Cruzada Nacional Contra el Hambre: manipulación

REPORTAJE ESPECIAL/ La Crónica de Chihuahua


Cruzada Nacional Contra el Hambre: manipulación

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2016, 09:30 am

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Martín Morales

Los trabajadores y sus familias han perdido el control de sus vidas frente al dominio que las grandes empresas trasnacionales mantienen con apoyo del Gobierno y la propaganda mediática sobre el proceso productivo agropecuario, industrial y comercial de los bienes alimentarios.

Su mayor preocupación reside en el hecho de que mientras los Estados nacionales den mayor prioridad a los negocios de estos corporativos que a las necesidades alimentarias básicas de la población, los problemas de miseria extrema, hambre y desempleo masivo seguirán existiendo en gran parte de las naciones.

El ejemplo más a la mano de este tipo de políticas mal enfocadas se ofrece en el programa Cruzada Nacional Contra el Hambre (CNCH), también conocido como SINhambre, que se desarrolla tanto para favorecer al Partido Revolucionario Institucional (PRI) como para beneficiar a las grandes empresas agropecuarias, industriales y comerciales que operan en México.

Según los especialistas consultados por Buzos de la noticia, el nombre escogido para designar a este programa evidencia su intención manipuladora y distractiva con respecto al objetivo de buscar una solución realista al problema del hambre con base en empleos estables y bien pagados.

SINhambre, según los expertos, es sólo una salida fácil y maquillada al ordenamiento del nuevo párrafo del Artículo 4º constitucional, reformado en 2011, que estipula que “toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad” y obliga al Estado a garantizarla, pero que a la fecha se encuentra sin reglamentación porque su legislación secundaria, aprobada el 30 de abril de 2015 por la Cámara de Diputados, sigue esperando su aprobación en la Cámara de Senadores.

“Hasta ahora no se ha garantizado el derecho a la alimentación, al contrario, se ha estado afectando”, resaltó a esta revista la doctora en nutrición Xaviera Cabada, especialista y responsable del área en la organización civil El Poder del Consumidor.

Una mala copia

SINhambre lo tomaron de Brasil, donde se aplicó un programa llamado Hambre Cero (impulsado por el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva), este programa se estableció a partir de un punto claro: que “nadie tenga hambre en ningún momento”. Su aplicación en México, sin embargo, se hizo sin ningún criterio ni metodología social, sólo para favorecer al partido en el Gobierno y a la industria alimentaria corporativa. Esto se evidenció cuando en uno de los principales actos públicos donde se lanzó el programa participaron directivos de las trasnacionales Pepsi Cola y Nestlé, revelando tanto su truco como su absurdo total, ya que estas compañías están lejos de representar el compromiso de una alimentación saludable para la población. “Es como si a un niño se le pudiera quitar la sensación de hambre con alimentos chatarra como sabritas Cheetos y Pepsi Cola; éstos no lo van a nutrir”, dijo la doctora Xaviera Cabada.

“La tarjeta SINhambre que se entrega a los beneficiarios del programa, limita a la compra de alimentos solamente a las tiendas de Diconsa; es decir, no pueden ir a un mercado sobre ruedas, tianguis, al mercado popular, a comprar productos naturales. Ahí les vende puro producto industrializado. Entonces, al final termina siendo un negocio redondo, tanto para la industria como para el Gobierno, pero todo a costa de la población. Hemos documentado la distribución en las tiendas Diconsa de productos industrializados como Nescafé, por ejemplo, ¡en zonas cafetaleras! Esto es un absurdo. O también que se venden fórmulas lácteas, lo que debería estar prohibidísimo, porque hay un Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), donde se establece que no se puede promover ni vender ese tipo de productos; pero aquí lo están vendiendo y sin medida”, precisó la especialista.

El Código Internacional citado por la doctora Cabada promueve la alimentación natural del bebé y establece que toda mujer embarazada y lactante tiene derecho a una alimentación adecuada para conservar la salud de ella y su hijo.

Por su parte, la doctora en nutrición Julieta Ponce Sánchez, directora del Centro de Orientación Alimentaria, Coordinadora del Sistema Oasis de atención a la alimentación y la salud, e integrante de diversas organizaciones nacionales e internacionales, dijo a Buzos: “técnicamente es incorrecto usar como sinónimos hambre y desnutrición; el hambre es una condición fisiológica, la manera como expresa el organismo la necesidad de llevar alimento al centro de las células, pero el concepto hambre es un término políticamente atractivo”.

