Declaran “los seremos” como patrimonio histórico y cultural

**Serán dos declaratorias: una por el Municipio de Allende y otra por parte del Congreso, para todo el estado de Chihuahua.


Declaran “los seremos” como patrimonio histórico y cultural

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2011, 14:01 pm

Por Froilán Meza Rivera

Allende, Chih.- Del siglo Dieciséis proviene la costumbre de “los seremos”, que en el Valle de Allende va a ser declarada en estos días como Patrimonio Histórico y Cultural del Municipio y, en seguida, llevada como propuesta al Congreso del Estado para que por parte del órgano legislativo sea igualmente declarada como Patrimonio Histórico y Cultural del Estado de Chihuahua.

Esas declaratorias tienen el propósito de dar a conocer entre la población del estado y en el país, la existencia de la única costumbre originaria de Chihuahua relativa a las festividades de los muertos. Y son parte de un proyecto de rescate y difusión que incluyó el trabajo de recoger testimonios y de documentar la antigüedad y autenticidad de esta tradición sin igual.

¿Qué son “los seremos”?

La investigación de este reportero rastreó los orígenes de esta tradición fósil hasta los tiempos de la colonización europea. “Los seremos” se han conservado con sus características esenciales dentro de la comunidad de Valle de Allende, y se sabe que los valleros son los únicos en el estado de Chihuahua que cuentan con una tradición similar.

Se trata de una ceremonia que en el Valle de Allende convoca a multitudes en las calles, cada día 1 de noviembre. Al caer la noche del Día de Todos los Santos, cada año, los niños forman grupos. A uno se le comisiona para fingirse muerto en cada una de las casas que visitan en un recorrido que puede durar desde las seis hasta bien entrada la noche. El “muerto” se tiende en la banqueta con su cabeza viendo a la puerta, con una sábana blanca encima, una cruz en el pecho, y agarra con sus manitas una vela encendida. Sus compañeros se hincan ante él y, simulando un funeral, rezan.

Después de los rezos, cantan: “Angelitos somos, del cielo bajamos, a pedir limosna, y si no nos dan, puertas y ventanas nos la pagarán”. Así dice el coro.
Los niños rezan por lo menos dos oraciones: el Padre Nuestro, el Ave María y, en ocasiones, el rezo de la Santa Cruz.

En seguida, gritan y hacen sonar las campanillas, el cencerro, o bien unos botes rellenos de piedrecitas, y se levanta el muerto: “Seremos, seremos, calabacitas queremos”, gritan a coro, tras de lo cual salen las gentes de las casas y los obsequian con golosinas.

EL ORIGEN

El profesor Martín Mendoza Ríos, quien en la administración municipal es coordinador técnico de Desarrollo Social, es el creador del proyecto para hacer del Valle una Ciudad Educadora, de acuerdo a las normas que puso la UNESCO. El primer paso fue instituir una feria anual llamada Feria Sociocultural, que abarca todas las expresiones posibles del arte, así como las variadas manifestaciones locales de la cultura popular.

Don Martín ha realizado investigaciones por su parte, en el probable origen de “los seremos”. Martín Mendoza Ríos sostiene que la expresión original debió ser “eremos” (“los eremos”), y que en el uso popular derivó en “los seremos”. En algunas incursiones que hizo a la Madre Patria, notó la proliferación de lugares históricos, en Castilla como en las provincias vascongadas del Norte de España, donde acudían estos eremitas-ermitaños a sustraerse del mundanal movimiento de aldeas y ciudades. Esta cultura del eremitismo, según don Martín, se fundió con una serie de tradiciones y rituales festivos de la gente, como el rito de mocería, que en el País Vasco y en Navarra incluía una peregrinación de niños que cantaban también su “Angelitos somos, del cielo venimos, a pedir limosna”.

Con variantes en cada pueblo, el cántico de los mocitos iba así, e incluía la parte que conecta a ese ritual con el de “los seremos” de este lado del Atlántico, mediante los conquistadores y colonizadores del estado de Chihuahua, que fueron vascos en su mayoría y que conformaron acá, en territorio de Durango y Chihuahua, la Nueva Vizcaya.

EL RESCATE

La profesora Felícitas (Lichita, le nombran todos) es un personaje muy importante en el tema, porque ella fue una de las protagonistas más visibles en el rescate de la tradición de “los seremos”, que en un tiempo peligró en perderse para siempre. El rescate fue fruto de una intervención consciente y deliberada, que se convirtió en respuesta masiva de los valleros, en auxilio al ritual. Si bien la recuperación fue una actividad conjunta entre autoridades municipales y planteles escolares de todos los niveles, la voz cantante la llevó siempre, y la siguen llevando, la secundaria Jaime Torres Bodet y la profesora Lichita, con un concurso anual que premia a la mejor interpretación de la costumbre.

La primera iniciativa de rescate fue hace veinte años, pero fracasó ante el empuje de la influencia del Halloween. En aquellos años andaban en la calle numerosos niños y jóvenes con máscaras de monstruos, calaveras y demonios, y estuvieron a punto de ya no participar en “los seremos”. Pero en el año 2000, hubo un acuerdo entre autoridades municipales, profesores y ciudadanos preocupados por la pérdida de las tradiciones, quienes se juntaron y decidieron hacer un esfuerzo supremo para que no se perdiera la costumbre.

UN TESTIMONIO

Nacida en 1933, doña Graciela Herrera morales tiene 77 años de edad, y comenzó a participar en “los seremos” desde que tenía 5 o 6 años. “Mi papá ponía un gran cazo con leña en el patio, exclusivamente para cocinar la calabaza en dulce que repartía a todos los que pasaban por la casa el 1 de noviembre, era calabaza en casco”.

¿Qué otras cosas les daban antes? “Tejocotes amarillos, o americanos, que aquí se daban en el Valle ya en noviembre. Nos daban cacahuates, también”.
Graciela Herrera, quien es hermana mayor de Jesús Herrera el cronista del Valle, recuerda un detalle importante, no recordado por nadie más, y es que en los equipos en que ella participó, llevaban a alguien especialmente para llorar en la representación del funeral.

Ellos (la niña Graciela y a sus hermanos y amiguitos de “los seremos”) arrancaban su recorrido en la calle Jiménez, al oriente del pueblo, donde era la entrada, “el puerto”, como se le conocía por ser el puerto de entrada de los viajeros, y donde estaban los mesones, que en aquellos años eran hotel, restaurante y alojamiento de vehículos y animales. Estaba por ejemplo, el mesón “El Refugio”, y el rumbo era “la despedida”, pero más allá estaba en llamado “puerto de los cochinos”, donde la gente tenía que cuidarse porque en la acequia a donde las mujeres llevaban a lavar el nixtamal para las tortillas, llegaban los cerdos a disputar el maíz y a meter el hocico en los botes en que lo llevaban.