El sonorense Géronimo y sus Apaches “cortadores de cabelleras”

**Vivían en continua resistencia y se defendieron atacando a sus enemigos, los mexicanos y los estadounidenses. Pero no fueron ellos los que iniciaron la barbarie de cortar cabelleras, fue idea del gobierno de Ángel Trías en Chihuahua en 1849.


El sonorense Géronimo y sus Apaches “cortadores de cabelleras”

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2019, 18:01 pm

Por Gustavo Ramírez, INAH

Cuando nos hablan de Apaches lo primero que suele venirnos a la cabeza es la imagen de indios contra vaqueros, en las interminables llanuras del vecino del norte. Los primeros atacan a los colonos y les arrancan el cuero cabelludo con un cuchillo, los segundos se defienden con valor y finalmente vencen a los bárbaros.

Lo primero es saber quiénes son los Apaches. No son una tribu, en realidad son un grupo de tribus compuesta por los Chiricaguas Nednhi, los Mezcaleros, los Mimbreños, los Chiricaguas Chokoneh, los Chiricaguas Bedonkoe, los Coyoteros, los Jicarillas, los Pimas y los Lipanes. A pesar de que se les conoce como Apaches, ellos se autodenominan Ndee. Habitaron Sonora y Chihuahua (que les llaman “tierra madre”) en México, y Arizona y Texas en los Estados Unidos. Fueron una auténtica resistencia al control español e inglés durante la colonia, y al control mexicano y estadounidense tras la independencia.

¿Quién cortaba la cabellera a quién?

Fueron perseguidos, diezmados, atacados y echados de sus tierras. Vivían en continua resistencia y se defendieron atacando a sus enemigos, los mexicanos y los estadounidenses. Pero no fueron ellos los que iniciaron la barbarie de cortar cabelleras, fue idea del gobierno de Ángel Trías en Chihuahua en 1849. Fue conocida como “ley de cabelleras”, “ley quinta” o simplemente “contratas de sangre”, ofrecían inicialmente 100 pesos por una cabellera de indio varón y 50 por cabellera de mujer. Este precio se elevó posteriormente a 200 pesos por una cabellera de indio, la mitad por el cuero cabelludo de una mujer y 250 pesos por cada guerrero que se capturara vivo y que generalmente era ahorcado.

Esto ocasionó una oleada de asesinatos sin precedente donde auténticos cazadores de cabezas, como el irlandés James “Santiago” Kirker, exterminaron a cientos de Apaches y gente de otras tribus. Sólo en ese año el gobierno de Chihuahua pagó 17,896 pesos a sus cazadores de cabelleras. Se pedía sólo el cuero cabelludo por la imposibilidad de acarrear un gran número de cuerpos o cabezas en estado de descomposición, a caballo y atravesando el desierto durante las semanas que duraban sus pesquisas.

La dificultad para diferenciar el sanguinolento cuero cabelludo de un Apache al de cualquier otra persona con el cabello largo, hizo que se dieran matanzas contra cualquier otra tribu aunque se le considerara pacífica, sólo por obtener dinero, diezmando a cientos de inocentes. Esto ocasionó el cambio de actitud de los Apaches y como represalia, empezaron a imitar este comportamiento en contra de sus enemigos a modo de venganza. El cortar cabelleras no formaba parte de ninguna costumbre Apache, ni era un ritual o un trofeo, hasta que la ambición de sus enemigos les enseñó esa terrible manera de vengar su guerra.

La ley de cabelleras fue sumamente efectiva y logró exterminar a los Apaches de México, haciendo que los supervivientes huyeran a Estados Unidos, continuando su resistencia comandados por su líder Gerónimo. Para la época de Porfirio Diaz, el gobierno se jactaba de por fin haber exterminado a los Apaches de México, algo que afortunadamente no ocurrió en Estados Unidos.

En la obra del investigador Manuel Rojas “Apaches... Fantasmas de la Sierra Madre” se prueba el origen sonorense de Gerónimo, ya que fue bautizado en Arizpe. En la obra incluye copia de un documento de la parroquia de la Asunción de María, en Arizpe, Sonora, que certifica que José Gerónimo (indio), hijo de Hermenegildo Moteso y Catalina Chagori, fue bautizado “el primero de junio a mil ochocientos veinte uno”. Fue Gerónimo el último líder de la resistencia guerrera Apache, tras rendirse fue remitido a una reserva en Estados Unidos en lo que fue un auténtico campo de concentración para él y su pueblo.

Los Apaches son nuestros hermanos, son nuestra historia y los herederos de la milenaria cultura del Anahuac. Tienen muchísimo qué enseñarnos, tanto en cultura como en historia, en valor y templanza. Lograron resistir la invasión de sus tierras desde la llegada de Cortés hasta finales del siglo XIX.

Esto es sólo una breve reseña de su historia, aún queda mucho por contar y rescatar, pero empecemos por darnos cuenta de que los Apaches no son los protagonistas de las películas gringas de indios y vaqueros, son los protagonistas de la olvidada historia de México.