Europa en vilo tras comicios en Alemania e Italia

REPORTAJE ESPECIAL


Europa en vilo tras comicios en Alemania e Italia

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2018, 21:48 pm

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Martín Morales

La crisis de la Unión Europea (UE) se acentúa con la victoria electoral de fuerzas conservadoras, euroescépticas y antisistémicas en Alemania, motor industrial del continente e Italia, la tercera economía regional.

La falta de acuerdo entre los partidos alemanes impidió durante casi seis meses formar un gobierno de coalición. Similar escenario de ingobernabilidad e incertidumbre espera a Italia tras los comicios del cuatro de marzo, pues ningún partido alcanzó la mayoría. De ahí que se prevean alianzas públicas, pactos secretos y traición a ciertas promesas de campaña. Mucho interesa a México el futuro de sus dos influyentes aliados y socios.

Europa tiene este año un reto formidable: salvarse de sí misma. Debe reconstruir su imagen tras la debacle ocasionada por su avaricia y arrogancia frente a Grecia, reestructurarse tras el Brexit y enfrentar las crisis generadas por los refugiados y el cuestionado euro.

Se trata de sanar la creciente fractura entre el Este, menos desarrollado y desconfiado, y el Oeste, desarrollado y cada vez más cerrado. Para avanzar, los estrategas de la UE tendrán que dejar atrás la autocomplacencia, las pugnas fratricidas e impulsar las reformas. Sin embargo, los comicios en Alemania e Italia muestran fuerzas centrífugas que presionan contra la refundación del bloque comunitario.

Gran Coalición en Alemania

La elección de septiembre en Alemania no dio la mayoría a ningún partido. Desde entonces, el poderoso país vivió en la incertidumbre y el desaliento creció entre sus ciudadanos. En esos casi seis meses, las fuerzas políticas sostuvieron una durísima guerra de posiciones, hasta que en la primera semana de marzo, la incógnita se despejó: el cuarto gobierno de Ángela Merkel podría consumarse. En nuestras latitudes –con democracias imperfectas según la propia Europa– tal escenario de ingobernabilidad sería impensable.

El cuatro de marzo se anunció que el 66 por ciento de los electores socialistas del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) avalaba la reedición de la Gran Coalición (Grosse Koalition) para gobernar con el bloque conservador de Merkel. Sin embargo, ese respaldo es muy inferior al 75.6 por ciento que obtuvo el gobierno en 2013, cuando se aliaron el SPD, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y su socia, la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU).

La Gran Coalición es un experimento con hondas raíces en la política germana. El primero fue en 1966 cuando se formó el llamado Gran Centro Neoliberal (o Extremo Centro), que ha sido funcional para las élites alemanas y europeas en sus otras ediciones. Tanto es así que el dirigente del SPD, Martin Schulz, ha presidido el Parlamento Europeo con apoyo de socialistas y populares.

En las elecciones de 2017, los alemanes castigaron al gobierno de Merkel y sus políticas neoliberales. Por ello, los votos para formar la Gran Coalición pasaron de representar el 70 por ciento hace cinco años a tan solo el 50 por ciento en 2018. Tal escenario anticipa que el próximo gobierno tendrá una gestión frágil con un Parlamento diverso, en conflicto, y nuevos actores deseosos de atraer la atención.

No obstante, la canciller Merkel ha pedido a sus nuevos socios celeridad para formar gobierno. Y, en un claro mensaje para Europa y el mundo, anuncia que busca hacer de su país una “voz fuerte” en su región y muy relevante en asuntos externos como el conflicto en Siria, la competencia de China o la disputa con Estados Unidos (EE. UU.) en materia comercial.

Tras concretarse la Gran Coalición, el secretario general del SPD, Lars Klingeil, definía el carácter de su alianza con la CDU: “no es un matrimonio por amor”. Sin embargo, su partido obtiene seis importantes carteras gracias a esa unión: Exteriores, Finanzas, Trabajo, Justicia, Medioambiente y Familia. El nuevo titular de Exteriores, el actual ministro de Justicia, Heiko Mass, ha impuesto leyes contra mensajes de odio y falsas noticias en Internet; endurecido medidas contra la xenofobia y delitos de ultraderecha e impulsado derechos iguales para homosexuales.

Los ministerios estratégicos quedan bajo control del partido de la conservadora CDU de Merkel: Defensa, Economía, Sanidad, Cancillería, Agricultura y Educación. A la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) le corresponderán Cooperación y Desarrollo, Interior, y Transporte.

Italia dividida

En una lógica similar, las elecciones del cuatro de marzo en Italia consumaron la división política del país y trastocaron el statu quo electoral europeo. Para el analista del Centro Italiano de Estudios Electorales (CIEE), Nicola Maggini, esos comicios sugieren “un éxito en la estrategia de la derecha soberanista y nacional”. En el nuevo mapa político, la derechista Liga Norte y sus asociados ganan el Norte (Lazio y Lombardía), mientras en el Sur (Cerdeña, Sicilia y Campania) triunfa el populista Movimiento 5 Estrellas (M5E).

En su campaña, la coalición de centro-derecha (Liga Norte, Fuerza Italia y la ultraderechista Hermanos de Italia) atizó el miedo de los electores a la inseguridad y la acogida de inmigrantes y centró sus promesas en reducir impuestos, aumentar las pensiones y revisión del sistema de jubilación.

