El asesinato de Villa: tragedia nacional para los desposeídos de México

Por Antonio Escamilla Meza


El asesinato de Villa: tragedia nacional para los desposeídos de México

La Crónica de Chihuahua
Julio de 2015, 13:27 pm

El general Francisco Villa firmó su rendición el 28 de julio de 1920 en Sabinas, Coahuila, tras haber realizado una de las travesías más sorprendentes de la historia de México: en 13 días, con más de 800 hombres, en medio de serranías y desierto, casi sin alimentos, a punto de morir de sed y en territorio enemigo, logra recorrer una distancia de 700 kilómetros, partiendo de Encinillas, Chihuahua.

Retirado a la vida privada, sin estar levantado en armas, el 20 de julio de 1923, cae asesinado el general Francisco Villa, a manos de un grupo de sicarios organizados por Melitón Lozoya y por un tal Jesús Salas Barraza, ambos enemigos personales de Villa y, al mismo tiempo, instrumentos asesinos del poder. Detrás del asesinato de Francisco Villa, según versiones, se encontraron algunos de los hombres más acaudalados de la región, quienes no veían con agrado la competencia que para sus negocios e intereses políticos representaba el proyecto económico y social villista en la ex hacienda de Canutillo. Otras versiones apuntan al entonces gobernador de Durango, José Agustín Castro y al general Joaquín Amaro, en esos momentos jefe de la tercera zona militar, quien estaba al tanto del complot que se organizaba. Pero, dada la probabilidad de que Villa se sumara a una posible rebelión en apoyo a Adolfo de la Huerta, en contra de la carrera política del general Plutarco Elías Calles, y dada la gran simpatía popular con lo que aun contaba, existen versiones que apuntan al propio gobierno como implicado en el asesinato o como el principal organizador del crimen. Según esta versión, pues, el asesinato en cuestión fue un crimen de Estado que simbolizó, junto con el asesinato de Zapata, la derrota del pueblo mexicano en la Revolución. No obstante, ningún mexicano debe olvidar lo que Villa significó para la Revolución Mexicana:

Él y Pascual Orozco, ante la indecisión de Francisco I Madero, forzaron la toma de Ciudad Juárez, en mayo de 1911, con lo que se provocó la caída del dictador Porfirio Díaz.

Después del artero asesinato de Madero a manos de Victoriano Huerta, Francisco Villa, se une a las fuerzas que repudiaban al usurpador y al paso de seis meses logra unificar las fuerzas revolucionarias de la región y ponerse al frente de la famosa División del Norte, ejército popular y revolucionario, compuesto por trabajadores urbanos, artesanos, jornaleros agrícolas y pilar indiscutible en la guerra contra el ejército huertista, protagonista de grandes batallas que condujeron a la toma de plazas tan estratégicas como Torreón, Ciudad Juárez, Chihuahua y Saltillo. Muchos historiadores y estudiosos del tema consideran que fue la toma de Zacatecas por parte de la heroica División del Norte, el 23 de junio de 1914, lo que rompió la columna vertebral del ejército de Huerta (quien semanas después renunciaría y huiría del país), dejando el camino a la ciudad de México totalmente desbrozado para la toma del poder por parte de las fuerzas revolucionarias.

Francisco Villa, como gobernador de Chihuahua, demostró una gran capacidad administrativa; restableció el orden público (en aquel entonces John Reed afirmaba que Chihuahua era más segura que Nueva York); abarató los artículos de primera necesidad; liberó a la frontera de Ciudad Juárez del cobro de impuestos para que los productos extranjeros se vendieran más baratos; emitió papel moneda; confiscó los bienes muebles e inmuebles de grandes potentados como Luis Terrazas e hijos y los hermanos Creel, entre otros, en favor de los huérfanos y viudas de la Revolución; prometió que, una vez acabada la guerra, entregaría a sus legítimos dueños y a sus soldados revolucionarios, las tierras y haciendas confiscadas; abrió el Instituto Científico y Literario e hizo construir más de 50 escuelas en su breve período de gobernante. Ya retirado, Villa implementó una especie de socialismo, de trabajo productivo comunal, en provecho de los mismos trabajadores, con educación para todos los niños y jóvenes, en la ex hacienda de Canutillo.

En la Revolución Villa era la parte más avanzada, la parte más revolucionaria, porque representaba a los mineros, a los ferrocarrileros, al pueblo trabajador asalariado del norte; por eso cuando gobernó, lo hizo principalmente para el pueblo humilde de Chihuahua. Villa era la vanguardia de la Revolución, por eso era más radical, más enérgico y más decisivo en la lucha. Las fuerzas populares de la revolución mexicana, tuvieron en Villa y Zapata a sus auténticos representantes. Con el asesinato político de ambos líderes, dichas fuerzas populares simbolizaron su derrota. La derrota de la División del Norte, del Ejército Libertador del Sur, la muerte de Villa y Zapata constituyen para los desposeídos, para los pobres de México, una tragedia nacional que hay que asimilar con entereza para concientizarnos, organizarnos y levantarnos como un solo hombre, y, dirigidos por una vanguardia científicamente educada y probada al fragor de la lucha, construyamos un México libre de explotación, de pobreza, de injusticias y de ignorancia.