Fenómeno inédito: el campo chihuahuense se tiñó de azul

**El PAN ganó Delicias, y se hizo con el triunfo en una enorme franja rural, lo que es un fenómeno digno de estudio.


Fenómeno inédito: el campo chihuahuense se tiñó de azul

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2010, 19:43 pm

• ¿Dónde se metió la estructura agraria del PRI?
• Y el voto nulo en la sierra, ¿cómo se explica?

FROILÁN MEZA RIVERA

¿Ya vio el lector que una franja azul envuelve en un caracol geográfico a los municipios que ganó el PRI en la reciente elección del 4 de julio pasado?
¿Y ya se fijó el lector también que el fenómeno del voto nulo, que se creía una tendencia de carácter más bien urbano, se extendió de manera algo extraña por la Sierra Tarahumara?

Ahora es cuando, asentadas ya las arenas del torrente electoral, y antes de que perdedores y ganadores se coloquen en los sitiales respectivos en que los ubicó el resultado, se pueden analizar algunos fenómenos curiosos y efectos colaterales del voto ciudadano.

La victoria del PRI en la dicha elección cambió la geografía política del Estado dentro de estas elecciones estatales que fueron las de menor participación ciudadana en muchos años, y que apenas llegó al 35 por ciento. El PRI ganó en las dos metrópolis (Chihuahua y Juárez), y en dos de las tres ciudades medianas (Cuauhtémoc y Parral), pero perdió una de esas tres medianas (Delicias), además de las ciudades intermedias de Camargo, Jiménez, Ojinaga y Nuevo Casas Grandes, ante el PAN.

En medio de la euforia del triunfo, el mismo domingo de la elección, el PRI estatal daba por recuperado el municipio de Nuevo Casas Grandes (que según los números implacables terminó conservando Acción Nacional), y daba también por ganada Delicias, la tierra del gobernador, que finalmente perdió ante los azules por menos de 10 puntos porcentuales.

Pero lo que sorprendió a algunos politólogos que se fijan en el detalle, fue el avance del PAN en los principales enclaves de zonas indígenas, al conquistar por primera vez Ocampo, Balleza, Bocoyna, Morelos y Guachochi, así como otras zonas del Noroeste como Namiquipa, Riva Palacio, Manuel Benavides, Buenaventura, etcétera.

Aunque obtuvo 18 de los 20 distritos electorales y la gubernatura del estado, el PRI sólo conserva 41 ayuntamientos, el PAN 23 y el PRD tres (Ignacio Zaragoza, Casas Grandes y Temósachi).

"La joya de la corona", como calificaba a la capital el hoy candidato electo a la gubernatura, César Duarte, así como los 18 de los 20 distritos, la ciudad más poblada, Ciudad Juárez, se quedaron para el PRI, así como Cuauhtémoc y Parral, donde se registraron los más altos índices de abstencionismo.

El Instituto Estatal Electoral calcula que el abstencionismo en comicios municipales y estatales se elevó hasta el 65 por ciento, en una sociedad que está aterrorizada por la violencia del crimen organizado.

Paradójicamente, el PAN avanzó en los enclaves priístas tradicionales, como es la Sierra Tarahumara, especialmente en las zonas indígenas y mestizas de los municipios de Bocoyna, Morelos, Ocampo, Guachochi, Moris y Balleza.

LA AUSENCIA DE LA CNC Y EL PODER DE LA PRENSA

Estos resultados parecen contradecir la eficacia y membresía, la organización política misma de la CNC (Confederación Nacional Campesina), que de manera al menos formal dirige todavía el candidato César Duarte Jáquez, ya que las zonas campesinas del Noroeste y la Sierra Tarahumara resultaron a manos de Acción Nacional y del PRD.

De aquí salen dos conclusiones: una, que es un hecho que la CNC es un membrete sin contenido, sin estructura activa, sin reuniones periódicas ni locales ni regionales, ni mucho menos estatales que den vida a esta asociación.

El segundo de los fenómenos que queda revelado con estos resultados electorales, es el papel (el verdadero papel) que tuvieron los más importantes medios de comunicación: los periódicos escritos y la radio con alcance estatal, la televisión y algunos medios digitales, en una avasalladora campaña de propaganda muy cargada hacia los candidatos tricolores. Esta campaña mediática se enfocó en los grandes núcleos urbanos, pero descuidó al campo, y por ello se explica que muchos de los mítines más numerosos que tuvo Carlos Borruel, hayan sucedido en áreas eminentemente rurales.

