Es infrahumana, la vida del “Trikis”, un paria urbano

**Esta parte de la ciudad tiene una gran concentración de individuos como “El Trikis”: vagabundos o semivagabundos adictos y afectados muchos de sus facultades mentales.


Es infrahumana, la vida del “Trikis”, un paria urbano

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2011, 23:16 pm

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- Es el hombre más desgraciado del mundo, el más solitario, el más despreciado porque a su alrededor, la gente hace un vacío para evitar su cercanía. Tiene como sus compañeras más fieles a las estrellas que contempla cuando descansa en las noches, y el viento, que nunca lo abandona, más el sol que lo acompaña durante el día.

Dicen de él que no desaprovecha los perros muertos que encuentra, y que se los come crudos. Que a veces, él mismo los caza, cobrándose las presas a pedradas.

Su lecho es como un nido de cuervos, su casa es una tapia sin techo, una cueva infecta, sucia, desordenada, y se le llama “casa” gracias a la costumbre de la gente de nombrar las cosas de acuerdo a lo que más se parecen. Ah, porque “El Trikis” tiene un domicilio propio: calle Octava número 6819, colonia Desarrollo Urbano.

“El Trikis” es un símbolo de a dónde pueden llegar quienes ingresan, queriendo o no, en el mundo de las drogas sin tener los recursos necesarios para mantener la adicción. Es que si “El Trikis” fuera rico, consumiría cocaína y tendría el mundo de los traficantes a sus pies, surtiéndole puntual y servilmente. Pero como es menos que pobre, porque es un indigente que vaga por las calles, nadie le vende droga, y él se ve obligado a consumir inhalantes como el resistol amarillo. O gasolina, que es lo que trae cargando casi todo el tiempo en las manos.

La sola presencia del “Trikis” en la colonia Desarrollo Urbano, está poniendo en riesgo la prestación del transporte urbano, se queja la señora Irma Rascón, quien vive frente a la parada, en Independencia y Oviedo Baca. Es que “El Trikis” espera ahí siempre en la parada del camión, a que llegue la gente, y se sube a molestar a los pasajeros, además de que exige que el chofer lo lleve a la gasolinera más próxima.

Esta comunidad, como pocas en la periferia de la ciudad, tiene una gran concentración de individuos como “El Trikis”: vagabundos o semivagabundos adictos y afectados muchos de sus facultades mentales, como él mismo.

“El Trikis” es joven. Tendrá si acaso como mucho, 25 años, y “vive” solo. Tiene como antecedente que explica su situación actual, el que sus padres murieron jóvenes, afectados de cirrosis ambos, y de las complicaciones que les acarreó el no tener comida suficiente, ni los medios para atenderse de las secuelas de las adicciones. Su madre, Eulalia, murió a los 39 ó 40 años, y Lupito, el padre, a los 42. Ella falleció en 1994, y él le sobrevivió unos dos años.

Cuando “El Trikis”, de quien nadie se acuerda cuál es su nombre de pila, quedó huérfano, dicen que una noche prendió fuego al cuartito que era su casa y que perdió el techo que hoy no lo ampara de los elementos.

“Oiga, ¿usted cree que el muchacho tenga compostura, que el Gobierno lo pueda ayudar a él y a los otros que son como él en la colonia?”. La pregunta de uno de los vecinos de “El Trikis” se queda sin respuesta, porque los hechos hablan por la acción gubernamental: “Adivine cuántos adictos de la colonia se inscribieron en un centro de recuperación que abrimos hace unos años”, preguntó doña Irma Rascón, y ella misma se respondió: “Ninguno”.