El horror nuestro de cada día (CLXCVI)

ESPÍRITUS TERRIBLES QUE ACOMPAÑAN A LA ARENA


El horror nuestro de cada día (CLXCVI)

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2018, 20:18 pm

Por Froilán Meza Rivera

Sin haberme enterado de cómo empezó todo aquello, yo sólo vi que un perro grande que estaba echado en la sombra para librarse del golpe de calor, se levantó de repente y le aulló a algo que estaba atrás de mí y encima de mi cabeza. Alarmado, volví la vista hacia donde dirigía su aullido el animal, y me espanté porque entre un muro de polvo que traía el viento, divisé una figura fantasmal formada entre las partículas de arena, tan claramente identificable como una forma humana perfecta.

No esperé a que me tragaran el fenómeno meteorológico y el demonio aquel formado ante mi vista, así que me refugié en la casita más próxima.

Los lugareños, igual de espantados que yo, pero incluso más temerosos, evitaron incluso asomarse por las ventanas, sabedores de que la “señora” del viento negro es un espíritu maligno, el demonio interior y propio del desierto. Y saben que esa “dama” se pasea entre ellos para escoger una víctima propiciatoria capaz de calmar las ansias de sangre del dios o demonio que mora en “el ojo”, como le llaman al cráter de un meteorito que cayó en pleno llano

Más tarde, con todo a punto de calmarse, en el ambiente flotaba el rumor del viento, aderezado con el sonido de la arena que se levantaba y volvía a caer precipitándose sobre el suelo en capas finas, para depositarse en los rincones. Hacía un calor del demonio, a la sombra, y las gentes en el caserío de la orilla esperaban un segundo ataque de las oleadas del llamado viento negro.

Hubo, allá por 1964, una película filmada aquí que se nombró “Viento Negro” y que es un clásico del cine mexicano. Estaba ambientada en una situación de rivalidades y de odio, durante la construcción de la vía del tren en el desierto de Altar, acrecentados esos sentimientos por el clima infernal que azota la tierra con los calores que provienen de tierra adentro.

Sin embargo, la gente dice aquí que la película tomó el nombre del fenómeno que se presenta en la comarca, y no al revés.

En los meses de mayo a agosto, en días en que ni la mínima brisa viene del mar, cuando nada refresca las cabezas atormentadas por los rayos inclementes del astro rey, se origina en el centro del desierto arenoso y pedregoso del Altar, una onda de aire que levanta una nube de partículas de arena negra, y éstas vienen al pueblo en la forma de una barrera que azota las casas y que deja en el suelo y sobre todas las cosas, una capa de esa misma arena oscura.

Pero en Altar y sus alrededores, la gente tiene desde tiempos antiguos una leyenda según la cual este viento negro trae consigo los espíritus de las personas que han perecido deshidratadas en El Altar y El Pinacate, devoradas por los demonios del desierto.

Por eso las gentes aquí respetan tanto al desierto, como al viento negro y a los espíritus terribles y maléficos que acompañan a la arena entre el viento.