Coyame: campañas políticas y festejos revolucionarios a la vez

Por: Alejandro Salmón Aguilera


Coyame: campañas políticas y festejos revolucionarios a la vez

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2013, 21:56 pm

Es probable que los mil 618 habitantes del enorme municipio de Coyame, ahora llamado “del Sotol”, jamás se hubieran imaginado que, así extraviados en el desierto de Chihuahua, se llegaran a convertir en el corazón político del estado, al menos durante mes y medio.

En solo seis meses, Coyame “Del Sotol” no sólo pasó a ser el primer municipio al que se le añadió el nombre de una bebida alcohólica, sino también el del extraño caso donde un conteo y un posterior recuento de votos termina con la elección de ayuntamiento empatada entre el PAN y una coalición encabezada por el PRI.

Este año, Coyame no sólo a los poderes del estado, sino a los partidos políticos metidos en plena operación electoral para desempatar el marcador que los lleve a ganar el gobierno de la demarcación más despoblada del país.

Este árido municipio tendrá al mismo tiempo el desfile conmemorativo al inicio de la rebelión armada contra el régimen de Porfirio Díaz, el cual se celebra el 14 de noviembre, y el desarrollo de las precampañas para la elección extraordinaria de ayuntamiento. En estricto sentido, el desfile debería suspenderse en razón de una veda electoral que aplica tanto para comicios ordinarios como extraordinarios.

Si a eso se le agrega que el mismo 14 de noviembre habrá una sesión solemne del Congreso del Estado, con el gobernador César Duarte encabezando un proceso legislativo y con toda la clase política concentrada en el pequeño poblado de Cuchillo Parado, donde Toribio Ortega se levantó contra Porfirio Díaz, el proceso electoral queda más revuelto aún.

Acaso dirán que un acto solemne no cuenta como acción propagandística de gobierno, pero ¿cómo quitarle el peso específico a un acto encabezado por el gobernador a diez días de que se abran las casillas para repetir la elección municipal de Coyame?

A saber si las autoridades electorales midieron ese empalme de hechos cuando decidieron poner al 24 de noviembre como día de elecciones. Bien lo pudieron fijar para el día 10, cuatro antes del festejo revolucionario, o para el domingo 1 de diciembre, a 30 del cambio de poderes. ¿Por qué empalmar las cosas, entonces?