El machista sexenio de AMLO

**Las mujeres creyeron ver en el proyecto de la “Cuarta Transformación” una salida a su situación marginal, pero a dos años de gobierno del presidente López Obrador, los resultados muestran una realidad completamente diferente.


El machista sexenio de AMLO

La Crónica de Chihuahua
Marzo de 2021, 07:10 am

Adamina Márquez/
Buzos de la Noticia

Ciudad de México.- El proyecto de gobierno que se vendió como el más feminista de la historia reciente y que atrajo la mirada de miles de mujeres que por muchos años han padecido violencia, falta de oportunidades y bajos salarios, mantiene la misma indiferencia y hostilidad que ha caracterizado al sistema mexicano en la última centuria.

Las mujeres creyeron ver en el proyecto de la “Cuarta Transformación” (4T) una salida a su situación marginal, pero a dos años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), los resultados muestran una realidad completamente diferente a la que ofreció en su discurso como candidato.

Por ello, no fue extraño que hace algunas semanas, un grupo de mujeres exigiera al Presidente que “rompiera el pacto”, es decir, que dejara de solapar a candidatos machistas al interior de su propio partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Ese día, el jefe del Ejecutivo realizaba un evento en las inmediaciones del Museo de la Bandera, en la ciudad de Iguala, Guerrero.

Las integrantes del Colectivo Nacional Feminista (CNF) decidieron manifestarse para exigirle que “no se hiciera de la vista gorda” ante las denuncias contra Félix Salgado Macedonio por violación y agresiones sexuales; hasta la semana pasada, Salgado era el candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero.

“¡Un violador no será gobernador! –gritaban, y exigían–, Presidente, rompa el pacto”. Pero el mandatario no se detuvo a escucharlas. Para contrarrestar las protestas, simpatizantes de Morena golpearon en el rostro a la activista Yolitzin Jaimes, quien encabezaba a las manifestantes que habían arribado al lugar con megáfonos y pancartas.

“Acudimos a la visita del Presidente con la esperanza de que nos oyera, de que nos escuchara; pero una de las mujeres que coordina Zulma Carvajal (sobrina del ex candidato Salgado Macedonio) me golpeó con el megáfono en la cara. Quieren callar nuestra voz. Que el mundo sepa que, en Guerrero, las mujeres estamos en resistencia; que hay un pacto patriarcal que sostiene la candidatura de Félix Salgado Macedonio”, denunció la activista.

Esta agresión y el contexto de protestas en el que ocurrió no son un hecho aislado, sino el reflejo del trato y la atención que las luchas feministas reciben del gobierno de la 4T, cuyo titular ofreció como candidato que éste sería el sexenio de las mujeres.

El engaño morenista a las mujeres

Durante la campaña de 2018, el discurso del partido que hoy está en el poder siempre estuvo dirigido a los grupos desvalidos de México: los pobres, los trabajadores, los adultos mayores, las mujeres, los jóvenes que carecen de oportunidades para estudiar o trabajar. A decir de los especialistas, este discurso generó gran simpatía entre la población y hace más de dos años otorgó un arrasador triunfo a Morena.

Sin embargo, en el discurso de AMLO, la agenda feminista no tenía un lugar central, como lo advirtió, desde entonces, Brisa Ruiz, especialista en derechos humanos y democracia.

“¿Las cuotas igualitarias en el gobierno tendrán un efecto positivo en la disminución de la brecha de género del país? Lo cierto es que AMLO y su equipo han dicho poco al respecto. Incluso, durante su campaña política se cuestionó la adhesión del Partido Encuentro Social (PES) a la coalición Juntos haremos historia, puesto que su visión conservadora –el PES se define como el partido de la familia– se contraponía a los supuestos valores de izquierda que rodearon la campaña de AMLO”, escribió Brisa en su artículo México: ¿la Cuarta Transformación será feminista?, publicado en Nueva Sociedad.

El 31 de mayo de 2018, un mes antes de las votaciones que dieron el triunfo al hoy Presidente, el partido Morena publicó, en su cuenta de Twitter, un manual feminista de 28 páginas titulado Femsplaining: hablemos nosotras. Este documento explicaba las propuestas del candidato presidencial en favor de la población femenina.

