significativo en las colonias populares en la región de la frontera. La calidad, tanto química como bacteriológica del agua, imponen preocupaciones en las condiciones sanitarias de las comunidades. La Organización Mundial de la Salud tiene especificaciones en relación con una serie de contaminantes inorgánicos, como nitrato, arsénico, mercurio, fluoruros, plomo, cobre e isótopos de radio, y contaminantes orgánicos: Insecticidas, fertilizantes y productos de petróleo.

La frecuencia de brotes de enfermedades de contagio aéreo, asociada con la contaminación microbiana, se incrementa con la llegada de la temporada de calor. Las aguas superficiales en primavera y verano sufren también de contaminación por microorganismos.

La demanda de agua impone que en períodos de sequía se tenga que recurrir a bombear el recurso subterráneo, lo que implica que, en muchos de los casos, los acuíferos se sobreexploten y no se tenga posibilidad en lo inmediato de reponer el recurso extraído.