El Paso-Ciudad Juárez (2)

“¿Cuándo empiezan a derrumbarse los países? Cuando no hay red social”


El Paso-Ciudad Juárez (2)

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2011, 18:55 pm

Marc Bassets | 29/12/2011

Lo primero que llama la atención en el despacho de John Cook, el alcalde de El Paso, son las tres guitarras que reposan en un mueble y el enorme ventanal que proporciona una vista perfecta de Ciudad Juárez.

John Cook, además de alcalde, es guitarrista. Al final de la entrevista, nos regaló un cd grabado en ocasión de las inundaciones de El Paso de 2006. El alcalde interpreta dos canciones melancólicas, con reminiscencias del country-folk de los años setenta.

En una ciudad con mayoría hispana, donde el castellano es la lengua corriente en la calle y los comercios, Cook es una rareza. Nació en Brooklyn, y llegó a El Paso en 1968 como soldado a la base de Fort Bliss. En aquellos años si uno quería visitar México, podía cruzar la frontera con toda libertad. “En ambas direcciones”, precisa. La escena inicial de la película Sed de mal, de Orson Welles, refleja bastante bien la fluidez de la frontera hasta hace unos años.

Cook, como muchos ciudadanos de El Paso, tenía el dentista en Ciudad Juárez. En México arrancarse una muela era más barato.

Para muchos en El Paso no era este el único motivo para saltar la frontera. También el alcohol, la diversión, la mala vida eran un atractivo para cruzar el río Grande.

Cuando en 2005 accedió a la alcaldía, Cook encontró otros motivos para visitar Ciudad Juárez. Una vez a la semana almorzaba con el alcalde juarense.

El estallido de violencia en 2008 acabó con estas costumbres. Como tantos de sus conciudadanos, Cook se volvió prudente. Sólo iba a Juárez cuando era estricamente necesario. Los encuentros con el alcalde vecino se hicieron más esporádicos.

Cuando Cook cruzaba la frontera, lo hacía solo, sin guardas ni policías. Empezó a cruzar a pie, por uno de los puentes habilitados para peatones, y una vez en la parte mexicana se subía a un taxi que le llevaba a su destino. Ahora su familia y sus colaboradores en el ayuntamiento de El Paso le regañan por ir solo. Él dice que hasta ahora no le ha pasado nada y que así, de icógnito y llamando lo menos posible la atención, es la manera más segura de moverse por Ciudad Juárez.

Un día, John Cook cruzó no en misión oficial sino para visitar a su dentista. Hacía tiempo que había dejado de visitarlo y le debía dinero. Pero no pudo pagarle.

“Su oficina estaba cerrada. Se había marchado”, explicó.

El día de la entrevista la prensa local publicaba la noticia de que El Paso había revalidado el “título” de ciudad estadounidense de más de 500.000 con menos asesinatos. La primera pregunta fue esta: ¿Cómo se explica que una de las ciudades más seguras de EE.UU. conviva puerta a puerta con una de las más violentas del planeta?

Cook dio dos razones. “La gente de El Paso confía en sus policías. Si alguien denuncia que alguien está vendiendo droga, sabe que la policía no le dirá al traficante: ‘Aquel señor me ha dicho que usted vende droga’”, responde. Otras personas en El Paso también habían apuntado al hecho de que EE.UU. sea un estado de derecho –con una policía y una justicia fiable– como uno de los motivos de la mayor seguridad.

La segunda razón que esgrimió el alcalde es más sorprendente. “Aquí –dijo– disponemos de una red social”. Es decir, aunque sea menos robusto que en la Europa occidental, en Estados Unidos existe un estado del bienestar. Y el estado del bienestar también contribuye a impedir la violencia y sensación de anarquía de la ciudad mexicana.

Cook explicó que, antes de la adopción del tratado de libre comercio de América del Norte (NAFTA, en las iniciales inglesas) en 1994, El Paso era un centro de la industria textil. Empresas como Wrangler y Levi’s tenía fábricas allí. Pero con la entrada en vigor del tratado de libre comercio muchos empleos se fueron a Juárez. El Paso se encontró de repente con 15.000 parados nuevos. La mayoría eran mujeres que sólo hablaban español y tenían un nivel educativo bajo. Pero estas personas, prosiguió el alcalde, no quedaron a la intemperie: pudieron acceder a vales de comida, a un seguro de desempleo, a ayudas a la vivienda y a otros beneficios de la red social.

Sin embargo, añade Cook, cuando hace cuatro años la crisis económica global golpeó Ciudad Juárez, y se solapó con la guerra de los cárteles de la droga, “decenas de miles” de personas quedaron en paro. Al contrario que en El Paso una década antes, no contaban con una red social, lo que les hacía “muy vulnerables” a los cárteles de la droga. “Imagino que si los habitantes de El Paso se hubiesen visto incapaces de alimentar a sus familias, miles de nosotros, incapaces de proveer una vivienda, también nos tentaría buscar una vida en el crimen –dijo el alcale–. Este es el motivo por el que creo que al otro lado de la frontera se ve una pobreza tan extrema al otro lado de la frontera y no en este lado, la violencia en aquel lado y no en este”.

En un estado como Texas, gobernado por el republicano Rick Perry, afín al Tea Party y contrario a cualquier intrusión del estado federal en la economía, la teoría de John Cook contiene una gran carga política. Cook viene a decir que uno de los factores que mantiene la cohesión de los países, que evita la desintegración de las sociedades, es la solidaridad entre ricos y pobres, el denigrado estado del bienestar.

“¿Cuándo empiezan a derrumbarse los países, los gobiernos? –se pregunta–. Cuando no hay una red social y la gente se desespera y culpan a su gobierno, con razón”.

(lavanguardia.com)