“Mujeres mexicanas, mujeres del mundo, abran más los ojos. Femsplaining es un manual para hablarnos, para escucharnos, para dejar atrás nuestros miedos, para salir adelante, para empoderarnos, para explicarle al mundo que existimos, para no estar invisibilizadas”, declaró la presentadora, exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Olga Sánchez Cordero quien, en ese entonces, ya había sido anunciada como posible Secretaria de Gobernación (Segob).

El texto contenía siete ejes de acción en torno a los derechos de la mujer: educación y cultura, independencia económica e inclusión laboral, acoso y violencia, feminización de la pobreza, salud reproductiva, violencia y acceso a la justicia, y administración pública con perspectiva de género.

En concreto prometía elevar el salario mínimo a la línea de bienestar mínimo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); crear programas de atención ciudadana gestionados por mujeres, crear guarderías y estancias infantiles de calidad; incorporar a las mujeres a la estructura laboral de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol); procurar que las labores de cuidado se distribuyeran en igualdad; crear una política nacional de salud reproductiva; brindar cobertura universal y atención médica de calidad a las mujeres; dar acceso a los servicios de salud desde el primer nivel de atención y hasta medicina especializada; garantizar la atención a mujeres embarazadas, con VIH-SIDA; crear protocolos de atención a víctimas con perspectiva de género y perseguir los crímenes de odio.

Nada de eso se ha cumplido. Una vez en el poder, el primer proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) que el mandatario envió al Congreso de la Unión, con mayoría morenista, eliminó o disminuyó los recursos de 20 programas de apoyo a la mujer. Es decir, en el primer año de gobierno de AMLO, las mujeres en situación vulnerable recibieron casi dos mil millones de pesos (mdp) menos que en el último año de la administración de Enrique Peña Nieto.

Entre los programas desaparecidos estuvieron el de Equidad Educativa, de la Secretaría de Educación Pública (SEP); el de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras de la Secretaría de Salud; el de Inclusión y Equidad de Género; el que administró recursos para atender a niñas, niños y adolescentes y el de apoyo para la Promoción del Respeto a los Derechos Humanos y Atención a Víctimas del Delito, a cargo de la hoy Fiscalía General de la República (FGR).

La desigualdad no solo sigue, se incrementa

Carmen es trabajadora de limpieza en la Ciudad de México (CDMX), es madre soltera de dos niños y su único sustento, por lo que no puede darse el lujo de faltar a su trabajo para hacer “cuarentena”. Tuvo que buscar otros trabajos para sostenerse. “Me apanicaba y me preguntaba qué va a pasar; pero también me armaba de valor y me repetía: yo tengo que llegar a mi trabajo. Ya no es cómo antes, vives con miedo”, aseguró en una entrevista con buzos.

Mujeres

El hecho de ser la única proveedora de su hogar, le da valor para salir los días que debe trabajar. “A veces digo: hoy no quiero ir; pero ya luego pienso: si no voy, ¿quién me va a mantener? Si no voy, va a llegar la quincena y ¿qué voy a hacer? ¿De dónde voy a surtir mis cosas? Entonces, me digo: ya, olvídate de tonterías y camina. Entonces sales y tú misma te tienes que dar valor, porque no hay nadie allá afuera que nos pueda ayudar”, confiesa mientras sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.

El Covid-19 no la ha paralizado, como tampoco ha paralizado a 20.2 millones de mexicanas que en 2020 siguieron trabajando pese a la pandemia. Pero le preocupa el desempleo y el continuo aumento del precio de la canasta básica que no ha parado desde la contingencia.

En julio de 2018, antes de que empezara el Gobierno de la 4T, el Comité para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) publicó una serie de observaciones al Estado mexicano, entre las que destacan el aumento de la violencia, los feminicidios y la ausencia de estrategias para alentar el empoderamiento económico, laboral y educativo de las mujeres.

El comité, que pertenece a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), destacó que la indefinición del gobierno mexicano en temas como la legalización del aborto y la ausencia de garantías en los derechos de poblaciones vulnerables como los LGBTI, las mujeres indígenas y campesinas, las defensoras de derechos humanos, las periodistas, las migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo.

El Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección coincidió con este análisis y afirmó que “muchas mujeres mexicanas se enfrentan a importantes obstáculos que les impiden participar plenamente en el mercado laboral. Estos incluyen: la carga del trabajo no remunerado; los tradicionales roles de género; y la carencia de políticas de conciliación entre trabajo y vida familiar, especialmente la insuficiente oferta de servicios de cuidado infantil y de prácticas laborales flexibles”.

En 2019, el primer año de gobierno de AMLO, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Instituto Nacional de las Mujeres (INM) realizaron la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT), en la que se evidenció que las mujeres mexicanas trabajan 6.2 horas más que los hombres en promedio a la semana. El estudio reveló que el total de horas de trabajo semanal de las mujeres de 12 años y más fue de 59.5 horas, mientras que el de los hombres fue 53.3 horas.

La encuesta también mostró que solo el 31 por ciento del tiempo total de trabajo de las mujeres corresponde al trabajo externo; que el 67 por ciento lo realiza en su casa, que además no es remunerado y el 2.5 por ciento lo destina a la producción de bienes de uso exclusivo del hogar. En contraste, el 69 por ciento del trabajo de los hombres está dedicado al mercado, el 28 por ciento al trabajo no remunerado de los hogares y el tres por ciento a la producción de bienes para uso exclusivo del hogar.

En 2020, la realidad en México y América Latina empeoró más. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que, con la crisis económica derivada de la pandemia de Covid-19, la población femenina registró una mayor tasa de desempleo, más pobreza y la caída de sus ingresos fue superior a la de los hombres.

En el documento La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad, publicado por este organismo, se advierte que habría 23 millones de mujeres latinoamericanas más en la pobreza, con lo que la cifra integral subiría de 95 a 118 millones y la tasa de desocupación pasaría del ocho al 11 por ciento.

México fue uno de los países que mayores índices de desempleo registró en América Latina, sobre todo entre las mujeres que realizan trabajo doméstico remunerado, pues 33 de cada 100 féminas que se dedican a estas tareas perdieron su empleo. El total de las trabajadoras mexicanas que perdieron sus empleos en la primera mitad de 2020 fue de 3.2 millones, según cifras sobre la recuperación del mercado laboral publicadas por el Inegi.

Pacto

Las mujeres que han podido conservar su trabajo tampoco la pasan bien, si bien obtienen ingresos más o menos seguros, su poder adquisitivo empeora. A decir del Coneval, en un año de pandemia, el costo de la canasta básica se incrementó en 100 por ciento, ya que su costo pasó de mil 165 pesos en 2019 a dos mil 780 en 2020. En ese mismo periodo, el salario mínimo diario apenas aumentó 20 pesos: de 102.68 a 123.22 pesos.

La disparidad económica, la falta de oportunidades y el desempleo han mermado la calidad de vida de las mujeres, sobre todo la de las más pobres, como apuntó la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, quien sostuvo que las mujeres con menores ingresos enfrentan un doble obstáculo: falta de autonomía económica y de capacitación para trabajar a distancia. Esto las lleva a depender económicamente de una figura masculina, con sus hijos, en muchos casos, bajo condiciones deplorables que ponen en riesgo sus vidas.

Más violencia, más muertas

–¿Y por qué le hiciste eso a tu esposa? –Te digo que empezamos a discutir. Seguimos discutiendo y empezamos a forcejear. Después me dijo que me quería matar y le digo “mátame”. Y que sacó el cuchillo y le digo “de una vez”, y fue cuando primero como que me lo enterró. Le digo: “dale más fuerte de una vez” y me pegó como dos veces más.

–¿Cómo fue que la mataste?

–Con ese mismo cuchillo que me golpeó: se lo enterré por el cuello.

–¿Y dónde tiraste todas sus partes, sus piezas, la carne que le quitaste?

–Al drenaje.

Éste fue el relato de Erik Francisco, hombre de 46 años, ante los elementos policiales de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC-CDMX), luego del asesinato de su pareja sentimental, una joven de nombre Ingrid Escamilla.

Hace un año, a mediados de febrero de 2020, los medios de comunicación y las redes sociales se indignaron con el caso de Ingrid, cuyo brutal asesinato fue exhibido con fotos en planas completas de periódicos impresos y medios digitales dedicados a la nota roja.

Airados ante la normalización de la violencia y su difusión en medios de comunicación, los grupos feministas organizaron varias manifestaciones, pero sus protestas no lograron nada en los órganos de gobierno ni en otras entidades públicas del sistema político mexicano.

