El analfabetismo en México, viejo problema que se agrava

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El analfabetismo en México, viejo problema que se agrava

La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2014, 13:27 pm

Martín Morales Silva

Nuevamente se ha lanzado una campaña de alfabetización para mexicanos mayores de 15 años, a sabiendas de que no solucionará de raíz el problema, porque dentro de un círculo vicioso, forma parte del rezago educativo originado por la pobreza. Pudiera reducirse el síntoma, pero será de manera temporal mientras no se supere de fondo la problemática.

El Gobierno federal mexicano lanzará una nueva “cruzada” de alfabetización para cumplir con los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que acordó en el año 2000 con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y que coincide con uno de los cuatro lineamientos que el Banco Mundial (BM) le fijó en diciembre de 2013 para brindarle financiamiento educativo. En contraste con estos intercambios, Cuba, que no ha recibido dinero del BM para desarrollar su sistema de educación, se mantiene libre de analfabetismo desde 1961 con base en un modelo educativo de alta eficiencia terminal y de alta calidad, que la propia UNESCO ha reconocido.

Los programas de alfabetización cubanos, Yo sí Puedo y Alfa TV, se han usado en países como Venezuela y en algunos municipios mexicanos como Chimalhuacán, que hoy está libre de analfabetismo. “México recibe apoyos económicos; Cuba, sin recibir un solo centavo, ya resolvió el problema; la cuestión no radica en los recursos, sino en el modelo educativo; el que impulsa el BM, además de consumir muchos recursos, no produce resultados positivos”, afirmó a buzos Gustavo Muñoz Cruz, profesor y dirigente de la corriente Punto Crítico, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Mientras la UNESCO plantea la superación del analfabetismo como parte de uno de los derechos universales del hombre –la educación– otros lo visualizan como un objetivo económico: la creación de capital humano para el trabajo; es decir, “mano de obra barata”. En el texto de la Nueva Alianza Estratégica, firmada el 12 de diciembre de 2013 en Washington, el BM y el Gobierno mexicano convinieron: “Mejorar la prosperidad social a través de una mejor convergencia entre la demanda laboral y el sistema educativo”.

Se invierte en preparar más personas para el trabajo, con especial atención a quienes les falta capacitación mínima y no pueden formar parte de la base trabajadora disponible o desechable. La estrategia consiste en colmar de mano de obra el mercado laboral, para abaratarla y que los empresarios ganen más con ella.

Por esto, la “inversión educativa” tiene sentido económico. “El modelo educativo que están impulsando es para crear mano de obra barata; es decir, está enfocado a la industria. Si uno analiza a los países que pertenecieron al socialismo puede darse cuenta cómo avanzaron en sus sistemas de educación básica; la Unión Soviética, China y Cuba han avanzado a pasos agigantados con base en ellos. Los países latinoamericanos como México, no, porque estamos supeditados a los dictados del BM”, insistió Gustavo Muñoz Cruz, profesor de primaria y dirigente magisterial crítico del SNTE.

“Es una educación para el trabajo, como lo pide el modelo económico (capitalista). Se otorga financiamiento y se exige el cumplimiento de ciertas medidas educativas; aquí la bajan y la aplican tal como viene; ni siquiera se preocupan por valorar su adaptación social”, señaló.

“México perdió su soberanía en materia educativa desde hace tiempo; todo está supeditado a dictámenes, pero las políticas educativas que dicta no se adaptan a la realidad mexicana. Hay un desfase, es decir, no es compatible con la forma de ser de los mexicanos, con la cultura de sus diferentes regiones. Por eso Oaxaca pelea su estatus cultural; Michoacán y Chiapas rechazan a la Secretaría de Educación Pública (SEP) –rechazaron el examen docente de admisión al sistema educativo– porque se basa en postulados ajenos a la idiosincrasia mexicana”, aclaró Muñoz.

De esta forma puede entenderse por qué la educación cobra importancia solamente cuando hay un sentido económico. La doctora Araceli Damián González, profesora e investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) de El Colegio de México (Colmex) señaló: “La educación de los adultos, sobre todo a partir de la puesta en marcha de las reformas neoliberales y de toda esta cuestión de dejarle al mercado que solucione los problemas de la sociedad, por un lado; y por otro, con la introducción de programas como Oportunidades, que antes era Progresa, el Estado dejó a un lado la educación de las personas adultas, le apostó a los jóvenes y no le importó por mucho tiempo la educación de las personas de 15 años y más”.

Nueva “cruzada” educativa

El 10 de abril de 2013 en Palenque, Chiapas, en el marco del foro México con Educación de Calidad para Todos, el titular de la SEP, Emilio Chuayffet, indicó que en México hay 32 millones de mexicanos con primaria o secundaria truncas, siete millones de analfabetas y ocho millones de “analfabetas funcionales”; un total de 47 millones de mexicanos en “rezago educativo”, mismos que forman parte de los 53.3 millones de pobres reconocidos en 2012, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

La UNESCO define como “analfabeta funcional” a aquella persona que a pesar de haber aprendido a leer, escribir y hacer operaciones básicas de cálculo (sumar, restar, multiplicar y dividir), las ha olvidado, no las desarrolla y no las continúa estudiando. El grado mínimo que permite conservarlas, de acuerdo con esa institución, es el tercero y cuarto grado de primaria.

