Envuelven veladoras al Palacio de Gobierno

Pequeñas, solidarias y tenaces tal y como las personas que las colocaron, dan la vuelta al palacio, 50 veladorcitas constituyen, el grupo que llega a la curva de la Aldama y Vicente Guerrero.


Envuelven veladoras al Palacio de Gobierno

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2010, 13:30 pm

Chihuahua, Chih.-Esperan ululando sus mechitas, esperan las veladoras, esperan un poquito de justicia para Maricela Escobedo, para su hija Rubí, para las cientos de madres que perdieron a sus hijas, para las cientos de jovencitas que han muerto en manos de “gente” sin escrúpulos y para las miles de mujeres que viven y se mueven en faldas tarahumaras ó pantalones de mezclilla, por la bastedad del territorio chihuahuense.

50 son las veladoras que firmes y muy derechitas, le han dado la vuelta al Palacio de Gobierno que se erige frente a ellas imponente, enorme, poderoso y ellas mientras tanto ellas, no se mueven ni se dejan mellar, por el símbolo del poder estatal.

¿De dónde salieron estas velitas? Son pequeños seres, que se multiplican a una velocidad impresionante, seres de cera y de cordel que se encienden con un chispazo y logran levantar la moral y causar alegría en las personas, pero estas velitas, velas, veladores, cirios, velas de candelabro y velitas de té, surgieron de la urgente necesidad, de las ciudadanas de Chihuahua, de que les den una respuesta, por parte del gobierno y de los impartidores de la ley, en la muerte de Maricela Escobedo y de Rubí Frayre.

Silenciosas, pequeñas e inamovibles, algunas ya se han consumido y derramado su cera en el piso de Palacio murieron cumpliendo su causa la de recordar y buscar justicia para Maricela Escobedo, tal y como murió Maricela recordando y buscando justicia para Rubí la de la sonrisa alegre, tal y como las velas derretidas Maricela marco el Palacio de Gobierno con su sangre tal y como las velas derraman su cera, su sabia vital ella derramo la suya, su sangre.

Durante sus trayectos los paseantes, se topan con las velitas, con la realidad y sus ojos las examinan por breves segundos, sus bocas y mentes comentan la reproducción vivaz de la velitas y el impune asesinato de Maricela, algunos y algunas incluso se mueven a la mercería más cercana y adquieren una vela que posicionan en la fila india y la encienden unos lo hacen en silencio y otros elevan una oración al aire, tal y como los católicos acostumbran hacer.

Una joven madre de la mano de su hijita observan las veladoras, observan los mensajes y observan las marchitas flores, la mujer eleva su mirada al cielo y como único gesto aplasta la cara de su hija contra su vientre en un feroz abrazo, como muchas veces lo debió de hacer Maricela en vida con su pequeña Rubí, como lo hace cada madre al tratar de proteger a sus hijos del mundo, que amenaza con tragarlos.

Gobernadores, Alcaldes, Fiscales, Policías, Militares, Políticos, Diputados, Regidores, Ex Diputados y hasta el Jefe Diego, hablan de Maricela Escobedo, de su lucha, de su muerte y de su manifestación.

¿Y a las velitas las pueden matar? a ellas no, les pueden disparar, por lo tanto con la manifestación de las velitas no se puede terminar, es lo que suponen las

“Queremos que no se apague la esperanza, después del golpanazo que le dieron al sistema judicial”, decía Elena Rojo, de la Agrupación Defensora de los Derechos Políticos de las Mujeres, mientras colocaba a las primeras veladoras.

Asociaciones civiles y feministas, si bien fuero las primeras en colocar sus veladoras, no fueron las únicas después la sociedad de Chihuahua siguió su ejemplo y fue así como el imponente Palacio de Gobierno, comienza a ser rodeado por pequeños seres de luz que son incansables manifestantes.

Por: Lily Dueñas