Crece la riqueza mundial, y se concentra

Abel Pérez Zamorano


Crece la riqueza mundial, y se concentra

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2014, 21:01 pm

(El autor es un chihuahuense nacido en Témoris, Doctor en Desarrollo Económico por la London School of Economics, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y profesor-investigador en la División de Ciencias Económico-administrativas de la Universidad Autónoma Chapingo)

En octubre pasado el Credit Suisse Research Institute publicó su reporte 2014 sobre riqueza mundial (Global Wealth Databook 2014), donde se pone de manifiesto de forma inequívoca la escandalosa concentración de la riqueza a escala global como una característica de la economía capitalista. El Credit Suisse Wealth Report, una de las referencias obligadas en el tema de creación y distribución de la riqueza, analiza la distribución entre 215 países desde el año 2000 hasta mediados del presente. En principio resalta un hecho incontrovertible: la riqueza ha crecido portentosamente; según el estudio, en el año 2000 el total que poseían los hogares en el mundo alcanzaba 117 billones de dólares: hoy totaliza 263 billones (125 por ciento más). Digamos de paso que si en el mundo hay tanta pobreza, ello no se debe a falta de crecimiento y de riqueza repartible, sino a la acumulación de esta en unas cuantas manos, como efecto de una ley del desarrollo de la economía capitalista descubierta ya desde mediados del siglo XIX. En México, la riqueza por cada persona adulta en el año 2000 sumó 17 mil 484 dólares, y este año alcanzó la cifra de 35 mil 234; en términos absolutos pasó de 987 mil millones a 2.6 billones de dólares en el mismo período, y sin embargo, la pobreza aumentó. Una ingente riqueza creada, pero que no se ha traducido en aumento de empleos ni en mejores salarios; al contrario, éstos han disminuido en términos reales.

El informe cuantifica con precisión la gran brecha existente entre países; de los 215 que reconoce el estudio, 54 poseen el 96 por ciento de la riqueza mundial; un selecto grupo de ocho naciones poseen el 73 por ciento. A esto ha dado lugar el sistema imperialista, que concentra la riqueza en unas cuantas potencias. La desigualdad entre clases sociales ha pasado de brecha a verdadero abismo. Se expone en la página 98 del reporte la así llamada “pirámide de la riqueza global”, que muestra cómo el 0.7 por ciento de la población mundial controla 44 por ciento de la riqueza (algo así como 115.9 billones de dólares), mientras en la amplísima base de la pirámide, 69.8 por ciento de la población mundial detenta un magro 2.9 por ciento. En la página 99 agrega que el diez por ciento más rico (el decil más rico) de los adultos del mundo posee el 87 por ciento de la riqueza total, y el uno por ciento más rico controla el 48.2 por ciento.

Llama la atención que en China opera una tendencia diferente: no se polariza tanto el ingreso, sino que se distribuye entre los deciles medios, en las clases medias. Dice el reporte que: “… tiene muy pocos representantes en la parte más baja de la distribución mundial de la riqueza, y relativamente pocos en el nivel más alto, pero domina el sector medio alto, representando el 40 por ciento de los miembros de los deciles del 6 al 8”; o sea, no es país de extremos, con pocos grandes ricos y muchos pobres; su distribución es más equitativa; esto, obviamente, no niega que haya crecido el sector de ingresos más altos. En contraste, Estados Unidos resalta como paradigma de desigualdad. En el mundo existen 3.8 millones de millonarios (con fortunas de más de un millón de dólares), de los cuales en Estados Unidos viven 1.6 millones, 42 por ciento; en el Reino Unido, medio millón y en la Eurozona 850 mil. Entre los 215 países, México se sitúa en el lugar número quince con más millonarios (172), por encima de Brasil y Rusia, y el lugar 22 con más personas con más de mil millones de dólares (14).

Mas como todo es un proceso, también la desigualdad ha evolucionado, y el año 1989 marca un hito en el proceso de acumulación de la riqueza global, precisamente cuando inicia el fin del bloque socialista, con la caída del muro de Berlín; es la víspera del colapso de aquel muro de contención a la voracidad que representaba la Unión Soviética; las ansias de acumulación se contenían un poco por miedo de los magnates de los países capitalistas a que cundiera el ejemplo soviético. Dice el reporte: “Por otro lado, la porción [que posee] el 10 por ciento más rico – que refleja mejor la tendencia a la expansión de la desigualdad – se elevó suavemente de 67% en 1989 a 72% en 2007 y después saltó a 74.5% en 2010. Las cifras apenas reveladas para 2013 indican un aumento adicional a 75.3%. Estos hallazgos sugieren una variación ascendente en la desigualdad en la riqueza en los años recientes” (pág. 116). Sin duda el capitalismo mundial, rotas ya todas las riendas, se desbocó a partir de la caída de la URSS, y se enseñoreó del mundo; la clase adinerada tomó directamente los gobiernos en sus manos sin tener que delegarlo, y la legislación de las naciones se arregló para facilitar esta verdadera orgía de acumulación.

Y de ello Estados Unidos es paradigma, pues como dice el estudio: “Nuestros cálculos sugieren que la porción del percentil más alto [el uno por ciento más rico] fue de 38.5% en 2000, aumentó a 38.9% en 2007 y 2008, y después a 38.4 para mediados de 2014… Para el decil más rico, estimamos que su porción llega a alcanzar 74.6% de la riqueza en 2000 a 74.8 en 2007 y 2008, antes de caer a 74.6% otra vez en 2013” (pág. 116). Estados Unidos se ubica así en la categoría de país con “muy alta desigualdad” (donde el diez por ciento más rico tiene más del 70 por ciento de la riqueza); las otras categorías son “alta desigualdad”: arriba del 60, y vienen luego las desigualdades media y baja. Latinoamérica como región registra también muy alta desigualdad (70.8 por ciento de la riqueza en manos del decil más rico). En México, el 1% más rico controla el 33.7 por ciento de la riqueza.

Como vemos, la riqueza global ha crecido espectacularmente, pero por una ley del desarrollo de la economía capitalista, tiende indefectiblemente a concentrarse en unas cuantas fortunas. Y bien se ve que la desaparición del contrapeso que representaban las economías socialistas se convirtió en un catalizador de la concentración en el mundo entero, y, México destaca en esta tendencia como réplica que es del modelo norteamericano. La causa de todo esto radica en que la economía de mercado, si bien es excelente para generar riqueza, cuando es dejada a su libre dinámica tiende por fuerza de ley a acumularla, como muestra el reporte. En fin, si queremos que la riqueza sea distribuida equitativamente, el Estado, y atrás de él la sociedad civil organizada, debe jugar un papel más decisivo; de lo contrario seguiremos viendo a la humanidad nadando en un mar de riqueza y muriendo de hambre y sed, cual moderno Tántalo. Urge revertir la polarización económica, que amenaza la estabilidad de las naciones, la democracia y la armonía social y condena a miles de millones de personas en el mundo a una vida infrahumana.