El horror nuestro de cada día (XXXV)

ESPÍRITU SIN DESCANSO EN ODESSA


El horror nuestro de cada día (XXXV)

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2011, 00:52 am

Por Froilán Meza Rivera

Odessa, Texas.— “¿Cómo me pides que te mate, si te amo? Es la última cosa en la vida que haría yo, asesinarte”.

El joven estudiante se asustó, sintió que se hundía en la mirada de ella, y aunque lo desconcertó aquella actitud tan inusual, supo que su novia le estaba hablando muy en serio. De haber podido, hubiera él huido de ahí, corriendo a perderse, lejos del dilema terrible que le planteaba Juliet, su adorada muchachita.

“¿A quién más le puedo pedir esto? Te lo suplico, hazme este favor, que para mí será el regalo supremo, lo máximo que puede hacer un hombre por su amada”.

Se quedó viendo él al interior de los ojos de Juliet, tratando de enterarse por algún detalle en su mirada, de la verdad que encerraba la absurda petición de ella. Todavía se ilusionó el muchacho en que aquello fuera una broma y nada más, una actuación por demás convincente de su novia, una tarea de su clase de Teatro.

Es que Juliet era, en aquel año de 1963, una aventajada estudiante, con promedio equivalente al 9.5 en términos de las actuales calificaciones. Una “A”. Su clase opcional era el Drama, el Teatro, y los de su opción se reunían para ensayar y organizar las representaciones durante las tardes de los lunes, miércoles y viernes.

Ryan T. Broderick, el futuro asesino suplicó aquella extraña Juliet de ojos implacables que tenía enfrente, que dejara tales pensamientos. “¡Ven conmigo! Tomemos un helado, ven, platiquemos, vamos a la cafetería, deja que conozca tus problemas, tal vez te sientas mejor si te escucho”.

Nunca lo hubiera propuesto...

La joven accedió a ir con él, se dejó arrastrar al Ford Falcon de él y tomaron rumbo al Este. Fueron a sentarse en la mesa de un restaurante en la orilla de la carretera. Solos. Y fue Juliet más implacable y más decidida, una vez que le confesó a Ryan T, a su “Ti”, como le llamaba de cariño al novio, lo que la motivó para querer morirse.
¡Era por eso! Supo él de la tragedia de su novia, quien era ya muerta en espíritu, y comprendió que el camino del asesinato no era tan absurdo. Eso mismo hubiera hecho él, de encontrarse en los zapatos de su amada.

¡Y se indignó! Una rabia feroz lo arrastró hacia una oleada de deseos de venganza. Se juró que con sus solas manos arrancaría el corazón de aquel padre deshumanizado que había osado tocar indignamente a su propia hija... “¡A mi novia! ¡A mi mujercita más amada, mi primero y más puro amor!”

La leyenda que cuentan los estudiantes habla de que el fantasma que se aparece en el Auditorio de la High School, de la escuela que se llama oficialmente Odessa Senior High School, es el de ella. Dicen que la muchacha fue asesinada por su novio en una laguna del Condado de Winkler, al oeste de Odessa, y que al estudiante se le formularon cargos de homicidio, aunque le fueron desestimados por un juez al conocer de fondo los motivos que tuvo para matar a su chica.

Se entiende que, después del asesinato de Juliet, él no tuvo fuerzas, o no le alcanzó el rencor para matar también al hombre que deshonró a su amor.