En año y medio, el PAN puede perderlo todo

**El PAN no se volvió un gigante electoral, ni mucho menos. En realidad, perdió el PRI, un partido que tenía a cuestas el peso de dos gobiernos en franco declive y con índices de aprobación por los suelos, como son el de César Duarte y el de Enrique Peña Nieto.


En año y medio, el PAN puede perderlo todo

La Crónica de Chihuahua
Junio de 2016, 22:24 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ ahoramismo.mx

A estas horas, el Partido Acción Nacional ya debe haberse dado cuenta que lo que recibió el pasado domingo no fue una andanada de votos ni mucho menos un cheque en blanco para hacer y deshacer en los próximos año y 11 meses a partir de octubre.

A estas horas, en el PAN, ya deben haber hecho las cuentas y se han de haber percatado que su votación es prácticamente la misma que hace seis años.
Al cierre del PREP, el candidato panista al Gobierno del Estado, Javier Corral Jurado, tenía 452 mil 239 votos, apenas un 6.8 por ciento más de los 423 mil 409 que consiguió Carlos Borruel hace seis años.

Con esa votación, Borruel se fue a un lejano segundo lugar, a casi 16 puntos de desventaja de su rival priista, César Duarte Jáquez.

En realidad, el PAN no creció en demasía, acaso 28 mil votos más que hace seis años, cuando prácticamente lo perdió todo. Es decir que, con la misma cantidad de sufragios a su favor, el PAN se queda ahora con la mayoría de los municipios, con 13 diputaciones de mayoría y con la gubernatura. Con ese capital electoral, al PAN le alcanzó hace seis años para hacerse de seis curules en total y de las presidencias municipales de Delicias y Cuauhtémoc.

En realidad, lo que ocurrió fue un desfonde del PRI y sus aliados y para medirlo, nada más basta ver la votación que obtuvo César Duarte y compararla con la que lleva contabilizada hasta ahora Enrique Serrano Escobar.

En el 2010, Duarte, como candidato el PRI al Gobierno del Estado, tuvo 600 mil 345 votos, cantidad que representa el “techo” de votación priista, pues nunca la han vuelto a alcanzar, menos a superar.

En cambio, Enrique Serrano tenía, con el 91 por ciento de las actas contabilizadas, 356 mil 888 votos, un 40 por ciento menos en comparación con los obtenidos por César Duarte hace seis años.

Para el PRI, la diferencia entre hacerle al PAN un “zapato”, como se dice en el dominó cuanto un jugador deja en cero al otro, fueron esos casi 250 mil votos que perdieron entre una elección y otra, y que no necesariamente se fueron al banco de votación panista.

¿Para dónde se fueron, entonces? Buena pregunta, pero tal vez la respuesta esté en la votación captada por actores que no estaban en la contienda hace seis años. Nada más hay qué ver que, entre el independiente “Chacho” Barraza y los partidos Movimiento Ciudadano y MORENA, se llevaron 265 mil 305 votos, es decir, poco más de la cantidad que perdió el PRI.

El PAN no se volvió un gigante electoral, ni mucho menos. En realidad, perdió el PRI, un partido que tenía a cuestas el peso de dos gobiernos en franco declive y con índices de aprobación por los suelos, como son el de César Duarte y el de Enrique Peña Nieto.

Eso significa que, para el PAN, el compromiso es aún mayor, porque llegaron al poder como consecuencia de un enojo social, más que con un bono de aprobación hacia sus campañas y candidaturas.
Los números antes expuestos no permiten hacer esa hipótesis. De ser así, el PAN está ante dos escenarios: o empieza a cumplir promesas, o comienza a perder votos. Ahí están sus dos noticias, la buena y la mala: la buena es que ganaron, la mala, es que sólo tienen año y medio para retener a sus electores…y a sus posiciones de gobierno.