Estudian la participación de hormonas en cáncer de ovario

**Alrededor de tres mil casos de esta enfermedad aparecen cada año en México y unos 200 mil en el resto del mundo


Estudian la participación de hormonas en cáncer de ovario

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2016, 19:30 pm

Entre los cánceres ginecológicos (originados en los órganos reproductores femeninos), el cáncer epitelial de ovario resulta el más letal porque avanza en silencio y, por lo tanto, es difícil de prevenir. Se estima que es el sexto o séptimo más común entre las mujeres, y que alrededor de 3 mil casos aparecen cada año en nuestro país y unos 200 mil en el resto del mundo.

De acuerdo con un estudio realizado en mil pacientes del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), la edad promedio de aparición de este cáncer en México sería 51 años, mientras que en otros países es 60.

Hay varios tipos de cáncer epitelial de ovario; de 90% de ellos se desconoce cuál es la causa que los origina; y del restante 10% se sabe que están asociados a los genes BRCA1 y BRCA2, los cuales también ocasionan el cáncer de mama.

Desde hace dos años, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, encabezado por Enrique Pedernera Astegiano, lleva a cabo un estudio en pacientes del INCan para establecer cuál es la participación de las hormonas esteroideas en el cáncer epitelial de ovario.

A partir del colesterol

Las hormonas esteroideas son sintetizadas, a partir del colesterol, en las gónadas (ovarios y testículos), las glándulas suprarrenales y la placenta durante el embarazo, principalmente; juegan un papel fundamental en el control del metabolismo, así como en el desarrollo de las características sexuales y la capacidad de resistir enfermedades y lesiones, entre otras funciones. Se dividen en cinco grupos: estrógenos, progestágenos, andrógenos, glucocorticoides y mineralocorticoides.

“Estas hormonas tienen efectos en todo el organismo. Las sexuales (o esteroides sexuales), como el estradiol y la testosterona, además de influir sobre los caracteres sexuales secundarios, actúan sobre los huesos, los músculos, el corazón, los riñones, los pulmones, incluso el sistema nervioso. Cuando los niveles de los esteroides sexuales bajan, surgen diversas complicaciones; la más seria de ellas —sobre todo en las mujeres que entran en la menopausia, pero también en hombres— es la osteoporosis, el debilitamiento de los huesos”, señala Pedernera Astegiano.

En su estudio, el científico universitario y sus colaboradores han corroborado lo que en la última década venían afirmando muchos investigadores de distintos lugares del planeta: que el cáncer epitelial de ovario en realidad no es una sola enfermedad, sino varias (seroso, mucinoso, endometrioide, de células claras…), y que cada una de ellas se comporta de manera diferente.

“El cáncer epitelial de ovario que nosotros estudiamos es el endometrioide limítrofe. Se distingue por la presencia de glándulas tubulares que se asemejan mucho al endometrio normal. Da origen a un tumor que no es todavía un cáncer, pero sí muestra un crecimiento exagerado de células. Nuestro objetivo es describir cómo influyen las hormonas esteroideas —en especial la progesterona, los andrógenos y los estrógenos— en cada una de las variedades de tumores de ovario.”

Con base en esto, los investigadores de la Universidad Nacional están intentando descubrir de qué modo las hormonas esteroideas pueden ayudar a detener el crecimiento de las células en el cáncer epitelial de ovario. Hay más esperanzas con respecto al endometrioide y seroso limítrofes, porque las células de los tumores que les dan nombre crecen mucho, pero todavía mantienen la características normales del tejido, no son monstruosas. Es decir, las hormonas esteroideas sí podrían ayudar a combatir esos tipos de cáncer epitelial de ovario.

“En el caso del seroso de alto grado, que desgraciadamente es el cáncer epitelial de ovario más frecuente, el problema es que muchos de los genes que regulan la proliferación y la migración de las células están alterados, y que no siempre son los mismos, por lo cual resulta muy difícil focalizarlos y combatirlos”, explica
Pedernera Astegiano.

Primeras fases

La idea de los investigadores universitarios es que las hormonas esteroideas, en algunos tipos de cáncer epitelial de ovario, podrían detener el crecimiento del tumor, de tal modo que la paciente estaría libre de la enfermedad durante un periodo más prolongado.

“La conclusión a la que hemos llegado es que hay ciertos tipos de cáncer epitelial de ovario que pueden ser combatidos con un tratamiento antihormonal u hormonal. Otros cánceres, como el de próstata y el de mama, responden muy bien a tratamientos con hormonas esteroideas. Esto no quiere decir que desaparecen, pero sí se alarga el periodo de bienestar de los pacientes (incluso por años). Con todo, es fundamental diagnosticar la enfermedad en sus primeras fases. Se debe tomar en cuenta que entre 60% y 70% de los casos de cáncer epitelial de ovario diagnosticados están muy avanzados, en fase IV con metástasis a distancia. Y es que, por su posición, este cáncer no presenta sintomatología; únicamente ocasiona una ligera molestia en la zona cuando está comenzando a crecer o molestias intestinales, nada más. Si no es seroso de alto grado, todavía en la fase III puede haber posibilidades de combatirlo, pero la sobrevida es muy corta en fase IV.”

Métodos de diagnóstico

Las mujeres con antecedentes familiares o personales de cáncer deben estar muy atentas a cualquier molestia que tengan en la zona y practicarse un ultrasonido vaginal.

Otros métodos útiles de aproximación a un posible diagnóstico de cáncer epitelial de ovario son la medición del antígeno CA125, otros marcadores tumorales y una tomografía. El diagnóstico final se hace mediante una laparotomía.

“Estos métodos no se pueden aplicar a todas las mujeres, sólo a poblaciones de riesgo o a pacientes que presentan algún síntoma. Cuando se sospecha una tumoración en el ovario, la mayoría de las veces se trata de quistes benignos, afortunadamente”, finaliza el investigador.

En este estudio participan las doctoras Flavia Morales Vásquez, del INCan; Azucena del Carmen Hernández Martínez, del Hospital Militar de Especialidades de la Mujer y Neonatología; y Carmen Méndez Herrera, de la Facultad de Medicina de la UNAM.