Italia ha recibido a miles de inmigrantes, la mayoría procedentes de costas libias y norafricanas. Solo en 2017 fueron rescatados en el mar y trasladados a puertos italianos 119 mil 310. El discurso xenófobo de la derecha fue acogido por los electores en un país donde en varias regiones han sido asesinados inmigrantes nigerianos y senegaleses.

En el interior de la coalición de derecha se han presentado fricciones que obedecen a diferencias programáticas y de liderazgo. No obstante, sus líderes han anunciado pactos de gobernabilidad. Matteo Salvini, que desde 2013 lidera la euroescéptica y ultraderechista Liga Norte, reivindicó su “derecho y deber de gobernar” Italia y excluyó pactos “extravagantes” con otras fuerzas, a menos que acaten la agenda de la coalición. En la elección del cuatro de marzo cuadruplicó sus votos.

La Liga Norte ha sido muy crítica contra la UE y el euro. En su mensaje triunfal, Salvini afirmó que Bruselas no debe temer a un gobierno que, supone, él dirigirá, pero exigió un cambio de reglas. “Acudiremos a Europa para cambiar las reglas que han empobrecido a los italianos”, advirtió el político.

El triunfo de la Liga Norte rebasó al partido Fuerza Italia, del magnate mediático Silvio Berlusconi. En el ánimo electoral pudo pesar la inhabilitación de Il Cavalieri para ejercer cargos públicos por su condena de fraude fiscal. No obstante, como parte de la coalición Fuerza Italia hizo campaña en la coalición de derecha y ofreció la “renta de la dignidad” de mil euros como pensión mínima.

En el fondo de los comicios italianos está la tendencia a la baja de la socialdemocracia en Europa, así lo confirmó la debacle del Partido Demócrata italiano, que por cinco años gobernó el país. Las fuerzas de centro y centro derecha se presentaron como Cívica Popular y fueron derrotadas en regiones con tradición de izquierda como Nápoles, donde ganó el M5S, y lugares como Basilicata o la “roja” Emilia-Romana.

En el recuerdo quedó mayo de 2014 cuando el Partido Demócrata logró el 40 por ciento de los votos en las elecciones europeas, con lo que se perfiló como el más fuerte del continente. Hace dos semanas, al anunciar su salida como líder del partido, Matteo Renzi, aseguró: “Los italianos no creen más en la socialdemocracia. Tampoco les entusiasma que en los últimos meses el producto interno bruto avanzara un mediocre 1.5 por ciento”. Entonces Renzi era uno de los políticos jóvenes más prometedores de Europa y cuatro años después debió dimitir ante el avance de fuerzas políticas extremas.

Izquierda y decepción

Durante los largos 65 días de campaña electoral se mantuvo vivo el debate a la iniciativa Potere al Popolo (Poder al Pueblo). Los analistas llegaron a hablar de un frente anticapitalista obrero y revolucionario. El movimiento, que surgió para responder a los desafíos políticos de los comicios de marzo, abría nuevas perspectivas.

Lo constituyeron militantes de distintas tendencias e inspiraciones teóricas, junto con organizaciones de la izquierda radical no revolucionaria (Rifondazione Comunista, Partido Comunista Italiano, Carc, Sinistra Anticapitalista, Red de Comunistas). Con segmentos notables del ala demo-progresista de la burguesía izquierdista de la Otra Europa, alineada con el dirigente griego Alex Tsipras, constitucionalistas democráticos y organizaciones cristianas activas en redes de solidaridad.

Pero fracasaron. “Estamos ante el peor resultado en la izquierda de la historia italiana”, de ahí que el Partido Demócrata esté a la baja, como aparecen al borde de la extinción otros partidos socialistas europeos (socialistas españoles, laboristas franceses y holandeses), asegura el profesor del CIEE, Maggini.

Detrás de la derrota de la izquierda está su división interna, el lastre de luchas entre posiciones irreconciliables y, también, la criticable gestión gubernamental. Así lo revela el decepcionante tres por ciento que obtuvo en la elección la agrupación Libres e Iguales.

Lucha por el gobierno

El próximo 23 de marzo, el presidente italiano Sergio Mattarella iniciará contactos para tratar de dar un gobierno a su país. Como ningún partido o coalición tiene mayoría para formarlo, serán necesarias alianzas entre las fuerzas. Por ello se avistan cuatro escenarios:

Uno: La coalición de derecha buscará captar 50 diputados y 30 senadores entre los “descontentos” de las otras fuerzas. Algunos de éstos figuran expulsados del M5S por no devolver parte de su sueldo.

Dos: En un escenario muy remoto se plantea la eventual alianza entre la centro-izquierda (Partido Demócrata) y la derecha para evitar que el M5S llegue al poder. Pero Matteo Renzi aseguró que no pactaría con los “extremistas” de la Liga Norte ni con los herederos de Beppe Grillo.

Tres: El M5S y la Liga Norte suman amplia mayoría, pero ninguno está dispuesto a ceder en su afán por ser gobierno. La salida sería que Di Maio y Salvini pactaran un gobierno de transición que apruebe una nueva ley electoral y se retorne a las urnas lo antes posible.

Cuatro: Que el M5S opte por la coalición de izquierdas con Libres e Iguales (que obtuvo 14 diputados). Entretanto, el M5S y la coalición de derecha libran una feroz batalla por ganar la designación de uno de sus respectivos miembros para presidir cada una de las dos Cámaras del Parlamento.