El planeta se calienta

Reportaje/ La Crónica de Chihuahua


El planeta se calienta

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2015, 18:05 pm

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Nydia Egremy

No es una advertencia apocalíptica sino una realidad científica y tecnológicamente confirmada: el planeta se calienta. Imágenes de la Tierra, captadas desde el espacio, muestran los dramáticos efectos de las fuerzas de la naturaleza y la acción directa del hombre.

Mientras los expertos se dividen por el temor a una próxima glaciación o a una sequía implacable, las ecocidas empresas petroleras, mineras y automotrices, así como las guerras, crean millones de desplazados por el clima. Problema político y de seguridad global, el cambio climático atañe al Norte y al Sur, quienes decidirán si lo frenan o si sucumbe la Humanidad.

La alerta viene de instancias globales. El año 2014 fue el más caliente en la historia contemporánea, con temperaturas promedio de 14.68 grados Celsius, informó la Agencia Nacional Aeroespacial (NASA) con base en 135 años de registros. A su vez, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) registró 14.58 grados Celsius de temperatura promedio para ese año, que fue muy superior a la media de todo el siglo XX. Siete mil millones de personas sufren las consecuencias de este grave síntoma del planeta.

Detrás de ese fenómeno está la desenfrenada emisión y concentración de gases de efecto invernadero (GEI) –metano, óxidos de nitrógeno, dióxido de carbono y otros más– en la atmósfera, seguida de la combustion de combustibles fósiles, la industrialización, la frenética urbanización, la masiva extracción de crudo, gas y minerales, el uso de fertilizantes nitrogenados, el cultivo de arroz, la cría de ganado, la pesca y la deforestación indiscriminada, además de otras prácticas humanas depredadoras ambientales que calientan el planeta y anticipan inminentes catástrofes.

La causa de que cada año sea más caliente es porque la quema de combustibles fósiles retiene más energía en la atmósfera y los océanos. Expertos advierten que por ello el campo magnético de la Tierra se revierte y empieza a girar en sentido contrario: el Polo Sur se revertirá en el Polo Norte y al desaparecer la cálida corriente del golfo, regiones del mundo vivirán una nueva era glacial que las harán inhabitables. Tan dramático futuro se bosqueja en los anuncios de la NASA y la NOAA.

Hace meses que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) alertó contra las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono por la acción humana, que ocasiona el cambio climático y pone en peligro la vida en el planeta. Ante la grave situación, el secretario general de la Organización Mundial Meteorológica, Michel Jarraud, afirmó que esos datos eran consistentes con el cambio climático y sentenció que en el siglo XXI se presentaron 14 de los 15 años más calientes. Estas advertencias exigen una posición activa, no la actitud impasible que hasta ahora ha habido ante el calentamiento global.

Los causantes

En el centro del proceso contaminador está el dióxido de carbono (CO2), cuya concentración en la atmósfera se incrementó de 280 partes por millón (ppm) entre los años 1000-1750, a 368ppm en el año 2000; es decir, el 31 por ciento. Los causantes son 90 empresas privadas y gubernamentales que entre 1751 y 2010 generaron 914 gigatoneladas de emisiones de CO2, señala la investigación del Instituto de Responsabilidad Climática en Colorado, Estados Unidos (EE. UU.), publicada en la revista Climatic Change y el diario británico The Guardian en mayo de 2014.

El sector petrolero generó el 3.4 por ciento de emisiones de GEI en el mundo (dos tercios del total desde que inició la era industrial hasta nuestros días) y los responsables directos fueron las empresas Chevron-Texaco, Exxon, BP y Royal Dutch, seguidas de las carboneras privadas British Coal Corp., Peabody Energy y BHP Billiton. También contaminan las petroleras estatales Saudi Aramco, de Arabia Saudita, la rusa Gazprom y la noruega Statoil, cita la investigación.

El estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la consultoría Trucost afirman que el sector de servicios es el más dañino para el medio ambiente, donde empresas proveedoras de gas, electricidad y agua, de telecomunicaciones, sanidad, tecnología y servicios financieros son grandes contaminantes. A su vez, el informe De brazos cruzados de Oxfam, que investigó a las 10 mayores empresas alimentarias del mundo, asevera que ese sector emite en conjunto 263.7 millones de toneladas de GEI, más que Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega juntos.

