El enigma de los insurgentes perdidos

**Los cuerpos de los otros combatientes por la independencia de México que fueron sacrificados en Chihuahua, están perdidos en algún sitio cerca de la esquina de Independencia y Bolívar.


El enigma de los insurgentes perdidos

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2011, 00:06 am

Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.— Un trágico detalle perdido en las nieblas de la historia, es el destino que tuvieron los cadáveres de la mayoría de los 19 insurgentes que fueron dejados en Chihuahua después de su fusilamiento por el gobierno colonial. Es, por cierto, un detalle que no se registra en los textos de historia…

Todos saben en México que las cabezas de los principales jefes de la revolución de Independencia que fueron ejecutados en esta ciudad en 1811, fueron llevadas para su exhibición en la Alhóndiga de Granaditas, en la ciudad de Guanajuato. La historia oficial registra en este punto los nombres de Hidalgo, Aldama, Allende y Jiménez, pero todos coinciden en olvidarse del resto de estos luchadores, quienes fueron aprehendidos igualmente en Acatita de Baján, Coahuila, y traídos a Chihuahua para ser ajusticiados.

Una vez que fue descabezada la rebelión con la emboscada de Acatita de Baján, y que fueron hechos presos los principales cabecillas, el gobierno colonial decidió hacer un escarmiento y presentar un castigo ejemplar para lograr que la población desistiera de la lucha por la independencia. Así, todos quienes tuvieron un papel protagónico y tuvieron la mala suerte de ser prendidos junto con don Miguel Hidalgo, fueron pasados sin falta por las armas.

Pero, de acuerdo al cronista de la ciudad, Rubén Beltrán Acosta, “la historia sólo ha recordado las figuras de los cuatro principales insurgentes, pero se ha olvidado de que en Chihuahua fueron inhumados 23 de los principales motores de la lucha libertaria, entre quienes se incluyen las de Mariano Hidalgo, Ignacio Camargo, Francisco Lanzagorta, José María Chico y Onofre Portugal”.

Acá en Chihuahua se sabe que los insurgentes olvidados permanecen bajo tierra en un lugar de esta capital, perdidos por completo para la historia. Sus cuerpos yacen en algún sitio cercano a la esquina que actualmente hacen la antigua Alameda de Santa Rita (hoy Paseo Bolívar) y la avenida Independencia, bajo cientos de kilogramos, toneladas tal vez, de tierra, de cemento o de asfalto, no se sabe con exactitud.

EL PERDIDO PANTEÓN DE SAN FELIPE

Pero ¿cuál es el lugar aproximado donde fueron enterrados estos patriotas? La referencia más cercana es el Jardín Abraham González y la Quinta Touché, en la actual esquina de Independencia y Paseo Bolívar. El terreno donde se encuentra construida la Quinta Touché perteneció a lo que fue el primer panteón de la ciudad, el Panteón de San Felipe, y aquí estuvieron los cuerpos de los fusilados.

En el año de 1878, una parte importante de este panteón fue destruida para que se construyera en ella un edificio destinado al local de las sociedades de obreros, y durante la última década del Siglo Diecinueve, el gobernador del estado ordenó que se construyera la prolongación de la avenida Independencia, con lo que se sacrificó otra buena parte del tal cementerio. Sobre la superficie del viejo camposanto se erigió asimismo un parque público que originalmente se conoció como “25 de Marzo”, que en 1914 cambió su nombre por el actual de “Jardín Abraham González”.

¿Quienes son estos héroes nacionales, precursores de la independencia nacional?

Se trata, entre otros muchos, del Brigadier Juan Bautista Carrasco, nacido en Acámbaro, quien cayó prisionero en Acatita de Baján y fue fusilado el 10 de mayo de 1811. Junto con él fueron sacrificados de la misma manera Ignacio Camargo y Agustín Marroquín

Estuvo también Ramón de Garcés, quien fue regidor de Zacatecas y licenciado en Derecho, preso asimismo en la misma emboscada que Hidalgo, y fusilado el 6 de junio de aquel mismo año. El coronel Luis G. Mireles, aprehendido también por el traidor Ignacio Elizondo, trasladado a Chihuahua y ejecutado el 11 de mayo. Francisco de Lanzagorta, mariscal del Ejército Liberador, nació en San Miguel el Grande y fue pasado asimismo por las armas en Chihuahua. El capitán Ventura Ramón fue otro de los sacrificados.

TAMBIÉN ELLOS NOS DIERON PATRIA

El 6 de junio de 1811 fue pasado por las armas el tesorero y brigadier del movimiento independentista Mariano Hidalgo, medio hermano del Padre de la Patria. La misma suerte de sus compañeros corrió el capitán Agustín Marroquín, quien fuera nombrado por Hidalgo como Verdugo en Guadalajara. Murió el 21 de marzo. Un español, el mariscal Manuel Santamaría, nativo de Sevilla, fungía como gobernador del Nuevo Reino de León cuando decidió apoyar el movimiento de independencia. Fue aprehendido junto con Hidalgo y trasladado a Chihuahua, donde lo confinaron al Real Hospital, habilitado como prisión, y fusilado junto con Aldama, Jiménez y Allende.

José Plácido Morrión fue también pasado por las armas, el 2 de agosto del mismo año de 1811. El mariscal Nicolás Zapata, quien estuvo en contacto con los conspiradores de Querétaro, acompañó a Mariano Jiménez en su campaña y fue preso en Acatita de Baján, de donde fue trasladado a la villa de San Felipe El Real de Chihuahua, donde lo fusilaron junto con José Santos Villa, Pedro León, Mariano Hidalgo y Juan Ignacio Ramón.

El alférez Trinidad Pérez fue trasladado como prisionero a Chihuahua, donde lo condenaron a muerte y lo enterraron en el panteón de San Felipe. Vicente Valencia, director de ingenieros, era alumno de Ingeniería en Zacatecas y se unió a los insurgentes por febrero de 1811. Fue ejecutado en Chihuahua el 27 de junio junto con José María Chico, José Solís y el brigadier Onofre Portugal. El presidente de la Audiencia de Guadalajara, José María Chico, como secretario de Hidalgo, firmó varios nombramientos, entre ellos el de José María Morelos como Coronel del Sur. Fue fusilado por la espalda el 27 de junio de 1811. Otro de los fusilados, el Mayor de Plaza Pedro León, fue citado por Hidalgo en su declaración

Son éstos quienes fueron sacrificados igualmente que Hidalgo, Aldama, Allende y Jiménez, cuyos cuerpos fueron exhumados, gracias al decreto del Soberano Congreso Constituyente Mexicano, que los declaró Beneméritos y que ordenó que fueran sus restos trasladados a la capital del país. La exhumación se realizó el 20 de agosto de 1823 y se procedió a su traslado al día siguiente.

Los restos de los demás jefes insurgentes fusilados, permanecieron en el citado Panteón San Felipe, y se perdieron con la destrucción de éste.

Nadie sabe con certeza dónde están esos vestigios de estos personajes que son, hoy por hoy, los insurgentes perdidos.