"Escuadrones de la muerte", morideros de adictos

*Los ‘escuadrones de la muerte’ también son Chihuahua. No se pueden explicar sin la situación social que los rodea.


La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2011, 16:06 pm

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- En la ciudad de Chihuahua existen alrededor de 400 adictos “en situación de calle”, es decir, 400 individuos desarraigados de las familias y a los que su adicción y el rechazo de sus semejantes los han empujado a vivir a la intemperie. Son hombres y mujeres que se saben desahuciados, sin metas en la vida y cuya actividad principal consiste en pegarse al alcohol, al thinner y otras sustancias, así como a la heroína, de manera eventual.

Esa cifra la obtuvo el Centro de Apoyo para Adictos A.C. (CAPAAC), en visitas que hicieron a los llamados “escuadrones de la muerte”.

¿Qué son los “escuadrones de la muerte”?

Los “escuadrones” no son, como pareciera significar el nombre, grupos de matones o sicarios, sino algo muy diferente desde el punto de vista social: son tapias, ruinas o recovecos en las colonias donde se refugian los adictos al alcohol y a las sustancias inhalables. Se reúnen para drogarse, para darse calor y para dormir ahí.

Muchos de los vecinos de estos sitios incluso los conocen así, y algunos les llevan comida. Grupos de evangélicos los visitan para tratar de “redimirlos” de la “perdición”, y la Policía municipal ya ni siquiera hace el intento por llevárselos detenidos.

El más famoso de estos rincones de la muerte es, quizás, el “portón”, en la colonia Mirador, un ghetto en el que anteriormente estuvo un asentamiento tarahumara y que hoy es refugio de grupos de todo tipo de indigentes.

¿Por qué se llama así a estos “escuadrones”? De acuerdo a Urbano Fuentes, director de CAPAAC, la terrible denominación se las han de haber dado los Alcohólicos Anónimos, quienes tienen el primer registro de ello.

Estos sitios tienen, incluso para otros adictos vagabundos, una connotación muy negativa, porque todos quienes se congregan ahí es porque van a morir. “Y ellos lo saben, es por eso que se llaman ‘escuadrones de la muerte’... es el equivalente a los lugares a donde se retiran los elefantes viejos que saben que van a morir, que se apartan de la manada... es como el cementerio de elefantes”.

Un aura de tristeza y desolación rodea a los escondrijos de los adictos. Es ahí donde por lo general exhalan su último aliento. No mueren en la calle, porque cuando presienten el fin, simplemente se quedan quietecitos en su rincón y esperan la muerte, cada quien a su manera. Cuando un compañero pasa a mejor vida, los otros adictos se encargan de velar el cuerpo en el propio sitio de reunión, y sólo después de que le han rendido honores es cuando reportan el fallecimiento a las autoridades.

La vida se toca con la muerte en esos lugares, que son hogar de los más marginados entre los marginados.

Ellos apenas tienen vínculos con las familias.

En la etapa terminal, ya no comen casi, apenas prueban algún bocado ocasional. “Se alimentan del azúcar que contiene el alcohol, y cuando revuelven el alcohol con refresco, toman energía de esos azúcares”, explicó el directivo de CAPAAC, organización que tiene un refugio nocturno para adictos indigentes y donde se sirven alimentos en dos horarios.

Pena, marginación, suciedad, degradación son algunos de los factores que definen a los “escuadrones de la muerte”. Pero también se encuentran la solidaridad, la amistad entrañable que se construye entre individuos que se saben iguales en sus miserias. Y el amor, incluso, amor fraternal, amor de pareja también, que se llega a presentar en estos lugares.

“Los ‘escuadrones de la muerte’ también son Chihuahua. No se pueden explicar sin la situación social que los rodea, y Chihuahua no se puede explicar sin los ‘escuadrones de la muerte’, y quien trate de negar su existencia, se negará a si mismo”, dijo Fuentes, quien es un terapeuta y un luchador en contra de las adicciones, adicto en recuperación él mismo.