Estrategias contra el hacinamiento

Reportaje/ La Crónica de Chihuahua


Estrategias contra el hacinamiento

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2015, 10:00 am

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Carolina Ruvalcaba

El hacinamiento de personas en viviendas reducidas, incómodas e inseguras, donde con frecuencia tienen que convivir con animales, es un problema mundial inherente a la pobreza y a la marginación que prevalecen lo mismo en áreas urbanas que rurales.

Hace 15 años, el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, padecía este problema en prácticamente todo su territorio, pero dicho flagelo logró abatirse sustancialmente y hoy sólo afecta, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), a unas 30 mil familias.

Chimalhuacán tiene más de un millón de habitantes, de ellos, más de la mitad (621 mil) son pobres y, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), uno de cada tres chimalhuacanos enfrenta problemas de carencia alimentaria, patrimonial y de capacidades.

Las familias hacinadas aquí, de acuerdo con el propio Inegi, están conformadas en promedio por más de cinco personas y la mayoría carece por completo de privacidad, pues habita en un solo cuarto que sirve lo mismo de dormitorio y área de estudio escolar que de comedor y cocina.

El problema del hacinamiento en Chimalhuacán es básicamente consecuencia de la falta de empleos, de ingresos fijos y salarios muy bajos, lo que evita que los jefes de familia puedan conseguir viviendas dignas para sus integrantes. El hacimiento, según especialistas, genera mayor riesgo de violencia doméstica, desintegración familiar y bajo rendimiento escolar en niños y adolescentes, por lo que es necesario ampliar el tamaño de las viviendas para que dispongan de habitabilidad, salubridad y comodidad.

Ante esta situación, los gobiernos de la continuidad en los últimos tres lustros –todos de extracción antorchista– han solicitado a los gobiernos federal y estatal la instalación de un parque industrial que genere 40 mil empleos en Chimalhuacán.

Por una u otra razón, esta iniciativa estratégica no ha sido jamás considerada por ambos niveles de Gobierno –e incluso existe la presunción de que hasta la han estado obstaculizando– pero los alcaldes chimalhuacanos han buscado otras formas de solución al problema del hacimiento.

Han privilegiado, por ejemplo, la gestión de programas de mejoramiento a la vivienda promovidos por la Secretaría de Desarrollo Social y, ahora, la Secretaría de Desarrollo Urbano Territorial y Urbano (Sedatu), para que la gente de más bajos recursos amplíe sus viviendas.

También han recurrido con frecuencia a la organización de marchas y plantones como vehículo de gestión social y política ante diversas instituciones estatales a fin de conseguir programas de mejoramiento a la vivienda. La primera lucha convocada para este objetivo específico fue encabezada por el entonces presidente municipal de Chimalhuacán, Marco Antonio Lázaro Cano (2006-2009), y el líder estatal del Movimiento Antorchista Nacional (MAN), Jesús Tolentino Román Bojórquez.

Esta movilización social dio como resultado positivo una inversión de 27 millones 567 mil 750 pesos que benefició las viviendas de 759 familias de escasos recursos de Chimalhuacán. En el año 2010, Tolentino Román, quien asumió la presidencia municipal de Chimalhuacán, redobló esfuerzos para conseguir casi el triple de bonos de apoyo a la vivienda, logrando que dos mil 262 familias estrenaran baños, losas y recámaras en los años 2011 y 2012.

El actual edil, Sergio Díaz Espinosa, también militante de Antorcha, informó que de 2013 a 2015, el programa de mejoramiento a la vivienda de los gobiernos municipal y federal cuenta con una inversión de 108 millones 497 mil 777 pesos que beneficiará a dos mil 583 familias.

Gracias a las gestiones, presión, marchas y plantones que el pueblo organizado ha realizado en los últimos siete años, se han beneficiado cinco mil 504 familias, quienes han dejado atrás los problemas de hacinamiento que padecían.

