El monopolio del transporte, capitalismo bárbaro

Abel Pérez Zamorano www.facebook.com/abelperezz


El monopolio del transporte, capitalismo bárbaro

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2013, 20:49 pm

El autor es Doctor en Desarrollo Económico por la London School of Economics, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y profesor-investigador en la División de Ciencias EconómicoAdministrativas de la Universidad Autónoma Chapingo.

Se enseña a los estudiantes en las escuelas que si tienen mente emprendedora, actitud de triunfo, dedicación y talento, cuando intenten formar su propio negocio, tendrán éxito; para tal efecto, los planes de estudio ayudan con asignaturas “especializadas”. Los jóvenes creen todo eso y cursan la carrera pensando que les espera una sociedad comprensiva, generosa, que sabrá valorar su inteligencia y creatividad; que el capital es democrático y accesible; en fin, que el éxito está a la vuelta de la esquina. En el mismo tenor, el propio gobierno publicita el supuesto potencial y las bondades, reales e imaginarias, de los micronegocios, haciendo creer a todos que en cada ciudadano hay un próspero empresario en embrión.

Pero al intentar poner en práctica esas teorías, se hace evidente que tal visión del capitalismo es sólo hueca fraseología, venta de ilusiones; que desde hace mucho tiempo la riqueza ha sido ya repartida, y que la economía no sólo rechaza a nuevos aspirantes a empresarios, sino que está expulsando a muchos de los que ya estaban. Históricamente, en sus primeras etapas la estructura del capitalismo se basaba en numerosas y pequeñas empresas, en un ambiente de relativa competencia, libre acceso y estímulo a la iniciativa personal; pero había contradicciones incipientes que, conforme maduró, se desplegaron: destacadamente, la acumulación progresiva del capital, su alejamiento del esquema original “democrático”, y su transformación en un sistema de oligopolios, duopolios, y monopolios. Y al desarrollarse, el propio capital ha venido suprimiendo a la pequeña empresa.

Ciertamente, la teoría económica en boga admite imperfecciones, algunos “fallos”; entre otros, que oligopolios y monopolios emplean “barreras a la entrada” contra posibles nuevos competidores, todas ellas muy decentes por cierto: patentes y tecnología exclusivas, acceso restringido a ciertas materias primas, monto mínimo del capital disponible, mejores métodos de administración, etc. Pero ésa es sólo la parte amable de la realidad. Para empezar, no es cierto que el mercado esté liberalmente esperando el arribo de nuevos participantes para dejarles entrar y compartir con ellos en buena paz y armonía las utilidades. Y tampoco se constriñe a las barreras antes mencionadas: su respuesta es verdaderamente brutal, como puede verse en el mundo en las guerras de conquista por mercados y materias primas.

Sin ir tan lejos, en México tenemos un verdadero paradigma de este fenómeno: el escandaloso monopolio del transporte, que en el Estado de México detenta Axel García Aguilera, poseedor de una flotilla de más de tres mil unidades. En ese coto de poder nadie más puede entrar a ofrecer el servicio, como han podido comprobar en carne propia pequeñas empresas y también choferes individuales que poseen y operan sus propias unidades. El monopolio se defiende, pero no mediante la respetuosa competencia económica, en costos, competitividad sana, etc., como enseñan la teoría económica y la buena administración, sino con métodos feroces, ejemplo extremo de la naturaleza misma del monopolio. Como puede verse en desplegado de prensa publicado por la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR), el sábado diez de febrero, los recursos empleados para “proteger” el negocio nada tienen de científicos; el documento ofrece una narración circunstanciada de hechos verdaderamente pavorosos, como asesinatos, golpizas, destrucción e incendio de unidades de transporte y allanamiento de casas, entre muchos otros. Su lectura es muy esclarecedora. El último episodio fue el allanamiento y destrucción de mobiliario de dos albergues de estudiantes en la delegación Tlalpan: un claro y siniestro mensaje intimidatorio dirigido a quienes el monopolio considera aliados de los pequeños transportistas que han tenido la osadía de intentar trabajar en el feudo de García Aguilera.

Una lección más deja ese modus operandi, y es que, como ocurre por necesidad en economías dominadas por grandes corporativos, otro foso de cocodrilos rodea al castillo del monopolio y espera a los inocentes que han creído la historia romántica de los emprendedores: el monopolio, convertido en estructura económica dominante, termina también por adueñarse del aparato del Estado, poniendo gobernantes incondicionales como garantía de impunidad y protección. Al respecto, el documento antes citado describe con lujo de detalle cómo el gobierno del Estado de México no sólo encubre, sino que apoya las acciones del imperio transportista.

En resumen, el capital no es accesible ni democrático. Debido a las inexorables leyes de su desarrollo, ha quedado concentrado en una formidable estructura, fuente de utilidades extraordinarias obtenidas gracias al poder de mercado, que le permite fijar precios e imponer condiciones. Y emplea barreras, limpias y sucias, para defenderse de potenciales competidores. La realidad, sin adornos, es que la riqueza ya tiene dueños, y éstos ni siquiera mendrugos de su pastel quieren dejar para los demás. Se confirma asimismo que quien tiene el poder económico, tendrá también el político, para utilizarlo a su servicio, como garantía de absoluta impunidad. Pero todo en la vida es una contradicción, y la tendencia concentradora genera siempre una fuerza opuesta: la resistencia de todos los afectados, en este caso los choferes y pequeños transportistas del Estado de México, cuyo reclamo de un espacio y una oportunidad para trabajar y ganar el sustento familiar es absolutamente legítimo, y por ley el gobierno está obligado a atenderlo. En fin, si la realidad genera el problema, también ofrece su posible solución, y es urgente aplicarla, pues de no asegurarse suficientes fuentes de trabajo, serán cada día más los miles de mexicanos que sigan optando por buscar el ingreso de sus familias por medios no legales, y México seguirá viviendo en la zozobra; todo para que un puñado de acaparadores de la riqueza pueda amasar fantásticas fortunas.