Es precisamente de esta manera –resaltó– como el problema de la alimentación, sumado al fomento de la industria corporativa, resulta lucrativo mediante su uso político-electoral a través del programa “antihambre”.

“Si se revisa la canasta básica del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) o la del Banco de México (Banxico), dentro de ellas, siguen estando refrescos, chiles enlatados, harinas para hot cakes, productos que podrían ser considerados no básicos, pero que siguen estando ahí. Entonces, ¿a qué tipo de alimento nos estamos refiriendo? Hace falta que en todas las escalas, al menos en las oficiales de México, se mida la disponibilidad alimentaria, pero de los alimentos sanos porque, como dice la Constitución, el alimento debe ser nutritivo, suficiente y de calidad. Apegados a estos nuevos términos que nos obliga el Artículo 4º a partir de ello, cuando hablemos de hambre, tenemos que referirnos a este tipo de alimentos; cuando hablemos de escasez, es decir, de aquellos que cumplen con el principio de que sean nutritivos, suficientes y de calidad”.

Julieta Ponce destacó también que de no asumir el cumplimiento del mencionado principio constitucional en las políticas sobre alimentación “estaremos siendo incongruentes cuando decimos que en México hay gente con hambre, pero hay tres mil 200 kilocalorías disponibles por persona cada día (en términos de artículos de alto contenido calórico y no nutritivo, sobre todo con altos niveles de azúcar, sal y grasas; es decir, comida chatarra). Porque no podríamos decir que habiendo tantas calorías disponibles haya tanta gente que no tiene para comer”, indicó la doctora Ponce, integrante de la Alianza por la Seguridad Alimentaria, formada por diversas organizaciones civiles que trabajan en el mismo tema.

El Sistema Nacional para la CNCH se dio a conocer en enero de 2013 y el Programa Nacional México SINHambre 2014-2018 se divulgó oficialmente en abril de 2014. El objetivo fijado es que siete millones 15 mil personas superen su condición de pobreza extrema y sus carencias de alimentación. Estos mexicanos representan, sin embargo, sólo una parte de los 11 millones 400 mil personas en estas condiciones.

El avance de la CNCH a mediados de 2015 era de cuatro millones 235 mil mediante la oferta de alimentos en comedores públicos y tarjetas electrónicas. Estas últimas, denominadas SINHambre, han sido entregadas a 717 mil beneficiarios para uso exclusivo en las tiendas Diconsa mediante un abono anual de cinco mil 350 millones de pesos. Esas tiendas son provistas con mercancías de las grandes empresas trasnacionales.

Desde el ángulo opuesto

El total de mexicanos sin acceso adecuado a la alimentación es de 28 millones, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Es decir, si se dan como válidos los datos de SINhambre, hay otros 23 millones de mexicanos en condiciones de carencia alimentaria. El enfoque publicitario del programa es que se está solucionando el problema de los “más-más pobres” y que el resto de los demás hambrientos del país deberán esperar en el futuro una mejor oportunidad para quitarse el hambre y alimentarse mejor.

En estos desgloses no se incluyen los otros 27 millones de mexicanos que completan los 55 millones de pobres que el propio Gobierno federal reconoció en 2014 y que seguramente también tienen problemas de alimentación nutritiva y suficiente, según el ordenamiento del Artículo 4º.

“Por ejemplo, dados sus bajísimos ingresos, en lugar de comprar carne, porque no les alcanza, hay familias que adquieren salchichas, artículo fabricado por corporativos, con todas las consecuencias que tiene su ingesta (alto contenido de grasa y sal)”, comentó a su vez, Xaviera Cabada.

Por separado, la doctora Julieta comentó: “entonces dice (el Gobierno) a los pobres extremos, no les hemos podido dar trabajo, entonces les damos una tarjeta SINhambre y con ella pueden comprar productos en las tiendas Diconsa y podemos decir que esas personas ya tienen resuelto ese gasto. Tratan de resolver lo inmediato, pero no de forma estructural, según la "Declaración de los Alimentos y Cultivos Estratégicos para toda la población"; no solamente a cuatro millones, siete millones o a 20 millones, sino para toda la población, a través del impulso, por parte de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), de cultivos que no solamente reactiven la economía interna, sino que tengan la concentración nutricional más apropiada para resolver los problemas de alimentación. Tendría que haber una recuperación cultural y culinaria a través de los medios de comunicación de esa lista de alimentos estratégicos (básicamente nutritivos) y una acción adicional para que los precios de éstos estén controlados o subsidiados, para ponerlos a la mano de todos”, afirmó la especialista.

