El desempeño de la economía

Por Brasil Acosta Peña


El desempeño de la economía

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2015, 07:58 am

El autor es Doctor en Economía por el Colegio de México (COLMEX) con estancia en investigación en la Universidad de Princeton, fue catedrático en el Centro de Investigación y Docencia económica y articulista en la revista económica Trimestre Económico.

El modelo económico en México, basado en el fundamentalismo de mercado, ha dado muestras de su debilidad y de su fracaso como mecanismo distribuidor de la riqueza entre todos los que la producen y todos los que habitan este país. Es cierto que a la cabeza de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público quedó un economista preparado en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés). A esta última institución se le considera de “izquierda” entre las escuelas de Economía de Estados Unidos y el doctor Luis Videgaray Caso es egresado de ella; sin embargo, algunas de sus buenas intenciones y proyectos serios para hacer que despegue la economía mexicana se han topado con las leyes económicas que impiden que la situación pueda modificarse, a lo que se oponen intereses económicos poderosos de los capitales de Estados Unidos.

Recuerdo un evento de campaña del doctor Eruviel Ávila Villegas en el municipio de Ixtapaluca, 80 mil antorchistas asistieron al acto de campaña más grande del Estado de México; durante la comida, el doctor Videgaray, además de reconocer al dirigente nacional del Movimiento Antorchista Nacional (Aquiles Córdova Morán), su discurso en tanto que era la primera vez que había escuchado a alguien explicar con claridad y con éxito el fracaso del modelo exportador de México para un público masivo, dijo en la mesa que había que poner los ojos en China y diversificar nuestros mercados, que había que dejar de depender de Estados Unidos como única fuente (o fuente principal) de las exportaciones. En ese tiempo, el gobernador del Estado de México era Enrique Peña Nieto.

Después, durante la campaña para la presidencia de la república, vio la luz una publicación firmada por Enrique Peña Nieto: México, la gran esperanza, cuya tesis principal está basada en la demostración de la ausencia de un Estado eficaz y la necesidad de trabajar para su conformación, además de plantear la realización de las reformas estructurales con base en un acuerdo nacional (que después cobró vida con el nombre de Pacto por México), planteó la necesidad de diversificar el comercio y lanzarse a comerciar ahora con países como China. Sus planteamientos me recordaron aquella plática de sobremesa con el doctor Videgaray.

Pasado el tiempo, las reformas estructurales, tan anheladas por la clase poderosa del mundo, se llevaron a cabo. La campaña mediática en torno a ellas, algo “agresiva”, ponía de relieve sus bondades y aseguraba que darían como resultado un aumento del salario real en la medida en que los precios de los servicios básicos tenderían a bajar, es decir, que las reformas serían buenas porque bajaría el precio de la luz, del gas, de las gasolinas, etcétera. Nada de eso ha sucedido y la eficiencia de dichas reformas no se demostró.

La diversificación de los mercados para evitar depender de los intereses de Estados Unidos no se materializó; la cosa fue a topar con pared. Resulta que en los intentos por abrir la economía mexicana al comercio en serio con China se vino una cascada de golpeteo mediático contra el Gobierno de Peña Nieto: salió a relucir el tema de la casa blanca de la esposa del presidente de México, la casa del secretario de Hacienda y la casa del propio Peña Nieto, adquiridas en relación con una de las empresas contratistas del tren México-Querétaro.

La filtración de esta información provino, a no dudarlo, de Estados Unidos, se trató de un golpe contra la política de apertura comercial con otros países, pues coincidió también con la visita que hicieran Peña Nieto y Videgaray a China para fortalecer los lazos comerciales. En otras palabras, ese intento sano y correcto por diversificar el comercio de México tuvo como respuesta una campaña de desprestigio para los actores principales del proceso.

Resultado: el fracaso del proyecto con la empresa constructora china del tren México-Querétaro y el fortalecimiento de la dependencia de Estados Unidos, al tiempo que se ha seguido una doble política que tiende a golpear directamente a los mexicanos y que revela la perversidad de Estados Unidos que no tiene amigos, sino intereses, pues en acuerdo con los países productores de petróleo se ha incrementado la oferta de crudo, reduciendo el precio del mismo y afectando duramente a los países que dependen de este recurso, principalmente México, Venezuela, Brasil y Rusia. Hasta ahora no nos hemos podido reponer del golpe.

Para rematar, Estados Unidos mantiene una política desestabilizadora en aquellos países que afecten sus intereses o pretendan “salirse del huacal”; ejemplo de ello es el incremento de las tasas de interés de Estados Unidos, lo que atrajo a los capitales golondrinos, que huyeron de países como México y se fueron a refugiar allá, lo que se demuestra con la salida de mil 500 millones de dólares sólo en el mes de febrero de este año.
La crisis que vivimos es consecuencia de esta política, que hoy obliga al Gobierno a plantear la necesidad de recortar personal y gastos destinados al beneficio directo o indirecto de los miembros de la sociedad: Presupuesto Base Cero. La frase: “Gobierno menos costoso y más eficiente”.

Vemos difícil que la disminución en los costos esté basada en la reducción de las actividades gubernamentales (prensa, pago a proveedores, etcétera), pero sí se abre la posibilidad de un recorte de personal, que va a traer como consecuencia mayor desempleo y, por lo tanto, incrementará el caldo de cultivo para el crimen organizado.

En resumen, en el intento de establecer relaciones comerciales con China, nos topamos con pared, con los intereses de Estados Unidos y las consecuencias nacionales y mundiales revelan el fracaso del modelo económico, cuya muestra se revela con las bajas tasas de crecimiento y la ausencia de beneficios directos para los trabajadores mexicanos derivados de las reformas económicas.

Lo que hay que cambiar es el modelo económico, pero la actual clase gobernante no está en condiciones de hacerlo. Es necesaria una nueva nacida e impulsada por el mismo pueblo educado y organizado. Esa tarea está en construcción y la organización que ha sido creada por la historia también existe y, por lo tanto, la esperanza del pueblo debe voltear a la organización que puede cambiar el modelo económico y provocar un mejor futuro social: el Movimiento Antorchista Nacional.