En quiebra, el Seguro Social

**Con un pasivo laboral de 775 mil 995 millones de pesos, el fardo del Instituto Mexicano del Seguro Social, alcanza un billón 440 mil millones de pesos, es decir casi se ha duplicado en seis años.


En quiebra, el Seguro Social

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2013, 16:37 pm

Reconocido en su informe al Ejecutivo y al Congreso sobre su situación financiera y retos correspondiente al 2006, un pasivo laboral de 775 mil 995 millones de pesos, el fardo del Instituto Mexicano del Seguro Social, seis años después, alcanza un billón 440 mil millones de pesos, es decir casi se ha duplicado.

La cuenta, encendidos los focos rojos al inicio del gobierno zedillista, se ubicaba en 300 mil 728 millones de pesos, casi cinco tantos menos.

En ese 2001 se inició el rito anual de hacer el corte de caja para alertar del deterioro… y, naturalmente, ubicar las salidas.

El ejercicio derribó en escándalo tras escándalo, encendidas discusiones en tribuna del Congreso, sesudos análisis de expertos, declaraciones tranquilizadoras del Ejecutivo, ante la danza de números rojos, sin que llegara la fórmula mágica o si lo prefiere el hilo de Ariadna para salir del laberinto, por más que se celebró un convenio con el sindicato para elevar la edad de retiro de los trabajadores de nuevo ingreso a 60 años.

La medicina resultó aspirina para el cáncer.

El escenario, sin embargo, no se refleja sólo en el régimen de jubilaciones y pensiones de los trabajadores del Instituto o en el colosal déficit que se arrastra en dos de los cuatro seguros que sostienen la estructura, sino en la calidad de las instalaciones.
En el 2006 se alertaba que el organismo requeriría 52 mil 178 millones de pesos para abatir el rezago en materia de infraestructura médica, con un ritmo sostenido de inversiones de 5 mil 162 millones de pesos.

Las sumas fueron creciendo a lo largo de los años, y sin embargo el gasto no alcanzó ni la mitad de lo reclamado.

El caso, además, es que ninguna de las recomendaciones fue atendida.

Una de ellas hablaba de modernizar el Contrato Colectivo de Trabajo para estimular la productividad y la calidad en los servicios, adaptándose las reglas a las nuevas tecnologías, diseñando estímulos salariales y organizacionales que permitieran mejorar el ingreso de los trabajadores y reduciendo el costo de operación vía la disminución del ausentismo, la creación de plazas polivalentes y la subrogación de servicios no sustantivos.

Otra hablaba de explotar los recursos de eficiencia, intensificando la aplicación de las medidas de redistribución del gasto, de reestructuración organizacional, de rediseñar el proceso administrativo y operativo, de revisión del marco normativo…

Una más planteaba, amplificar y aumentar la cobertura de afiliación, en un escenario en que hace siete años se alertaba que sólo el 64% de la fuerza de trabajo estaba afiliada al Instituto.

Actualmente el 59% de la Población Económicamente Activa navega en la informalidad.

De hecho, se hablaba de flexibilizar la Ley del IMSS para permitir la incorporación de casi 10 millones de personas que hoy están sin cobertura social, adaptándola a la estructura del mercado laboral. Las recomendaciones se quedaron en el vacío.

Se diría que siete años después los retos del IMSS siguen siendo los mismos: viabilidad financiera; mejora en la atención y servicios; incremento, actualización y modernización de la infraestructura; aumento en la cobertura de afiliación; modernización del Contrato Colectivo y revisión integral de la propuesta de universalidad de la seguridad social.

Y aunque el actual gobierno ha enviado señales de que se atenderá el problema de pensiones de servidores públicos, que incluyen las de los propios trabajadores del IMSS, hasta hoy no hay signos de atención integral a los problemas del organismo.
A lo mejor hacen falta 12 informes más que muestren la precariedad a niveles de inopia total.