En los 32 años que lleva funcionando el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), esta dependencia de la SEP ha ejercido un promedio de dos mil 200 millones de pesos anuales sin haber obtenido una reducción significativa del índice de analfabetismo y del rezago en educación básica.

La incongruencia entre los datos ofrecidos por el titular de la SEP y los del titular del INEA, Alfredo Llorente salta a la vista. Un ejemplo de su desacuerdo son los siete millones de analfabetas que señaló Chuayffet en abril de 2013 y los 5.4 millones que Llorente mencionó de manera reiterada con base en el censo de población de 2010.

En diversas ocasiones, ambos funcionarios han hablado de una cruzada contra el analfabetismo que comenzaría en agosto y cuyo objetivo sería reducir el 50 por ciento de analfabetismo entre 2014 y 2018. El 17 de junio de 2014, durante el Encuentro Internacional de Alfabetización y Abatimiento del Rezago Educativo, realizado en el Museo de Antropología, Llorente afirmó que el objetivo es reducir a dos millones 200 mil el número de analfabetas, cifra que, según él, representaría el 50 por ciento del total, pero que no cuadra con la mitad de los 5.4 millones que ha reconocido, pues tendrían que ser 2.7 millones.

Los dos funcionarios han indicado, que para la cruzada se sumarán mil 500 millones de pesos al presupuesto anual del INEA (dos mil 200 millones de pesos en 2014), por lo que la nueva cifra presupuestal sumaría un total tres mil 700 millones de pesos. Llorente ha dicho que los mil 500 millones de pesos adicionales saldrían de “una ampliación presupuestal” y se aplicarían en infraestructura educativa a partir de 2015 en estados como Oaxaca. En ningún momento el funcionario ha explicado en dónde y en qué será destinado el financiamiento otorgado por el BM.

Sube y baja

Más allá del “sube y baja” de las cifras del rezago educativo y el presupuesto, percibidos como medidas de solución a los problemas del desarrollo social, la economía capitalista no deja ver al analfabetismo como un “lastre” que no le conviene resolver de manera absoluta porque forma parte de su propio sistema, que requiere que siempre haya pobres.

Con base en la lógica de los datos revisados, las nuevas generaciones de pobres han visto obstaculizada su entrada al sistema educativo y se han convertido en analfabetas o rezagados educativos por no terminar la educación básica obligatoria o, incluso, en “analfabetas funcionales” con estudios truncos menores al tercero o cuarto de primaria. Por su lado, quienes han sido alfabetizados como adultos, esto es, en edades superiores a los 15 años, se quedaron ahí, debido a que son pobres y se vieron obligados a trabajar sin concluir la educación básica, primaria y secundaria.

A esto se suma el hecho de que, al no tener habilidades elementales de lenguaje y operaciones matemáticas básicas, tampoco han podido aprender a usar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) –como computadoras e Internet– por lo que también se sumaron a los “analfabetas digitales”. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, con base en datos de 2012, había 45.1 millones de usuarios. A pesar de la falta de cifras exactas sobre la cantidad de analfabetas digitales, la estimación más aproximada equivale a la mitad de la población; es decir, la misma del número de los pobres del país en aquel periodo.

El paradigma cubano

El modelo de alfabetización cubano Yo sí Puedo es integral porque no abandona al educando una vez que aprendió los rudimentos de la lectura, escritura y cálculo aritmético, sino que le ofrece conocimientos posteriores que lo ayudan a reconocer y afrontar los problemas de su entorno social.

Fue desarrollado por Leonela Inés Relys Díaz, especialista del Instituto Pedagógico Latinoamericano y del Caribe de Cuba (IPLAC) y está enfocado a la alfabetización de mayores de 15 años; lo creó el 28 de marzo de 2001 a partir de las clases de alfabetización por radio que ofreció en Haití en 1999. Este modelo obtuvo el Premio Alfabetización 2006 Rey Sejong, otorgado por la UNESCO y el Mestres 68, también internacional.

Yo sí Puedo crea las bases para que el educando pueda seguir perfeccionando sus nuevas habilidades e incluso continuar estudiando en otros niveles. De tal forma que este esquema procura evitar que el alfabetizado se convierta en “analfabeto funcional”, al dejar de practicar lo aprendido. De hecho, la segunda etapa es una introducción a los primeros cuatro años de la educación primaria en materias como Lenguaje, Aritmética, Historia y Geografía. Una siguiente etapa se concentra en profundizar conocimientos del lenguaje y matemáticas, así como en la ciencia, lo que incluye conocimientos de computación-alfabetización tecnológica y digital.