Las causantes son Associated British Foods, Coca-Cola, Danone, General Mills, Kellogg’s, Mars, Mondelez International, Nestlé, PepsiCo y Unilever.Y propone que si todas acordaran reducir sus emisiones de GEI en 80 millones de toneladas de este año a 2020, ello equivaldría a retirar de circulación a todos los autos de Los Ángeles, Pekín, Londres y Nueva York.

Pese a que Occidente estigmatiza a China como gran emisor de CO2, la Agencia Internacional de la Energía sostiene que las emisiones de ese país se han reducido y anticipa que en 2030, EE. UU. y los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico superarán en 40 por ciento las emisiones per cápita de China.

A su vez, el director del foro United Explanations, Lluís Torrent indica que entre 1990 y 2006 China e Irán fueron los que más redujeron la intensidad de sus emisiones –más del 60 por ciento por unidad de producto interno bruto producido–. En contraste, Torrent señala que Qatar, Kuwait y Trinidad y Tobago encabezan la lista de los 20 mayores países emisores de CO2 –con EE. UU. en décima posición– y fueron responsables del 75.5 por ciento de las emisiones globales.

Viene la glaciación

Algunos geofísicos, físicos y climatólogos esbozan la hipótesis de que la actividad del Sol ha decaído y alertan a la población sobre la posibilidad de fríos severos que conduzcan a una nueva glaciación. El jefe de física espacial del Laboratorio Rutherford Appleton en Oxfordshire, Richard Harrison advierte: “no es remota una nueva mini-glaciación”; mientras que el jefe de investigaciones del Observatorio de Pulkovo en Rusia, Habibullo Abdusamátov, asegura que el planeta se comenzó a enfriar.

Al estudiar la periodicidad de la actividad solar, ese científico encontró datos que indican que la temperatura bajará radicalmente a partir de 2014 y llegará a su pico en 2055; tal descenso reducirá las zonas de siembra y de extracción de hidrocarburos. Hallazgos de la Universidad de California y la NASA confirman que la fusion de los glaciares de la Antártida se triplicó en la última década, hasta alcanzar 83 gigatoneladas anuales.

La fusión del hielo polar libera gran cantidad de agua dulce a los oceános (salinos) que pierden fuerza para seguir su ciclo. Eso ocurre ya en la Corriente del Golfo, que evita que se congelen Canadá, el Reino Unido, los países nórdicos y la zona ártica. Tras depositar sus aguas cálidas, la Corriente ya fría retornaba al sur para recalentarse en la llamada Circulación Termohalina, que potencia la corriente profunda llamada Gran Convector Océanico que fluye en todos los océanos.

Hoy, en contraste, la Corriente pierde sales, se hace más densa y se hunde en el Atlántico Norte por más de kilómetro y medio, donde congela el fondo polar y se estanca. Europa y América del Norte desaparecerán bajo kilómetros de hielo y habrá una glaciación, si persiste el calentamiento climático, dice la Fundación Científica Europea.

El calentamiento global que deshiela los glaciares alimenta la hipótesis del Desplazamiento de los Polos del profesor Charles Hapgood, según la cual los polos y el eje de rotación de la Tierra están cambiando.

En su apoyo, investigadores de la Universidad de Texas registraron en 1982 un ligero desplazamiento del Polo Norte hacia Canadá –de dos milisegundos (seis centímetros)– y el desplazamiento del Polo en dirección opuesta, hacia Groenlandia, a un ritmo tres veces superior al habitual, a partir de 2005. Alertan que ese cambio de sentido causará inundaciones, sismos y una nueva glaciación.

Los detractores afirman que el desplazamiento sería de sólo un grado entre cada 790 y 810 millones de años. Destacan que el llamado Desplazamiento Polar Real, hace que la Tierra gire con respecto a un eje fijo de rotación y en los últimos 200 millones de años el Polo se ha desplazado casi 30 grados.

