“Descalza, crucé el desierto para llegar a California”

**Juana Ruiz se enorgullece del duro trabajo que le costó sacar a sus hijos adelante: aportó a la sociedad una diseñadora gráfica, una empresaria, dos psicólogos y un criminólogo.


“Descalza, crucé el desierto para llegar a California”

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2015, 17:23 pm

Por Gardenia Mendoza/ La Opinión

Juana Ruiz, una indígena zapoteca del estado de Oaxaca, presume a sus cinco hijos. Llega con ellos y su marido vestidos a la usanza indígena para recibir el principal premio que se da en México a las mujeres migrantes que narran su historia por escrito y en video. Se toma fotos aquí y allá, posa a lado de la canciller, Claudia Ruíz, y se dispone a hablar.

Del amor de madre que la hizo emigrar tres veces: de Santa Catalina Quién a Nanchital, Veracruz; de ahí para Oaxaca, la capital estatal, y luego a Los Ángeles, donde vivió algunos años, la última etapa en que sus muchachos y muchachas necesitaban más dinero para ir a la universidad.

“Me costó mucho, pero ahí están”, dice con una sonrisa de satisfacción: aportó a la sociedad una diseñadora gráfica, una empresaria, dos psicólogos y un criminólogo.

Juana recuerda que usaba hasta el último centavo en la educación de sus niños porque no quería verlos en un futuro pasar tantas penurias como ella. Así que les dio la bendición, algunos consejos y los dejó en Oaxaca para que siguieran sus carreras.

“Había veces que no tenía ni para zapatos, pero así, descalza, crucé el desierto para llegar a California”.

Allá alcanzó a su marido, quien había emigrado previamente, y se dispuso a ahorrar en un pequeño departamento del Este angelino. Siempre trabajó en la cosecha de verduras, almendras y chile. “Fue muy duro, pero antes fue peor”.

El antes fue un camino más rudo, recuerda. “Hay mucha discriminación contra el indígena en México”, dice Brenda Bautista, la hija diseñadora que la sigue a todas partes con una cámara fotográfica dispuesta a lanzar el flash a la menor provocación durante la ceremonia de la entrega de los premios.

Su mamá ganó alrededor de 4,200 dólares (50,000 pesos) en el concurso “Mujer Migrante, cuéntame tu historia” que ni en sueños habría especulado cuando salió caminando con toda la familia durante ocho horas desde Santa Catalina -en los años 80 del siglo pasado- cuando ya no tuvo nada que llevarse a la boca para alimentar al quinto hijo que llevaba en el vientre.

Su esposo miró a Nanchital, Veracruz, para buscar trabajo en una refinería. Ahí lo encobntró hasta que una explosión los hizo huir, antes de que la muerte los alcanzara como alcanzó a otros antes y después de los múltiples accidentes de la paraestatal Petróleos Mexicanos.

“Nos quedamos de pronto sin nada, andábamos en la calle buscando un rumbo, dormíamos en las terminales de autobuses hasta que optamos por ir a la capital del estado”, recuerda. “Ahí hacíamos de todo, mi esposo fue a Estados Unidos y yo lo seguí para que mis hijos fueran mejores y cuando todos se graduaron regresamos para estar con ellos”.