Cuando se seque el Valle, como el atún se embargó

**La historia no tiene porque repetirse una y otra vez hasta el infinito. Por el contrario, nuestro destino está en nuestras manos. ¿Hacia dónde lo vamos a conducir?


Cuando se seque el Valle, como el atún se embargó

La Crónica de Chihuahua
Mayo de 2017, 20:00 pm

4 Vientos

Dicen que quien no conoce su historia está condenado a repetirla. Hablando con “los adultos” — un hábito que mi generación parece perder cada vez más—, he escuchado muchos decires, historias, relatos de un tiempo más próspero, una época que todos recuerdan con un vago aire de nostalgia.

Iván Gutiérrez

“Eran buenos tiempos, de los más prósperos que ha tenido la ciudad en toda su historia. Había trabajo, dinero, desarrollo. Eso duró bastantes años, pero luego vino el embargo…”, me contaba hace poco un hombre de otro tiempo. “Miles se quedaron sin trabajo, muchas empresas cerraron y entonces empezó la debacle de Ensenada. El embargo lo impusieron porque decían que muchos delfines eran atrapados en las redes de pesca —como lo que hoy dicen en la veda contra los pescadores de San Felipe y la Vaquita Marina—, pero todo fue porque Estados Unidos quería continuar con su imperio…”.

Tengo 24 años. Cuando nací, aquello del embargo atunero tenía tiempo de haber ocurrido, a pesar de que sus consecuencias seguían pegando fuerte en la economía de los porteños. Hoy, tras 20 años de litigo, México ha ganado una demanda contra Estados Unidos por lo injusto del embargo. Claro que el tiempo y los empleos perdido nadies los puede devolver.

En la década de los 80 del siglo pasado Ensenada se identificó como “la capital mexicana de la pesquería de túnidos”. Después vino el embargo de EU.

“La industria atunera era similar a lo que hoy es el Valle de Guadalupe”, me dijo mi interlocutor mientras comíamos tacos de caguatun con Marco Antonio, “Fue la que potenció el crecimiento de la ciudad”.

La sinapsis fue inmediata. Me vi en 20 años, sentado del otro lado de la mesa en una vieja cava vinícola, hablando con un joven sobre los años de prosperidad de la industria vitivinicultora y el auge de la producción de cerveza artesanal local.

“Eran tiempos de mucha producción de vino y cerveza local, ¡la variedad de ofertas y sabores era increíble! Después se agudizó la escasez del agua y llegaron las Asociaciones Público-Privadas. El agua se la quedó una cervecera norteamericana que se instaló en el Valle de Mexicali, en un tiempo en el que, curiosamente, Estados Unidos tenía una deuda con la ciudad de 9 millones de metros cúbicos anuales provenientes del Río Colorado…”.

Entonces preguntará la juventud futura, “¿y nunca les dieron el agua que les debían?” Mi mente recordará entonces lo que hoy es presente: la llegada de Trump al poder, la renegociación del TLCAN, la dictadura de Peña Nieto y el Acta 319.

Suspiraré, y con un profundo lamento que vendré arrastrando desde hace años miraré con vergüenza a mi hijo y le diré la triste verdad: “La gente… no la exigió. Y tampoco se opuso a la privatización del agua. La mayoría de las personas ni siquiera supo qué fueron las APP’s hasta que tuvieron que empezar a pagar la deuda millonaria que hasta hoy en día seguimos pagandoy que tú tendrás que terminar de pagar…”. El chico me mira incrédulo, sin terminar de entender cómo ocurrió lo que le narro.

De vuelta al presente, llega el momento de cerrar esta reflexión. No conozco muchos detalles del embargo atunero, y seguro es que no estoy tan informado del acontecimiento como lo estarán los mayores, pero algo me dice que la similitud entre el presente y el pasado es rotunda.

Lo que hoy veo con la problemática del agua y los intereses político-económicos del gobernador de Baja California, su Congreso Estatal, su Ley de Asociaciones Público-Privadas y los negocios con industrias del norte me llevan a pensar que, a pesar del tiempo que ha pasado, en Ensenada y en México seguimos sufriendo la política económica deshonesta e injusta dictada por Estados Unidos y ejecutada por una clase política mexicana sin dignidad y que no nos representa.

Este paralelismo de los eventos pasados y presentes es un grito de alerta, un llamado a la acción, una multiplicación de las voces que deben exigir el cumplimiento del derecho humano al agua, una oleada de gargantas recordando que el agua no es una mercancía, una demanda colectiva por el agua que nos debe el Río Colorado: una muestra ciudadana de dignidad.

¿Se quedará el Valle de Guadalupe sin agua por las APP’s? ¿Qué pasará dentro de 10 años con los pequeños productores de cerveza artesanal? ¿Cómo afrontaremos la creciente demanda de agua en un escenario donde la disponibilidad del recurso va a la baja? Estas son cuestiones que cualquiera preocupado por su futuro (sea un pequeño empresario o un ciudadano) tiene que empezar a reflexionar, pues el agua la compartimos y nos pertenece por derecho a todos.

La historia no tiene porque repetirse una y otra vez hasta el infinito. Por el contrario, nuestro destino está en nuestras manos. ¿Hacia dónde lo vamos a conducir?