Cifras nos regresan a la realidad: en inseguridad, mejor que Guerrero, peor que Disneylandia

**Las autoridades siempre se comparan con su propia incidencia de años anteriores, pero los indicadores delictivos de Chihuahua están entre los más elevados del país.


Cifras nos regresan a la realidad: en inseguridad, mejor que Guerrero, peor que Disneylandia

La Crónica de Chihuahua
Febrero de 2015, 19:01 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera/ ahoramismo.mx

Las cifras nos regresan a la realidad. Eso sucede cuando alguien nos mide desde afuera del estado y nos compara con el resto del país e, incluso, del mundo.

Así nos sucedió con el organismo “Semáforo delictivo”, el cual nos ubicó como la tercera entidad más violenta del país, sólo superada por el emblemático estado de Guerrero y por Sinaloa.

Más aún: somos el sexto lugar en incidencia de delitos de alto impacto, que incluye a los que implican el uso de violencia extrema, como homicidio, secuestro o asalto a mano armada, entre otros.

La apreciación de este organismo, el cual se basa tanto en cifras oficiales que aportan los gobiernos estatales y el federal, así como en mediciones hechas por instituciones de investigación social, colocan a Chihuahua en una condición muy distinta a la que tanto festinan las autoridades locales.

Esta misma semana, el fiscal de la zona centro en Chihuahua, Sergio Almaraz Ortiz, presentó en conferencia de prensa una serie de datos que indicaban un descenso en la actividad delictiva durante el año recién terminado.

La comparación, vale aclararlo, se hacía con respecto al año 2013, que también fue en declive con respecto a su antecesor, el 2012. Como se puede apreciar, las autoridades locales siempre se comparan con su propia incidencia de años anteriores, sin tomar en cuenta que los indicadores delictivos de Chihuahua están entre los más elevados del país.

En cambio, Semáforo Delictivo coloca a Chihuahua entre los 10 estados con mayor incidencia delictiva. Está en un octavo lugar entre un grupo de 32 entidades—incluido el Distrito Federal—entre las cuales hay algunas que tienen indicadores tan bajos como cualquier país del norte de Europa. Así de dispares están las comparaciones.

Ya en otra sub-calificación: “Delitos de alto impacto”, Semáforo coloca a Chihuahua en sexto lugar nacional y en un color rojo, el cual indica que está por encima del promedio de México como país.

Luego, en otra sub-clasificación, Chihuahua aparece junto con Guerrero y Sinaloa como los únicos que duplican el promedio nacional de homicidios por cada 100 mil habitantes.

El dato que está para preocupar o para darle la coartada perfecta a las autoridades es el indicador de delitos producto de la delincuencia organizada. Según la firma Lantia Consultores, una de las proveedoras de información para el estudio publicado por “Semáforo”, el 67 por ciento de los homicidios ocurridos en Chihuahua son del tipo ejecución, es decir, los vinculados al crimen organizado.

Si el indicador se basara únicamente en homicidios comunes, Chihuahua tendría un promedio de homicidios por debajo del nacional e incluso estaría para compararse con algunos países europeos y muy por encima del de los Estados Unidos, por citar ejemplos.

La autoridad suele usar la referencia al crimen organizado como una forma de justificarse, de explicar por qué suceden hechos de violencia e, incluso, lo usa para dar por resueltos los casos de homicidios múltiples. El ejemplo más reciente fue el de los abogados asesinados esta misma semana: la respuesta de la autoridad fue que se dedicaban a asesorar a líderes de cárteles delictivos.

Lo que no debe olvidar la autoridad, ni la sociedad chihuahuense, es que la actividad organizada del delito no nos es ajena, no es cometida por seres de otro planeta ni por entes extraños a nuestro entorno. Los autores de esos actos recorren nuestras calles, suben y bajan nuestros edificios y están tan sujetos al régimen de autoridad como el más probo de nuestros vecinos.

El que la víctima formara parte de una cadena de actividades ilícitas no es motivo para justificar los hechos. Tampoco para que la autoridad se lave las manos y se quite de encima el problema. Esperemos que el diagnóstico del “Semáforo delictivo” sirva para levantar antenas y darnos cuenta que no estamos tan bien como decíamos, y no para la autocomplacencia de una autoridad que pretenda decir que, “de no ser por el narco, estaríamos como en Suiza”.