En las palabras de un filoso analista amigo mío que fue consultado al respecto, el PRI decidió desde muy temprana hora en la elección, apostarle todo a Juárez y Chihuahua (que solamente ellos juntan la mayoría de la población en el estado), así como a las tres ciudades medianas que siguen a las metrópolis: Delicias, Parral y Cuauhtémoc. Así, nos encontramos con el hecho subsecuente de que el resto del estado fue deliberadamente descuidado por el tricolor, en una estrategia que consistió en abocarse preferentemente a ganar lo más, en detrimento de lo menos.

Tal y no otra es la explicación, pues, de por qué el campo chihuahuense terminó tiñéndose de azul en el Nor-noroeste, en el desierto del extremo Oriente (desde Praxedis, Coyame, Ojinaga en el Norte y hasta Jiménez y Coronado en el Sur, así como en una franja intermedia en el Sur de la Tarahumara, desde Ocampo y Uruachi hasta la mismísima Balleza, tierra natal de César Duarte.

LOS VOTOS NULOS EN LA SIERRA TARAHUMARA

El abandono que sufrieron por parte del PRI los municipios "insignificantes" en cantidad de votos, tuvo otro efecto colateral, digno también de ser tomado en cuenta y de analizarse.

Es que en estas elecciones, los campesinos indígenas salieron a votar, pero una gran cantidad de los votos emitidos por ellos fue anulado.

Mientras que a nivel estatal el voto nulo sumó el 3.5 por ciento del total, en municipios de la Sierra Tarahumara se elevó considerablemente, como el caso de la elección de ayuntamiento en el municipio de Guachochi con 10.56 por ciento, según los resultados del PREP del Instituto Estatal Electoral.

Se trata de porcentajes de nulos que son francamente anormales, atípicos.

Este voto nulo también se reflejó en amplias zonas de la Tarahumara, como lo revelan ejemplarmente los resultados en el distrito de Guachochi, donde el voto nulo alcanzó la cifra de 3 mil 829 sufragios anulados, casi el 10 por ciento (9.49) según las cifras del PREP.

El crecimiento del voto nulo es un fenómeno novedoso en las zonas urbanas como un acto ciudadano para protestar contra todos los candidatos.

Era tradicionalmente en las zonas indígenas donde este comportamiento electoral existía en menor proporción comparado con las ciudades. Acá, prácticamente los ciudadanos emitían el sufragio por un solo partido, el PRI. Incluso este voto monopartidista y sin dudas llegaba al 100 por ciento del padrón electoral, debido a prácticas de relleno de urnas por parte de los organizadores y gracias al control político sobre los campesinos.

Según politólogos, en una zona indígena y mestiza con altos grados de analfabetismo y participación social, y ante la imposibilidad legal del partido oficial de "guiar" las elecciones o controlar las casillas, como solía ser en anteriores comicios, los votantes indígenas cometen errores en el llenado de sus boletas. Eso podría explicar el fenómeno en parte, pero no cabe descartar que los votantes se sintieran abandonados, ninguneados, engañados ante la falta de activismo priísta.

EL ABANDONO Y SUS CONSECUENCIAS

Como ya dije arriba, el grueso de las fuerzas se concentró en esta elección, en los cinco municipios principales, con detrimento de todos los demás. En municipios serranos, ya sea donde el PRI arrasó o perdió, el voto nulo se convirtió en una constante, como sucedió en Guachochi, donde ganó el PAN por 3 puntos porcentuales. En Guadalupe y Calvo, donde el PRI triunfó por el escaso margen del 4 por ciento, hay un voto nulo de 7.74 por ciento. En Carichí, el voto nulo llegó al 6.2 por ciento. Vemos un 5.9 por ciento de voto nulo en Urique; y en Balleza, donde el PAN resultó ganador con un margen del 8 por ciento, los votos nulos totalizaron un 5.33 por ciento.

Así las cosas, resulta indudable que cuando en una elección los partidos predominantes deciden abandonar un nicho, una región o un tipo de municipios, como en este caso los de menor concentración poblacional, para trabajar fundamentalmente en los cinco de mayor peso electoral, se ven resultados como los que se reseñan en este artículo.

Por otro lado, ambos fenómenos: el campo pintado de azul, y ese gran porcentaje de votos nulos en la sierra, son resultados directos (causa y efecto) de una política electoral de gran pragmatismo y de alto riesgo que, sin embargo, dio buenos resultados al PRI, hoy por hoy.

Correo electrónico: froilanmeza@hotmail.com