Descubren sitio de culturas prehispánicas de Chihuahua

**Es un asentamiento que se localiza en la Sierra de Tarabillas, al norte de la Laguna de Encinillas.


Descubren sitio de culturas prehispánicas de Chihuahua

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2011, 20:56 pm

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- Un nuevo mundo se descubre pieza a pieza, un fragmento tras otro, conforme se van registrando vestigios de las culturas que ya estaban aquí cuando llegaron los españoles. Es que a cada paso, en cada rincón de las sierras del Centro-Norte del estado, se pueden encontrar restos de las culturas que habitaban en la región. Y los descubrimientos parecen no tener fin.

El Cañón del Barrigón, conocido así porque está contiguo al más conocido Cerro del Barrigón, forma parte del sistema de la sierra de Tarabillas, al norte de la Laguna de Encinillas.

Es en la boca de este cañón precisamente, y a unos pasos de la anchurosa llanura de Tarabillas, donde fue descubierto recientemente un asentamiento prehispánico, cuyas huellas más visibles son un paredón rocoso con dos series de inscripciones talladas en la roca, así como varios signos pintados de color rojo: Y a un lado del arroyito, a unos pasos del refugio de piedra, se encuentran varios morteros tallados en la roca, seguramente utilizados para moler granos.

El ingeniero agrónomo Ramón Trejo Domínguez, descubridor de este asentamiento, y quien es desarrollador de proyectos de conservación del suelo y de reforestación en los predios agrícolas de esta zona, describe cómo pudo haber sido la vida de los habitantes estacionales, quizás las tribus seminómadas de indios conchos que llegaban hasta acá.

En la estación lluviosa, dice Ramón coincidiendo con los estudios del arqueólogo Arturo Guevara Sánchez, el mayor conocedor de las etnias de esta parte del desierto, éste era el lugar ideal para vivir. El arroyo llevaba agua, y su corriente pudiera haberse extendido algunas veces durante la estación de secas, con la saturación de los manantiales corriente arriba. Abundan aquí las plantas de sotol, el cactus barril, gigante proveedor de pulpa y agua. Abundaban los mezquites, cuyos frutos se pueden consumir como fruta fresca en temporada, pero que una vez secos y triturados en forma de harina, se pueden guardar indefinidamente y preparar después un rico atole o los sabrosos panecillos que hasta hace muy poco se consumían entre la gente del desierto y que se llaman mezquitamal.

Estos grupos seguramente convergían con otros en la Laguna de Encinillas, verdadero oasis que se encuentra más al sur, y que para estos indígenas era accesible por el corredor de caza que iba al pie de esta sierra, abundoso en manadas de berrendos, que aún se pueden ver aunque en menor número hoy en día. Las veredas de este corredor Norte-Sur conducían a Encinillas, donde también en temporadas llegaban, y llegan, bandadas enormes de aves acuáticas migratorias. Es decir, comida.

Al pie del Cañón del Barrigón, y de esta sierrita, se pueden ver todavía los restos de una enorme construcción en forma de trinchera, que pudo haber sido construida también por esta misma cultura, y que, si tuvo techos de ramas y madera, ha de haber sido una verdadera ciudadela de piedra.

En todo el pie de la sierra se esparcen millones de fragmentos de rocas de la familia del cuarzo: ágatas y jaspes, principalmente éstos, precioso material, con el que estas gentes fabricaban herramientas y armas de muy diversa índole.

Aquí está otro descubrimiento a disposición de las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia, para que se den por enteradas.