El horror nuestro de cada día (XXXIII)

TRAGADO POR LA LUZ DE ARRIBA


El horror nuestro de cada día (XXXIII)

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2011, 22:21 pm

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- La luz cayó en vertical sobre el terreno. Era un haz grueso de amarillenta y poderosa luminosidad que convirtió en día la franja que barrió en paralelo a la vereda que seguían ellos. Alrededor, era la oscuridad casi total de una tierna noche sin luna.

En un descuido, quizás con los sentidos embotados por el miedo que los invadió de repente con la aparición de aquel inexplicable fenómeno, José Javier, el jovencito de 17 años, cayó dentro del rango circular de la luz misteriosa...

Nada, nada en aquella por demás tranquila jornada de cacería parecía conducir al punto angustioso a donde se habrían de despeñar los acontecimientos.

Todavía con la brillante atmósfera dorada del atardecer, en los minutos previos al ocultamiento del sol, venían ellos de Estación Mápula a pie, porque habían dejado su camioneta en las inmediaciones de la carretera, donde hoy en día está la gasolinera de la Puerta de Chihuahua.

Aquellos hombres cargaban cada uno un rifle: un calibre .22 el menor de ellos, y un viejo máuser el mayor. Andaban a la caza de conejos, que por esa época del año son fama de ser abundantes en la región, aunque a ellos no se les había aparecido ni uno, aparte de las numerosas liebres que desdeñaban sistemáticamente.

“Algunos cazan a las liebres por su deliciosa carne, pero aquí tienen mala fama, y se les persigue poco, ya que causan asco porque al quitarles la piel se les ven parásitos que, no obstante, se sabe que salen sobrando porque desaparecen durante el cocimiento”.

Por eso buscaban sólo conejos, y cotuchas, si acaso aparecieran, y palomas de alas blancas, tan deliciosas en caldo.

En el último minuto antes de que el sol pasara del otro lado de los cerros al Poniente, Efraín, el maduro tío de José Javier, notó que al sol lo tapaba algo.

“Mira, José, ¿ves aquello? Fíjate cómo se puso entre el sol y nosotros, ¿qué es?”

A la distancia en que estaban del “objeto” o lo que fuera, ellos no pudieron distinguir a contraluz la forma ni el tamaño de aquella cosa, pero sí se desconcertaron del repentino oscurecimiento del pedazo de tierra que estaban pisando.

Sin haberse puesto de acuerdo, ambos redoblaron el paso y casi corrían hacia el lugar donde estacionaron la camioneta. En una de ésas, el joven tropezó con una piedra en un arroyo y se desplomó sobre la arena fina que le amortiguó el golpe.

“¡Córrele, córrele, ten cuidado, Josecito, apúrate, que esa cosa parece que nos persigue!”

No hubieran podido decir si el objeto que estaba entre ellos y el horizonte se hubiese movido, menos si tuviera ya una trayectoria de movimiento hacia ellos, tan oscuro se puso todo de repente…

Sofocados estaban ya del esfuerzo, y se habían aproximado ya a unos cien metros de la carretera, cuando apareció la luz. Entonces, aterrados como quedaron del círculo que ahora sí parecía acosarlos, perseguirlos, quedaron paralizados. El mayor de los hombres se acuclilló detrás de una mata, como si con ello pudiera quedar a salvo. El jovencito dudó entonces, y el paso que dio hacia delante lo colocó exactamente adentro del haz de luz.

Fue como si la camisa roja del muchacho se hubiera vuelto más grande, y como si el color rojo hubiera cubierto todo en aquel punto, hasta que todo se tiñó, de manera paulatina, con un rosa pálido que terminó por volverse transparente.

José Javier García Hernández, estudiante de la secundaria federal número Uno, simplemente ya no volvió a ser visto, en primer lugar, por su tío y acompañante de aquella jornada trágica, ni por nadie, nunca más.

Consternado, el hombre relató el suceso a gritos y llorando a sus familiares, quienes antes del siguiente amanecer ya habían organizado una partida de búsqueda en aquellos llanos. Pasados dos meses, las autoridades terminaron por declarar la desaparición definitiva del muchacho, y en el plazo de seis meses, sus padres celebraron en la llanura una misa de difuntos, una vez que perdieron la esperanza de encontrarlo con vida.