Sin embargo, los apoyos para el mejoramiento a la vivienda de este año –que beneficiarán a mil 150 familias– no han sido entregados aún por la Sedatu, razón por la que el pasado 1º de julio fue necesario marchar nuevamente en el Distrito Federal a fin de exigir la liberación de 24 millones de pesos.

Esta cantidad, sumada a los 27 millones que erogará el Gobierno municipal y a los “tres mil y cuatro mil que aproximadamente aporta cada una de las familias beneficiadas”, integran el presupuesto para complementar las acciones de vivienda 2015, expuso el edil.

Ahora recuperaremos la privacidad

Leticia López Vega y Lucero Miriam Mendoza llegaron a Chimalhuacán hace 27 años. Lucero, de 38 años de edad, y doña Leticia, de 58, sufrieron durante varios años los estragos de la marginación que prevalecía en Chimalhuacán antes del año 2000.

Las colonias en las que viven están separadas por 8.4 kilómetros. Hace más de una década, ambas localidades se encontraban en las mismas condiciones. Es decir, no tenían servicios básicos como agua potable, drenaje y electrificación, entre otros, y sus hijos carecían de oportunidades para su óptimo desarrollo físico, emocional y social.

Tras la organización del pueblo chimalhuacano y la conformación del Proyecto Nuevo Chimalhuacán (en el año 2000), las palabras transformación y progreso tomaron sentido para las familias Mendoza y López:

“Hemos tenido que participar en movilizaciones, pero sólo así tuvimos dinero (de la Federación y del Estado de México) para pavimentar nuestras calles y vivir un poco mejor”, coincidieron ambas.

Además de los servicios básicos en su comunidad, salud y educación, Lucero y doña Lety siguieron paso a paso una de las gestiones que más apremian a los gobiernos de continuidad del Nuevo Chimalhuacán, y también a ellas mismas: la dignificación de la vivienda.

Lucero, quien sobrevive de la venta de dulces en lugares públicos, padeció diversos problemas familiares cuando habitaba en un mismo cuarto con sus hijos Cristian, Omar y Óscar, de 17, 15 y cuatro años de edad, respectivamente.
Pero de ahora en adelante, dice, “ya no tendremos que gastar 250 pesos en la compra, cada cinco meses, de láminas de cartón. Con la rehabilitación de nuestro hogar se acabarán los gritos en el mismo cuarto y estaremos más tranquilos porque ya no se meterá el agua ni se volará el techo”.

Por su parte, doña Leticia, quien procreó ocho hijos con su esposo Jesús Vázquez, de 60 años de edad, de oficio zapatero y cuyo ingreso semanal es de 600 pesos, podrá disfrutar de una nueva recámara, ya que los años deterioraron el espacio que vio crecer a sus pequeños.

Lety comparte ahora la vivienda con su hija Maricela y sus cuatro nietos. “El nuevo espacio me dará mayor protección; me siento muy contenta, porque mi viejito y yo recuperaremos nuestra privacidad”.

Las recámaras, tipo urbano, miden cuatro metros de ancho por 4.5 metros de largo, en tanto que los cuartos tipo rural medirán 22.75 metros cuadrados. Las losas de concreto serán de 59 y 60 metros cuadrados. Los sanitarios tendrán una dimensión de 1.90 metros de ancho por 2.70 metros de largo.

“De esta manera trabajan los gobiernos de Chimalhuacán; organizando a la gente, luchando por nuestros derechos y reparten equitativamente la riqueza. Por eso creemos, confiamos y trabajamos con ellos. Yo estoy orgullosa de vivir en este municipio”, externó Lucero Mendoza.

“Desde hace 15 años, los chimalhuacanos trabajamos organizados para mejorar las condiciones de vida de las familias más vulnerables; los resultados de esta lucha son alentadores porque nos hemos convertido en un ejemplo en todo el país”, concluyó el edil, Díaz Espinosa.