Década de 1530: Frailes protagonistas de las misiones

Los misioneros viajaban con imágenes religiosas y cada misión requería de imágenes


Década de 1530: Frailes protagonistas de las misiones

Juan Carlos Ramírez
Marzo de 2012, 11:20 am

Desde la década de 1530, los españoles exploraron el norte en búsqueda de oro y de tierras para ocupar y colonizar. Fueron acompañados por indígenas nahuas, tarascos y otros, cuyas historias ancestrales incluían un pasado norteño. Algunos frailes franciscanos formaron parte de las expediciones y, antes de cerrar el siglo, habían establecido misiones en Nuevo México.

En 1591 llegaron a Sinaloa en la costa de Pacifico los jesuitas, y cuatro años más tarde tenían un colegio en Durango, para educar a los hijos de los colonos y apoyar una red de misiones que cubriría todo el noroeste. Cuando fueron expulsados los jesuitas por el Rey Carlos lll en 1767.

Los franciscanos quedaron prácticamente como los únicos misioneros en todo el norte. En esta última etapa misionera fueron protagonistas los frailes entrenados en colegios llamados de Propaganda Fide (la difusión de la fe) basándose en sus experiencias en Coahuila, Texas, la Sierra Gorda de Querétaro y otros lugares, sustituyeron a los jesuitas en muchas misiones del noroeste y fundaron nuevas misiones en Alta California.

Todos los misioneros establecieron pueblos, construyeron iglesias y las decoraron, como mejor pudieron. En estos procesos participaron los indígenas locales y los que habían llegado desde el sur, como también los colonos y soldados. Tanto artistas capitalinos como artesanos locales respondieron al reto de adornar las misiones con pinturas, esculturas y objetos de culto y de uso. Esta exposición es la primera que explora amplia y comparativamente esta herencia cultural, poco conocida, en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos.

Imágenes Misioneras

Los misioneros viajaban con imágenes religiosas y cada misión requería de imágenes. A menudo estas pinturas o esculturas fueron representaciones con fama de milagrosas. Ellas mismas eran consideradas misioneras, por que se creía que protegían a los cristianos y actuaban para convertir a los indígenas y conservar las misiones.

Los misioneros no escatimaban esfuerzos en el adorno de las misiones. Siempre había imágenes de los santos patronos. También siempre hubo algún tipo de retablo, improvisado, pintado o tallado, según permitían las condiciones de cada lugar. Tanto los franciscanos como los jesuitas promovían sus santos y devociones particulares. Otros temas dependían de devociones individuales de los misioneros o de algún benefactor.

Por lo general las pinturas fueron mandadas a hacer en México, por pintores renombrados en la capital que trabajaron mucho para las misiones: Juan Correa, Antonio de Torres, Francisco Martínez, Nicolás Rodríguez Juárez, Miguel Cabrera y José de Páez, entre otros.

Las misiones propiciaron el establecimiento y la difusión de tradiciones artísticas diversas. En algunos lugares, especialmente en territorios franciscanos, se desarrollan tradiciones propias, que eran el resultado de la adaptación de tradiciones nativas a las necesidades del culto cristiano.

Liturgia y celebraciones

La liturgia fue celebrada desde el inicio de cualquier misión, porque era una necesidad para los propios misioneros y los demás cristianos que los acompañaban. Además su celebración en las comunidades indígenas era una preocupación central de los misioneros. Algunos objetos eran esenciales (los cálices, candelabros y el vestuario, por ejemplo); otros fueron agregándose con el tiempo. Muchos de estos objetos fueron importados a las misiones desde diferentes partes del virreinato y del mundo, mientras otros se hicieron en las propias misiones con materiales y técnicas locales.

En la liturgia se marcaba el tiempo y las estaciones y se desarrollaron procesos de aculturación entre las culturas nativas y las del origen europeo.

Los sueños de los misioneros: Alegorías e historia

Las misiones cumplían un papel fundamental en el proyecto español de dominación, basado en una visión providencialista de la historia, en la que España era llamada a proteger y difundir la religión cristiana.

Además de ser un proyecto de la monarquía, las misiones norteñas fueron u proyecto criollo. Por su parte, los operarios de las misiones, franciscanos y jesuitas, se apoyaban en sus propias historias e ideales. Los franciscanos recordaban que su santo fundador había viajado a Egipto y que ellos habían sido los primeros misioneros en América. Con frecuencia usaban alegorías y símbolos para explicar su papel. Los jesuitas pregonaban el heroísmo de sus santos, especialmente Francisco Xavier, el “Apóstol de las Indias” y modelo de los misioneros.

Todos llamaban a reflexionar sobre la experiencia de la vida del misionero, que era un peregrino entre extraños, y podía perder su vida en las tierras lejanas.