"El Capital" y la aterradora realidad obrera

Omar Carreón Abud


La Crónica de Chihuahua
Agosto de 2012, 23:11 pm

Cuando en el mes de noviembre de 2008, ya desatada la crisis general que todavía azota a medio mundo, su Majestad, la Reina Isabel II de Inglaterra, les preguntó a los expertos de la London School of Economics por qué no habían sido capaces de predecir un fenómeno tan grave y devastador, no tuvo respuesta inmediata; le llegaría seis meses después, luego de concienzudos análisis y discusiones entre entendidos, mediante una carta firmada por algunos de ellos en la que le confesaban paladinamente que habían descuidado el estudio de lo que denominaron los riesgos sistémicos de la economía de mercado. Ya no tengo noticias de que le hayan precisado que el imperdonable descuido tenía muchos años, pero, así es. La famosa economía marginalista, un intento vulgar de explicación de algunos aspectos de la conducta humana, tales como el importante descubrimiento de que a precios altos los consumidores compran menos y a precios bajos compran más, o sea, auténticas perogrulladas, como afirmar que las subidas de aquí para allá son bajadas de allá para acá, esa “economía”, pues, no ha servido para explicar la esencia del capital, su existencia en movimiento permanente y, por tanto, ha fracasado en predecir y tratar de evitar las obstrucciones a su reproducción constante. Y ahí están las consecuencias.

Por ello, algunas de las mentalidades modernas más preocupadas y más abiertas a los descubrimientos aunque sean inquietantes y resulte, como ya resultó una vez, que la tierra sí es una esfera, se han preocupado por conocer la verdad y han regresado al estudio de uno de los más grandes científicos revolucionarios que han existido en la historia de la humanidad, al Prometeo de Tréveris, a Carlos Marx. Me llegan noticias de que en la Alemania de la señora Angela Merkel se ha vuelto a editar “El Capital” y se han disparado las ventas y, entre otros, ha causado impacto en el público de habla inglesa el libro de Terry Eagleton, un doctor egresado del Trinity College de Cambridge, maestro de la Universidad de Manchester, que lleva por título “Why Marx was right” (Por qué Marx tenía razón) y, también se ha publicado una nueva guía –llamémosle así, tratando de entender al autor- para estudiar El Capital, “A Companion to Marx´s Capital”, que escribe David Harvey, quien enseña en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y, para no alargar la muestra, John Gray, acaba de publicar un interesante artículo en la página electrónica de la BBC de Londres que lleva por título “Karl Marx tenía razón”. No puedo limitarme a mencionar estas novedades en el extranjero –no me lo perdonaría- sin añadir que aquí en México, la visión genial del Maestro Aquiles Córdova Morán, lo ha resuelto desde hace muchos años a contribuir al análisis, profundización y aplicación de El Capital mediante soberbios e inigualables cursos que imparte a sus compañeros antorchistas; espero que pronto puedan estar al alcance del público interesado, seguramente habrán de hacer historia.

La vigencia pues de los descubrimientos de Carlos Marx encuentra su comprobación todos los días en el funcionamiento y en la crisis generalizada del capitalismo, así como en la vida diaria de la masa empobrecida que de ese funcionamiento y esa crisis se deriva necesariamente. Luego de que en El Capital Carlos Marx concluye su estudio de la circulación de las mercancías en el que los actores se enfrentan como jurídicamente iguales, advierte que va a pasar a otro nivel de profundidad del análisis, que va a entrar al taller. “Al abandonar esta órbita de la circulación simple o cambio de mercancías… parece como si cambiase algo la fisonomía de los personajes de nuestro drama”, escribe Marx. “El antiguo poseedor de dinero –continúa- abre la marcha convertido en capitalista, y tras él viene el poseedor de la fuerza de trabajo, transformado en obrero suyo; aquél, pisando recio y sonriendo desdeñoso, todo ajetreado; éste, tímido y receloso de mala gana, como quien va a vender su propia pelleja y sabe la suerte que le aguarda: que se la curtan”.

Que se la curtan en el sentido de que lo exploten y acaben matándolo y que se la curtan en el sentido de que lo madreen si opone resistencia. Cae como anillo al dedo la palabrota porque acaba de volver a comprobarse que Marx tenía razón, que era un genio que al estudiar al sistema en su conjunto, estudió y describió magistralmente las consecuencias para la vida de los hombres que lo padecen. Apenas la semana pasada, por obra y gracia de la trinca maligna –charros, patrones y gobierno- en una empresa de Tultitlán, Estado de México, fueron baleados y golpeados salvajemente un grupo de obreros que distribuían propaganda, sí distribuían propaganda en la tierra de la libre expresión y los Derechos Humanos.

TI Automotive se llama la empresa represora, ahí los obreros, que no los patrones, fabrican refacciones para automóviles y están siendo brutalmente atacados por el junior de Salomón Mendoza Miranda, dueño del registro sindical de la Central de Trabajadores y Campesinos (CTC) que disfruta del Contrato Colectivo de Trabajo y por un tal Alejandro Veraza, quien funge como Director General de la empresa, debidamente representados por un grupo de mercenarios cuya acción violenta –protegida por una patrulla de la policía estatal que cubrió su retirada- arrojó el saldo de una persona herida de bala y ocho más con contusiones en el cuerpo y fracturas en el cráneo, así como 10 vehículos destruidos. Crimen organizado a plena luz del día ¿Habrá algún detenido por parte de la Procuraduría de Justicia del Estado de México? ¿Le preocupa a Eruviel Ávila Villegas, gobernador del estado?

Marx, pues, tenía, razón, el obrero llega a la fábrica sabiéndose subordinado, dependiente, débil, listo para sufrir abusos y, en el México del siglo XXI, cuando muchos aseguran que las tesis de Marx pueden haber sido buenas pero para las barriadas infectas de Londres o Manchester del siglo antepasado, pero no para el México pavimentado de hoy, vuelve a aparecer, persistente, terca, la espantosa realidad de la vida obrera. Pero, esta vez, los obreros de TI Automotive cuentan con el apoyo decidido de los antorchistas del estado de México y, éstos, con el de todos nosotros los del resto del país que somos sus compañeros, en las buenas, pero sobre todo, en las malas, que es cuando hace falta. Termino con una invitación amable: todo aquél que crea que puede resistir la verdad, que estudie a Marx, lo peor que le puede pasar es que se le caiga la venda de los ojos. Vale