Congreso ’’enrejado’’, rodeado de antimotines y hasta de perros de pelea

**El autor de esa obra, no estaría de más que recibiera la visita de Protección Civil, pues se pudo causar una catástrofe, si se hubiese requerido la evacuación del edificio.


Congreso ’’enrejado’’, rodeado de antimotines y hasta de perros de pelea

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2013, 11:46 am

Por: Alejandro Salmón Aguilera

Tiene razón el grupo legislativo que ayer aprobó en el Congreso del Estado la reforma constitucional en materia energética: se hizo historia…pero no precisamente una que se quiera recordar.

Al margen de las discusiones en torno a la apertura del sector energético—tema del cual se ha escrito en diversos medios y por voces mucho más calificadas que las de este autor—la forma como obró el Gobierno del Estado sentó una serie de precedentes degradantes para el desarrollo democrático de la sociedad chihuahuense.

El sólo hecho de sesionar a matacaballo, con un citatorio informal, vía “mensajito telefónico”, sin establecer más orden del día que la aprobación de la reforma votada ya en 17 congreso locales, habla no de un apremio legislativo, sino de un apuro por satisfacer a alguien o de cumplir algún compromiso pactado en las alturas de la política. ¿Así, entonces, nos la vamos a llevar? ¿Legislaciones sobre pedido?

Si ya era preocupante la forma desaseada como se condujo el legislativo local, el cual de por sí había quedado a deber con esa atropellada forma de aprobar cuentas públicas, leyes de ingresos y reestructura de deudas, el operativo para evitar que “extraños” ingresaran a la Torre Legislativa fue de un exceso propio de países totalitarios donde aún impera el partido de estado, o lo que es peor: el hombre-estado.

Decenas de agentes uniformados, ataviados con escudos, pistola escuadra al cinto y cachiporra en la mano, dispuestos a usarlos –cualquiera que consideraran necesario—para someter a un puñado de manifestantes quienes se oponían a la reforma energética.

Las medidas iban de menos a más: primero, el despliegue de una fuerza policial que ya la quisiéramos para proteger a los ciudadanos víctimas del delito—que, por cierto, siguen siendo muchos—luego, el envío al lugar de escuadrones caninos, listos para atacar a quien intentara ingresar al recinto legislativo. Es decir, que oponerse a la reforma energética bien vale una mordida de un cánido entrenado incluso para matar.

Si a los manifestantes se les puso ese cerco, a los trabajadores y visitantes del recinto legislativo se les puso una cerca, tal cual. Una reja metálica corrediza, similar a la que ponen algunos comerciantes en sus negocios para evitar los robos, cubren de ayer en adelante el acceso a las escaleras del Congreso.

No sabemos quién fue el autor de esa obra, pero no estaría de más que recibiera la visita de la Unidad de protección civil, pues ese enrejado bien pudo causar una catástrofe, si se hubiese presentado una situación que requiriera la evacuación del edificio.

Qué tiempos aquellos, cuando los diputados sesionaban en pleno abierto, a donde entraban lo mismo manifestantes que porristas; vendedores ambulantes o pedigüeños; ciudadanos que buscaban la atención de su diputado. Eso ya no se puede: ahora, hay que esperar a que suban la cortina para pasar a ver ¡al representante popular!