El origen de la hambruna en Chihuahua

Por Abel Pérez Zamorano, para LA CRÓNICA DE CHIHUAHUA.


El origen de la hambruna en Chihuahua

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2012, 21:19 pm

(El autor es investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales (CEMEES)

Chihuahua, Chih.- Un hombre hambriento es alguien desesperado, dispuesto a arrostrar cualquier peligro, y desafiar toda norma para conseguir el pan de su familia. Ante ello, el gobierno federal se muestra totalmente autista, ignora esta gran verdad

Sufren hambre 500 mil chihuahuenses. La peor crisis en medio siglo. Así cabecea El Heraldo de Chihuahua la principal del 6 de diciembre, y agrega enseguida que, según el gobierno del estado: “… son ya 500 mil los chihuahuenses que padecen de la crisis alimentaria, por lo que se creó la Comisión Interinstitucional que trabajará de forma permanente en la atención de la hambruna más severa de los últimos 50 años en el estado de Chihuahua”. Me permito agregar algunos párrafos de esta interesante nota, que dice, citando a un alto funcionario del gobierno estatal: “Podemos advertir que en principio eran los habitantes de 22 municipios serranos que enfrentaban la carencia de alimento, unas 250 mil personas afectadas, pero al paso del tiempo se han incorporado varios sectores de los 67 municipios del estado que de forma indirecta han sido golpeados por esta situación… Explicó que de acuerdo a los indicadores del Coneval, en los 22 municipios que enfrentan inclemencias climáticas en la Sierra Tarahumara es donde más se concentra la afectación alimentaria de las familias… Destacó que en el censo de 2010 el Coneval registró a 228 mil personas que ya padecían esta problemática de falta de alimentos, pero que debido a la falta de lluvias y al intenso frío se han sumado por lo menos 280 mil más que se quedaron sin recursos para comer, al perder su ganado y las cosechas” (El Heraldo de Chihuahua, p. 16).

Ciertamente, hay un desastre natural en el estado. Según cifras oficiales, debido a la sequía han muerto ya más de 200 mil reses, y se han perdido muchas cosechas, empeorando la ya de por sí precaria situación de miles de familias de las zonas rurales, desgracia que viene a complicarse con las durísimas heladas. Cierto. Son hechos de extrema gravedad. Todo eso es así, pero no constituye una fatalidad, algo ineludible. Para cualquiera que piense con detenimiento es claro que si existiera otra estructura de gobierno y otros mecanismos de distribución de riqueza, el gobierno federal habría enviado ya, hace mucho, en grande, alimento suficiente para todo el invierno, generado empleos, promovido la construcción de viviendas de bajo costo que sean verdadero abrigo para las familias; habría promovido un programa de sistemas de calefacción y provisión de combustible suficiente para calentar hogares, escuelas y hospitales; habría construido más pozos o represas para el almacenamiento de agua, hospitales rurales, refugios dignos y abrigados para los más necesitados, etc. Pero en lugar de eso, el gobierno federal presume el envío de limosnas de sus programitas asistenciales, o el ofrecimiento de bombones asados a los hambrientos campesinos de la Sierra. ¿Se puede gobernar con tanta frivolidad a este gran país? ¿Así se piensa llevar desarrollo a los tarahumaras, hoy condenados a la mendicidad?

Las heladas y la sequía que afectan a la entidad, con todo lo graves que son, no constituyen el fondo del mal. No se trata de una fatalidad, determinada solamente por la naturaleza, a la cual se hace culpable de todas nuestras desgracias. Desde esa perspectiva, muy del gusto de los medios, los ricos y el gobierno, el clima inhóspito de Chihuahua, el desierto y el frío invernal serían la causa suficiente. Pero no es así.

Una primera razón es que la hambruna no afecta por igual a todos los chihuahuenses: daña a los pobres, a los campesinos de agricultura de infrasubsistencia, a los mineros, en fin, a la clase pobre, que de por sí se encuentra ya en el hambre o en el umbral de la misma. La razón, pues, es estructural.

Veamos. Somos el país número 12 en generación de riqueza, con una producción petrolera enorme: séptimo productor mundial de crudo, con exportaciones diarias de cerca de un millón y medio de barriles; somos primer productor mundial de plata (Chihuahua mismo ha sobresalido en esto). México es un destacado exportador de frutas, hortalizas y flores, que generan ingentes ingresos de divisas; por ejemplo, somos primer lugar mundial en exportación de aguacate.

Exportamos camarón, pescado, miel, sal, cerveza, fresas, los mejores tomates de Sinaloa, berenjena, etc. Chihuahua es famoso por su producción de manzanas, quesos y es casi número uno por su ganado, que produce carne de la más fina. Su minería es de antología. En la Tarahumara se explotan inmensos bosques y riquísimas minas de oro, plata y otros minerales, que generan fortunas fabulosas, sobre todo para compañías extranjeras.

Toda esa riqueza queda en manos de grandes corporativos empresariales, muchos de ellos extranjeros, que han venido saqueando a éste, el estado más grande de la República, que con un poco más de 247 mil kilómetros cuadrados constituye casi la octava parte del territorio nacional. Y considerando todo ello, ¿cómo explicar que, con sequía y todo, haya medio millón de personas con hambre?

Aquí lo que falla, evidentemente, es la organización de la economía nacional, y el esquema de apropiación, que deja en el desamparo a las grandes masas trabajadoras. Finalmente, por lo que hace a las consecuencias de todo esto, no olvidemos que el hambre propicia violencia, y eso se ve en Chihuahua. Un hombre hambriento es alguien desesperado, dispuesto a arrostrar cualquier peligro, y desafiar toda norma para conseguir el pan de su familia. Ante ello, el gobierno federal se muestra totalmente autista, ignora esta gran verdad, y pretende acabar con la violencia y el crimen con más recursos policiacos, más cárceles, endurecimiento de penas, y más retenes por todos lados. Y como era de esperarse, estas medidas no han funcionado, por una simple razón: se atacan efectos, no las causas sociales. Así pues, la realidad nos dice que necesitamos urgentemente otro México, otro país, y urge construirlo, y tenemos con qué hacerlo: recursos naturales, riqueza, y, sobre todo, un pueblo grande, trabajador y talentoso. Podemos hacerlo y evitar así tanto dolor. Necesitamos, en fin, un gobierno más sensible a las necesidades populares.

**Abel Pérez Zamorano es un chihuahuense nacido en Témoris, municipio de Guazapares, tiene un Doctorado en Desarrollo Económico en la prestigiosa London School of Echonomics, una Maestría en Políticas del Desarrollo por la misma institución británica, y un grado de Máster también en Economía por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Ciudad de México. Es Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma de Sinaloa con mención honorífica por el mejor promedio de su generación.