El horror nuestro de cada día (XXV)

EL ROSTRO DE IVANA BEATRIZ


El horror nuestro de cada día (XXV)

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2010, 21:55 pm

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- No, p´s si yo nunca he sido así como quien dice, muy creyente en esas cosas de los muertos que regresan, ni nada del más allá, hasta que me tocó de cerca una experiencia que dealtiro me sacó de onda, y yo digo que para toda la vida.

Es que has de saber que el otro día me encabroné con mi chómpira con el único que me acoplo, y aunque ya nos encontentamos, p´s sí pasaron como dos semanas en que no nos hablamos, pero ni para pedirnos la hora. Resulta que el merito día en que nos dejamos de hablar, veníamos de un toquín en allá de por la Villa al norte, pero con tan mala suerte para mí, que me bajé todo hecho una furia del carro de mi compa, y con el coraje ni me fijé que a esa hora, las 12 y media de la noche, ya no había camiones urbanos. Y que, para mi desgracia, ni pa’l taxi traía, así que me arranqué a pincel la distancia desde la Juan Escutia por toda la Vallarta y Universidad, hasta el corazón de la colonia San Rafael, a donde llegué por el cerro de la calle 11.

Y ni quién se me compadeciera para ofrecerme un rait, con la fachota de cholo que me cargo, pues ¿quién se iba siquiera a parar, menos a ofrecerse para llevar a semejante malandrote, a semejante ratota que les he de parecer a las gentes “decentes”? Yo sé muy bien que soy buena gente, bien trabajador y serio, serio, pero la apariencia ha de ser otra para el resto de los chihuahuitas, ¡malditos hipócritas!

Al otro día, que agarro el camión, ya que mi compita no pasó por mí en su ranfla, como pasaba todos los días de la semana para irnos al jale.

Agarré pues el San Rafa, de ida. Y de venida que me toca en el mismo camión, que es más bien de ruta San Rafa-Santa Rosa. De venida que se sienta una chava conmigo, bien bonita, no digo hermosa, pero sí chulilla, delgada y de carita agradable. Algo coquetona, sin exagerar ni exceder los límites, se puso a platicar conmigo, habiéndome sacado conversa de aquí y de allá, quesque esto, que el clima, que la escuela, que si estudias o trabajas, chiquitita, le digo yo para ir entrando en calor.

Y no es que a mí me gusten tan chavitas, pero se siente de luego luego cuando tú le caes bien a alguien, y yo no soy quién para bajarla de su macho, si ya se le puso entrar en confianza conmigo...

Así se nos fue el tiempo, y aunque no nos encontrábamos en la parada, ella sí ya venía sentada donde mismo cuando abordaba yo mi ruta por la Universidad.

“¿Qué chou contigo, bato?”, me decía, pero en lo profundo ya sabía que ella no hablaba así en la vida real, y que me estaba dando por mi lado populachero y cholesco.

“No, m’ija —le dije yo en ése, creo que segundo día de nuestra cita casual—, no es necesario que te rebajes en el idioma, yo tengo licenciatura en Letras Inglesas, y si me ves así, es porque... p’s así me la paso chido sin meterme en problemas”.

Yo le conté a la niña, que me dijo que se llamaba Ivana Beatriz Escobar y que estudiaba en el Bachilleres Uno, que yo entré a dar clases en la Universidad, pero que a los directores no les gustó mi forma de vestir, ni mi actitud crítica, y me hicieron grilla y terminaron corriéndome con unos pretextos que hubiera podido rebatir hasta un niño de primaria, pero que yo, por ahorrarme broncas, acepté la méndiga liquidación que me dieron, y aquí estoy, de vendedor en una librería donde no entran ni las moscas porque se aburren.

Ha de haber sido como al cuarto o quinto día de “camionazo”, cuando el chofer, a quien yo saludaba porque era compa del barrio, me hizo señas de que me acercara al asiento de adelante. Ese día, por cierto, Ivanita Beatriz no subió a este camión y yo venía solo en “nuestro” asiento.

Que me dice el chofis: “Ese, mi Chuy, venga a ver esto”.

Y que me enseña un cartel viejo, de esos que reparte la Procu para dar a conocer los casos de chavas desaparecidas.

“Mire, compa, ésta es la chavita con que te vienes en el asiento”. La foto es inconfundible, y el texto me puso la sangre helada: “SE BUSCA”, con letras grandes, abajo viene la foto, y da detalles: “Desaparecida desde el 12 de abril de 2003, se ruega a la ciudadanía que, si la han visto, den parte de inmediato a ...” y se daban tres teléfonos y la dirección de una fiscalía especial para mujeres desaparecidas.

El chofer me dio el último golpe sin piedad:

“Pues resulta que el cadáver mutilado y despedazado de esta chava fue localizado hace ya casi un año, ¿cómo la ves? ¿Crees en fantasmas?”

Por supuesto, la chavita ya nunca regresó conmigo a mi lado en el asiento de “nosotros”, y al poco rato mi chómpira se me reconcilió y volvimos a juntarnos para el transporte en su ranfla, puesto que sus horarios coincidían siempre con los míos, igual que mi estimación y la suya del uno al otro.

Por otro lado, ésa fue la primera y la única experiencia de lo que llaman el mundo sobrenatural que he tenido, a Dios gracias.