En tanto, los inuits de la zona ártica, alertaron a investigadores visitantes de la NASA que el cielo y la tierra han cambiado. Han perdido sus referencias astronómicas y afirman que el Sol no sale por el mismo lugar que antes, que en el día está más alto de lo que solía estar y calienta más rápido. El deshielo de los glaciares elimina el hielo del mar y ocasiona terremotos, lamentan los esquimales, refiere el sitio web sobre alteraciones climáticas El Gran Almanaque Tambaleante.

Para investigar in situ los efectos del cambio climático, el rompehielos Esperanza de Greenpeace recorrió el archipiélago noruego de Salbard en el Polo Norte en agosto de 2014. Constató que esa zona de gran biodiversidad se degrada por la prospección petrolera y la pesca industrial.

Terrorismo ecológico

El medio ambiente sufre un daño colateral por las guerras. Los sucesivos conflictos dejan una estela de instalaciones civiles, fuentes de agua y energía destruídas, además del uso de uranio empobrecido, fósforo blanco (semejante al napalm) y otras armas químicas. Esa basura bélica se acumula a los desechos de guerras pasadas: balas de plomo, residuos de misiles antitanque, explosivos de nitrógeno orgánico y mercurio, minas, bombas y granadas que hacen inaccesibles kilómetros de territorio a personas y animales.

Algunos tanques usan los cancerígenos policlorobifenilos en su sistema hidráulico, los aviones de combate añaden a su combustible halones que destruyen el ozono y las armadas marinas usan estaño orgánico en la pintura de sus navíos. Las potencias lanzan miles de toneladas bélicas sobre personas, flora y fauna en el llamado terrorismo ecológico, que ocasiona pánico en la población directamente afectada, según la académica de la Universidad del Rosario, Stéphanie Lavaux.

Ese estrés ambiental se vincula con el potencial agotamiento de agua dulce y los conflictos que se generanen el Medio Oriente (Israel y Palestina). Descontaminar cinco zonas dañadas de Irak –entre cientos o miles–, requiere de 40 millones de dólares, y retirar 1.6 millones de minas terrestres en Kuwait costaría 400 millones de dólares, según el PNUMA. Se ignora el costo para descontaminar de uranio empobrecido los Balcanes y Afganistán y de otros tóxicos en Congo, Ruanda y Burundi, Liberia, Somalia, Sierra Leona, Malí y Costa de Marfil.

Los conflictos de baja intensidad usan tecnología de última generación bajo la premisa de que someter al adversario es de mayor utilidad; de ahí que las intensas lluvias provocadas por la “siembra” de nubes en 1974 en las “zonas objetivo” del Departamento de Defensa estadounidense evitaron acciones de las tropas de liberación. El terrorismo ambiental busca desaparecer países que quieren ser soberanos y libres, afirma el exministro de Ambiente de Ecuador, Édgar Isch López.
Para desestabilizar el ambiente del adversario, EE. UU. ideó el Proyecto de Satélites Impulsados por el Sol, donde se usó el rayo láser con fines militares y las microondas para calentar zonas. El Programa Aurora Activa de Alta Frecuencia alteraría la ionósfera con fines bélicos por lo que el Parlamento Europeo intentó evitarlo, según el canadiense Michel Chossudovsky del Global Research.

Advertidos y preparados

Si las temperaturas siguen subiendo al ritmo actual, la producción de maíz, el cereal más consumido en el mundo, podría reducirse hasta un 30 por ciento en los próximos 50 años, alerta el director del Centro sobre la Seguridad Alimentaria y el Medio Ambiente, David Lobell. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura estima que si la temperatura aumenta 0.4 grados Celsius por década, acabará con el llamado “cinturón del maíz” de EE. UU.

La falta de alimentos, los terremotos y otros desastres aumentarán si a finales del siglo sube el nivel del mar entre 26 y 28 centímetros, prevén expertos del IPCC que urgen a emprender estrategias de mitigación agresivas contra los Gases de Efecto Invernadero. De lo contrario, en el año 2100 subirá la temperatura global más de dos grados Celsius.

Así pues, no basta adaptarse y mitigar esos eventos sino prepararse para lo peor con el cambio climático. La única vía es que este verano se alcance en París un pacto mundial que detenga las graves alteraciones del clima y entre en vigor en 2020. Ese sería un triunfo de la voluntad política.