Con las tarjetas de SINhambre se pueden comprar 15 productos, de los cuales la mitad, de acuerdo con las organizaciones de la Alianza por la Salud Alimentaria, son artículos como chiles enlatados, cereal de avena, leche y chocolate en polvo, café soluble, productos todos fabricados por empresas trasnacionales. Un tercio de esos productos son del monstruo corporativo Nestlé, tales como Leche Nido o Nescafé Dolca, de acuerdo con El Poder del Consumidor.

En el mercado nacional y en las regiones marginadas pueden verse extraordinarias situaciones de cómo se procura resolver el hambre con artículos chatarra y bebidas azucaradas, especialmente refrescos, cuyo consumo ha ido en aumento, incluso en comunidades indígenas.

En este contexto resulta una paradoja que el poderoso corporativo Nestlé haya lanzado con el Gobierno federal un plan de autoempleo llamado “Mi Dulce Negocio”, dirigido a 15 mil mujeres de comunidades marginadas, quienes son encargadas de vender postres de la marca, con una estrategia de cambaceo, es decir, casa por casa.

También lo es que en la Ley de Ingresos de la Federación de 2016, legisladores de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y del Verde Ecologista de México hayan bajado del 10 al cinco por ciento el impuesto a las bebidas azucarados, establecido en 2014 para desincentivar su consumo, contribuyendo sobremanera al grave problema de la obesidad y la diabetes en México.

Denuncia internacional

En el mundo, 795 millones de personas siguen sufriendo las consecuencias de la malnutrición, mientras 500 millones padecen obesidad. De ahí que activistas internacionales y mexicanos redoblen esfuerzos contra el perverso juego en que se ha convertido la satisfacción de la fundamental necesidad humana de alimentarse.

El 9 de octubre de 2015, en Roma, Italia, estas organizaciones presentaron el Observatorio del Derecho a la Alimentación y la Nutrición 2015, informe anual con el que se busca profundizar la divulgación de la situación alimenticia y nutricional desde un enfoque de derechos humanos, más allá de las definiciones políticas y publicitarias; denunciar persistentemente el control sobre la comida ejercido por los corporativos trasnacionales, al tiempo de demandar que en los países empobrecidos se garantice el derecho humano a la alimentación y la nutrición más allá del abusivo lucro mercantil y político-electoral.

Sobre la presentación del reporte, el activista internacional Flavio Valente resaltó que este trabajo “describe la lucha de las personas para recuperar el control sobre sus propios cuerpos y sus propias vidas, ahora en manos de las corporaciones trasnacionales. Aquí, el concepto de nutrición no se limita a los ámbitos técnicos y médicos, sino se extiende a las importantes dimensiones políticas y sistémicas, que pueden asegurar unas dietas diversas, saludables, sostenibles y culturalmente adecuadas. El Observatorio sirve para destapar el sutil, a la vez que atroz, abuso y la impunidad de las corporaciones en relación con el derecho humano a la alimentación y la nutrición, proporcionando una serie de recomendaciones para que los Estados puedan prevenir y castigar las iniciativas que supongan un obstáculo para el disfrute de los derechos humanos”.

Sedesol enreda los conceptos

En documentos de SINhambre, programa coordinado por la Sedesol que encabezó la experredista Rosario Robles al inicio de la administración y que hoy conduce José Antonio Meade, su nuevo titular, se reconoce una disparidad de criterios sobre el concepto “hambre”, descritos en diversos de textos elaborados por la propia secretaría, tal como lo puso en evidencia el año pasado el Coneval.

Ese texto justificativo de Sedesol indica: “distintos documentos de la Sedesol utilizan diferentes conceptos como inseguridad alimentaria, carencia alimentaria y desnutrición de manera indistinta para referirse al hambre. La Sedesol coincide en que la precisión es relevante y que deberá quedar claro en el Programa Nacional México Sin Hambre. A continuación se presenta la definición de hambre que se adopta para la cruzada y su vinculación con los otros conceptos que señala el Coneval”.