Desde 2018, el CEDAW advirtió al Estado mexicano que la persistencia de los altos niveles de inseguridad, violencia y delincuencia organizada, así como los problemas asociados a las deficientes estrategias de seguridad pública, estaban afectando negativamente al ejercicio de los derechos humanos para las mujeres.

El comité fue definitivo al señalar los niveles de violencia contra las mujeres y las niñas, por lo que recomendó al Estado mexicano “adoptar medidas urgentes para prevenir las muertes violentas, los homicidios y las desapariciones forzadas de mujeres, incluso abordando las causas profundas de dicha violencia, incluida la violencia armada, la delincuencia organizada, el tráfico de drogas, los estereotipos discriminatorios, la pobreza y la marginación”.

Pero, al igual que el Covid-19, la violencia contra las mujeres también se ha extendido y multiplicado a lo largo del país. La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) registró un promedio de 10 asesinatos de mujeres al día en 2020. En total fueron tres mil 752 mujeres fallecidas violentamente, lo que equivale a dos mil 746 feminicidios más que en 2019, cuando se documentaron mil seis víctimas.

Dos semanas después del asesinato de Ingrid, los grupos feministas sumaron a sus protestas el caso de Fátima Aldrighett, niña de siete años que fue secuestrada afuera de su escuela y encontrada muerta cuatro días después.

Cuando en su mañanera del 17 de febrero, los periodistas cuestionaron al Presidente sobre el incremento de la violencia hacia las mujeres y las protestas feministas, respondió: “Yo tengo mi conciencia tranquila”, y argumentó que la responsabilidad era de la descomposición social que produjo la política neoliberal de gobiernos anteriores al suyo.

Luego, ante la insistencia de los reporteros, contestó molesto y declaró que el movimiento feminista era obra de los opositores políticos “que quieren ver que este gobierno fracase (…). Se ha manipulado mucho sobre este asunto en los medios”. Y aunque prometió que las manifestaciones de estos grupos se respetarían, solicitó: “Les pido a las feministas, con todo respeto, que no nos pinten las puertas ni las paredes”.

Desde entonces, el Presidente se ha ganado el repudio de los grupos feministas, quienes no han cesado de criticarlo y manifestarse en eventos públicos. Pero para AMLO: “Hay también en todo esto mucha hipocresía, desde luego es una causa justa, pero hay gente infiltrada que está en contra de nosotros, que utiliza lo del feminismo para atacarnos, gentes muy conservadoras inclusive. Tenemos información de lo que les estoy diciendo…”, declaró en su conferencia del 25 de septiembre de 2020.

Para la activista Yolitzin Jaimes “cada vez que el Presidente dice que esto es producto de la temporada electoral, cada vez que dice ‘ya chole’, está afectando a las víctimas. AMLO es el jefe de Estado de un país y sus declaraciones tienen mucho peso. Ese hartazgo que hay en las calles es justamente por la indiferencia del partido que se decía el más feminista de la historia, pero está demostrando que no”, denunció en entrevista con buzos.

De camino a su trabajo de limpieza, Carmen se ha encontrado con varias de estas manifestaciones feministas, las apoya aunque no se une a ellas por miedo a perder su trabajo si falta, pues así como están las cosas no podría conseguir otro fácilmente. Sabe que las mujeres como ella, humildes y analfabetas, son más vulnerables, pues tienen que trabajar más, que hay mucha violencia y asesinatos, que hay menos posibilidades de empleos, etc. Pero no hay de otra, y debe buscar el dinero para su comida y la de sus hijos.

“Él (AMLO) tampoco nos asegura nada como trabajadores, tanto para el hombre que trabaja para mantener a su familia, como la mujer que es madre soltera. No le da ninguna opción, no le da ninguna seguridad. No hemos escuchado nada de eso nosotros”.

¿Te sientes desprotegida por el Presidente?, ¿por su gobierno?

“Una ya solo depende de sí misma, de tu trabajo y de lo que tú tienes, porque no hay más. No hay quién te respalde en nada. Estamos solas y totalmente solas ante esta situación. Entonces tienes que salir, armarte de valor y enfrentarte tú sola a lo que está allá afuera y al mundo como está”.