Está diseñado para adaptarse a distintas circunstancias sociales e idiomas. Se ha usado con éxito en algunos municipios de los estados de México, Michoacán, Oaxaca, Nayarit y Veracruz. También en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua e incluso Argentina y Colombia. En el continente africano se ha aplicado en Sudáfrica, Mozambique, Guinea-Bissau y Nigeria.

Se basa en la asociación de números con letras y el uso de medios audiovisuales, con el apoyo de un asesor denominado “facilitador”. Hay un manual y 17 videos con 65 clases. Hay tres etapas: adiestramiento, enseñanza de lecto-escritura y consolidación.

Se desarrollan habilidades para ver y oír con la lectura y la escritura. El periodo de aprendizaje va de tres a siete semanas, según las condiciones de los educandos, que se consideran “iletrados puros” cuando no han tenido ningún contacto con la educación formal; “semi-iletrados” cuando ya tienen aprendidas algunas letras y frases, pero no desarrollaron sus habilidades, e “iletrados especiales” cuando se trata de personas con impedimentos físicos a quienes hay que adaptar el programa, como es el caso de la aplicación del lenguaje Braille para personas con problemas de visión.

El modelo cubano es reconocido como un ejemplo internacional por la UNESCO debido a sus resultados. Cuba se mantiene libre de analfabetismo desde el 22 de diciembre de 1961 y fue el primer objetivo social alcanzado por la Revolución Cubana. La declaratoria de Territorio libre de analfabetismo se hizo ese día en la Plaza de la Revolución José Martí.

Cuba consiguió rápidamente el objetivo de alfabetizar a su población, pese a que al inicio de los años 60 no existían los adelantos tecnológicos de hoy. Los alfabetizadores usaban el método presencial: cada uno de los maestros tuvo la misión de atender a dos analfabetas en el sitio donde éstos vivían. La pedagoga Leonela Relys ha dicho en entrevistas de prensa que la premisa alfabetizadora invoca una frase del patricio y poeta cubano José Martí: “hacer es la mejor manera de decir”.

Autores clásicos de la alfabetización como el brasileño Paulo Freire dejaron en claro que en el aprendizaje de leer, escribir y realizar las operaciones matemáticas básicas, sumar, restar, multiplicar y dividir, las circunstancias en que se aprende son determinantes, por lo que deben tomárseles en cuenta de manera fundamental. “La educación, y la alfabetización como parte de ésta –señaló a buzos la doctora Araceli Damián– no puede depender de una campaña específica y aislada, sino formar parte de un esquema completo de desarrollo humano”.

El modelo cubano en México

En el municipio de Chimalhuacán, Estado de México, declarado libre de analfabetismo por la UNESCO en 2009, el modelo Yo sí puedo se ha aplicado de 2005 a la fecha. En ese lapso se han alfabetizado 13 mil 897 chimalhuacanos que hoy en día cursan o empezarán a cursar su educación básica formal, de acuerdo con el titular del ayuntamiento, Telésforo García Carreón.

En nueve años el analfabetismo se redujo de 5.6 a 1.54. En 2009, Chimalhuacán se ubicó en 2.2 por ciento, porcentaje muy por debajo del cuatro por ciento señalado como mínimo aceptable por la UNESCO.
También se aplica el modelo de alfabetización Alfa TV, que ha desarrollado la especialista cubana Mercedes Montalván Gil y que está basado en Yo sí puedo.

Analfabetismo en la capital

La Ciudad de México tiene uno de los índice más bajo de analfabetas del país, con 2.1 por ciento de la población, pero el nivel del “analfabetismo funcional” es del 4.7 por ciento, lo que implica que hay muchas personas que no terminaron siquiera el tercer grado de primaria y carecen de conocimientos básicos para desarrollarse.

El 27 de noviembre de 2013, el jefe del Gobierno local, Miguel Ángel Mancera, lanzó una campaña de alfabetización con la participación de 100 mil estudiantes universitarios, con el fin de reducir 50 por ciento ese porcentaje, es decir, pasar de 150 mil a 75 mil analfabetas funcionales en la capital.

En delegaciones como Cuauhtémoc se llevan a cabo programas de alfabetización específicos, como el caso de personas en situación de calle. Martín Pérez Montañez, uno de los alfabetizadores, indicó a buzos: “El INEA no nos presta a una persona que les dé capacitación (a las personas en situación de calle), porque nosotros sabemos cómo atenderlos a ellos, tenemos la capacitación, no nada más estamos con lo de la escuela, sino tratando de integrarlos a la vida social”.

“Hay varios programas, porque aquí también les damos orientación sobre las drogas, sobre la cuestión sexual, les regalamos condones, una serie de cosas tratando de guiarlos, ya que no cuentan con una persona que los vaya guiando; entonces aquí tratamos de integrarlos con todo eso”, explicó.

La doctora Damián observó: “La visión tiene que ser mucho más amplia, porque en realidad las personas se quedan sin aprender a leer o escribir por la pobreza, y mientras no se resuelva la pobreza va a seguir habiendo mexicanos que no van a poder realmente tener acceso a la educación”