Se esperaría entonces leer la definición, pero lo que enseguida aparece es un nuevo enredo encaminado a crear una nueva justificación. Dice: “si bien no existe una definición consensuada del concepto hambre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) comunmente utiliza la palabra hambre como sinónimo de desnutrición crónica, aunque también se refiere a la privación de alimentos, o a la sensación incómoda o dolorosa causada por no ingerir en un determinado momento suficiente energía a través de los alimentos. Así, la problemática que describe el Coneval sobre el concepto de hambre no es exclusiva de la Sedesol. De hecho, al revisar los documentos de la FAO se puede ver que el término hambre se utiliza para describir diferentes problemáticas, incluida también la de inseguridad alimentaria”.

Finalmente cita una especie de criterio amoldado a las necesidades de comunicación oficial mexicana: “De acuerdo con la FAO, la seguridad alimentaria ocurre cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana. En el caso de México, la medición multidimensional de la pobreza se aproxima al concepto de seguridad alimentaria mediante la Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria, definiendo la carencia de acceso a la alimentación como aquellas personas con inseguridad alimentaria moderada o severa. De esta manera, hay un doble vínculo conceptual entre hambre y nutrición en la cruzada. Por el lado de la pobreza extrema, el ingreso por debajo de la línea de bienestar mínimo indica que no se cuentan con los recursos suficientes para tener una nutrición adecuada. Mientras que por el lado de la carencia de acceso a la alimentación sugiere que, por la inseguridad alimentaria que se padece, no se tiene acceso a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos.

“Otro aspecto singular del texto de la Sedesol es su referencia a que supuestamente se está cumpliendo (a su modo) con lo dispuesto por la Constitución. Para abonar a la confusión con una manipulación de conceptos, se introduce al discurso problemas como ¡bulimia y anorexia!, los iguala a la obesidad, y señala que no son problemas asociados a la pobreza. O sea, no hay gordos, anoréxicos o bulímicos, y tampoco desnutridos por los efectos derivados de ingerir alimentos no nutritivos, sino generadores de sobrepeso y obesidad, precursores de hipertensión, diabetes y otros padecimientos, como los producidos por la industria, tal como refieren especialistas independientes”.

Al respecto, obsérvese detenidamente el siguiente párrafo del texto de la Sedesol: “Asimismo, con la atención del hambre se busca dar cumplimiento a lo señalado en el Artículo 4° de la Constitución que dice: "toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad".

”En este sentido, el esfuerzo que hace el Estado mexicano para garantizar el derecho a la alimentación de la población en pobreza extrema alimentaria se justifica por el hecho de que es justamente ese sector de la población el que tiene la menor capacidad para gozar de una alimentación suficiente, nutritiva y de calidad. Existen problemas de la alimentación en México que no están asociados a la pobreza, a pesar de tener repercusiones en la nutrición de las personas, por ejemplo, la obesidad, la anorexia o la bulimia. Cuando estos problemas no están vinculados a la pobreza no hay un problema de capacidad para alimentarse, por lo que no está en riesgo su derecho a la alimentación”.

La Sedesol no ha detallado al Coneval cuáles son los criterios para determinar la base de 400 municipios objetivo del plan SINhambre. En los hechos, según la Sedesol, actualmente ya son 526 municipios. Al insistir en su petición de detalles, el Coneval ha reportado que específicamente en las 400 localidades en las que se lanzó el programa sólo vivía una tercera parte de los pobres extremos, meta primordial del programa. El uso político-electoral del plan ha quedado en evidencia reiteradamente.

El próximo 5 de junio de 2016 habrá elecciones en 13 estados del país, además de dos elecciones extraordinarias –la ya desahogada el 17 de enero para designar gobernador en Colima y la del presidente municipal de Centro, Tabasco, del 13 de marzo–; estarán en juego mil 366 posiciones políticas, 12 gubernaturas, 965 presidencias municipales, 388 diputaciones de 12 congresos estatales, 239 de mayoría relativa y 149 de representación proporcional; en Puebla sólo serán para elegir gobernador; y en Baja California para mandatario local y legisladores.

El pasado 28 de diciembre de 2015, José Antonio Meade, coordinador nacional de la CNCH, anunció con bombo y platillo que apenas empezando enero de 2016 se reforzaría y vendría “un relanzamiento” del programa contra el hambre, que incluyó a otros 395 mil 177 beneficiarios el año pasado.

En esa misma oportunidad, Meade anticipó, sin dar a conocer los criterios de selección, que el Gobierno federal ampliará el número de municipios atendidos por SINhambre a fin de alcanzar la meta sexenal de “cero hambre en el país”.