El horror nuestro de cada día (218)

LEYENDA DEL JERGAS


El horror nuestro de cada día (218)

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2015, 22:40 pm

Por Froilán Meza Rivera

(En memoria del Maestro Carlos García Gutiérrez, regalamos al lector una historia que recogió él de la rica tradición oral de los mineros de San Luis Potosí)

Era algo después de las dos de la tarde del primero de enero de 1973, cuando me llamaron por teléfono con urgencia desde el tiro de San Acacio. De los dos “paleros” que habían bajado ese día de Año Nuevo para reparar de emergencia una tolva en el nivel 600, sólo uno había salido y el otro se había caído de la calesa que los sacaba casi al finalizar el turno de día.

Llegué yo pronto al brocal del tiro, y sentado ahí, dando muestras visibles de temor y desesperación, estaba Pedro, el ayudante que acompañaba a Andrés García, viejo palero de las minas de La Paz.

Le pregunté qué había sucedido, y me relató, igual que hizo con el palanquero que lo había sacado, que Andrés había caído repentinamente desde la calesa que los sacaba del nivel 600, al terminar su trabajo poco después del medio día. Para el lector que no es minero, la calesa es una especie de elevador que transita en vertical entre los distintos niveles.

En lo que me contaba los detalles, sonaron unos timbrazos y titilaron las luces que los acompañaban y que indicaban que alguien pedía la calesa desde el nivel 440.

Ahí nos quedamos atónitos, sin saber qué decir, porque era día festivo y los mineros estaban en sus casas disfrutando el asueto del Año Nuevo, lo que significaba que la mina estaba totalmente desierta.

Así que el único que podía estar pidiendo la calesa era precisamente Andrés.

Pero el inconveniente era que a Andrés García ya lo dábamos todos por despedazado y muerto, dado que había caído no menos de 400 metros en vertical por el tiro.

Ordené a don Catarino Medellín, el palanquero, que bajara la calesa hasta el 440, y él lo hizo diligente, y entonces esperamos por más señales. A los pocos segundos de haber llegado la calesa hasta ese nivel, dieron la señal de “2 y 3”, que era una clave en timbrazos, que significaba “sacar la calesa hasta el brocal”, o sea, hasta la boca del tiro, que era donde estábamos los demás.

Pues así lo hizo don Catarino, aunque no sin cierto temor.

¿Qué esperábamos ver llegar? ¿El cuerpo destrozado del minero? ¿Su fantasma?

A los pocos minutos salió la calesa con Andrés a bordo, asustado pero feliz. Lo recibimos asombrados y felices también por encontrarlo sano y salvo. Yo le pregunté sobre lo que había sucedido en la última media hora, y nos contó que cuando venían sentados en el piso de la pequeña calesa, al pasar por el nivel 440, sintió él un poderoso jalón que lo arrancó de la “jaula” y lo hizo caer, aunque por fortuna aterrizó en el piso del nivel. Se había golpeado sólo muy levemente contra las vías.

Yo le expliqué que, contra su idea de que el fantasma de “El Jergas” lo había jalado para asustarlo, él no se había enredado en la soga como debía, y ésta colgaba oscilante bajo la calesa, por lo que al pasar por el nivel 440, la soga se enredó en la puerta de tubos que impide que alguien caiga por el tiro.

La soga unida al arnés lo jaló para hacerlo caer en el piso. Es que como el ambiente está muy caldeado, los trabajadores no traen camisa, y el arnés de seguridad se lo ponen junto con la soga en la cintura para amarrarse donde trabajan. Comprendiendo lo que podía haber sucedido, le pregunté entonces si la soga la traía enredada a la cintura como cuando salió, y me dijo que sí, lo cual seguramente no era cierto.

Él continuó jurando que traía la soga asegurada a la cintura, y que por tanto, habría que encontrarle otra explicación al misterioso tirón.

Los mineros estaban convencidos, y así lo dispersaron en las pláticas de los días posteriores, de que se había tratado de otra más de las travesuras de “El Jergas”, que hay que explicar que era el fantasma de un minero que había perdido la vida tiempo atrás cuando una “pegada” lo descabezó.

Y yo digo: sin cabeza, ¿cómo se le pudo haber ocurrido al “Jergas” tan ingeniosa broma?