Chihuahua: el estado más violento de México durante marzo

**Las ejecuciones ocurridas desde el primer día del mes, así lo indicaban


Chihuahua: el estado más violento de México durante marzo

La Crónica de Chihuahua
Abril de 2013, 09:03 am

Chihuahua.- La madrugada del 29 de marzo, a dos días de que terminara el mes, cinco personas fueron asesinadas en un bar de la ciudad de Chihuahua. Tres mujeres y cuatro varones. Dos más resultaron heridos. Y todo lo que se supo fue que el ataque fue obra de un hombre solitario con el rostro cubierto que disparó “sin objetivo en particular”.

Desde los primeros días de marzo el estado de Chihuahua ya anunciaba que venía un mes violento.

Para el tres de marzo se había ya registrado en promedio un homicidio diario y la tarde de ese domingo el Fiscal General de Chihuahua, Carlos Manuel Salas, salió a los medios a explicar que había “un reacomodo de los cárteles de la droga en el estado”.

“Los asesinatos recientes son reacomodos de los grupos de delincuencia organizada que se disputan la venta de droga en los puntos de las ciudades y las vías que utilizan para ingresar a los Estados Unidos”, dijo Salas, casi a manera excusa por lo que venía.

Sólo en Ciudad Juárez se registraron 45 asesinatos durante el mes pasado. Dos mujeres, dos menores y dos oficiales de policía. De nueva cuenta, durante marzo, Chihuahua se mereció ser el estado más violento de México con 186 homicidios, 18 por ciento del total de asesinatos en el país.

Los breves destellos de esperanza que se veían en los chihuahuenses durante los dos primeros meses de 2013 se están apagando. Los habitantes están regresando a 2010, un terrible pasado con más de 3 mil 100 asesinatos en 12 meses, que poco a poco iban dejando atrás.

El 2012 fue un año de una lenta recuperación, las calles volvieron a poblarse de noche, los bares y restaurantes regresaron a escena, la gente tomó de nueva cuenta sus avenidas a pie, en bicicletas, motocicletas, y los parques se llenaron de niños. Pero a tres meses de 2013, las miradas recelosas han regresado. Los padres han vuelto a decir a sus hijos que no salgan de noche. “Ya ven lo que pasó en aquel bar en Chihuahua”; “Ya ven que este fin de semana mataron a 15 aquí en Juárez”.

Las autoridades han intentado hacer lo suyo. Luego de un fin de semana ajetreado, con 15 asesinatos en tres días, se arrestaron 11 presuntos homicidas.

Adrián Sánchez, portavoz de la Policía Municipal, dijo que durante los 31 días de marzo 11 “probables homicidas” fueron aprehendidos. Entre ellos habría cinco miembros de la pandilla de Los Aztecas, a quienes han relacionado al Cártel de Juárez, dos presuntos secuestradores y siete extorsionadores.

Con todo y esto, los habitantes de Chihuahua han resistido al miedo. Los eventos públicos como conciertos, obras de teatro y las salas de cine, siguen llenos. Para algunos esto es una demostración de que no ha sucedido lo mismo que en 2010, cuando en los primeros meses la ciudadanía vació sus calles.

Sicarios

Un joven de 29 años que se dedica a asesinar por dinero, me dice que su célula de sicarios se ha reducido de manera importante. Lo encuentro en un centro comercial y me pide que mejor vayamos al parque donde vive. No tiene hijos, no tiene esposa y habita una pequeña vivienda subsidiada por el gobierno en el sur de Ciudad Juárez.

“Antes trabajábamos como 40 con esta célula y ahorita si mucho somos unos tres”, me cuenta. Explica que es porque “hay menos trabajo”, es decir, menos gente a quien asesinar. También porque la mayoría han sido arrestados o asesinados.

Lo entrevisté un jueves. Me dijo que me “pusiera trucha” el fin de semana porque le habían “caído” varios trabajos. Ese fin de semana hubo 15 homicidios y 5 arrestados en relación a los crímenes. Sé que entre ellos no estuvo mi entrevistado y no lo he vuelto a ver.

La Sierra Tarahumara

Durante las celebraciones de Semana Santa, los indígenas en la Sierra Tarahumara pidieron por expulsar al narco de sus tierras y por preservarlas.

De Ciudad Juárez a la Sierra de Chihuahua, lugar de los Rarámuri, el cambio es como ir de un país a otro. El desierto se vuelve bosque, el clima se enfría, las zonas urbanas son cada vez más pequeñas y precarias. Cuando los tres niveles de gobierno lanzaron un ultimátum a los cárteles de la droga, cuando ya no había a quien más asesinar y cuando, de acuerdo a consultorías de seguridad, un cártel tomó el territorio de Ciudad Juárez, los narcos partieron a la Sierra.

Las autoridades lo han hecho ver como un lugar donde se esconden. Pero basta con pasar un par de días en aquella remota tierra para darse cuenta que quienes se esconden son los rarámuri. Esta comunidad indígena está golpeada desde dos direcciones: el narco los tiene amenazados de muerte y les obliga a sembrar droga para ellos, mientras que el estado les está arrebatando sus tierras sin si quiera preguntar.

En la zona de Divisadero, lo más alto de la Sierra Tarahumara, se está instalando un parque de atracciones extremas. El teleférico más grande de México, áreas para escalar, hoteles y más hoteles. Todo esto en tierras rarámuri.

En el hogar de Martín Vargas, un rarámuri de 20 años, un día llegaron las excavadoras y aplanadoras. Un hombre, con camisa a cuadros, le explicó a su familia que tenían que desalojar porque estaban asentados en predios federales donde se iba a construir. A pesar de que ellos sabían que esto era mentira, tomaron lo poco que poseen y dejaron su diminuta vivienda de madera.

A la familia Vargas la ha recogido un estadounidense que desde hace más de 25 años habita la Sierra. Randal Gingrich está haciendo la labor de abogado, representando a las comunidades excluidas de sus propias tierras. ‘Randy’, como le llaman en Chihuahua, afirma que ésta es la peor amenaza que enfrenta actualmente la Sierra.

“Claro que el narco es amenazante para los rarámuri, pero la expropiación de sus tierras es terrible, los están dejando sin hogares”, expone.

El estado de Chihuahua se ha limitado a explicar que el mismo turismo extranjero y nacional que están intentando impulsar en la Sierra, dará de comer a los rarámuri, a quienes “se les dará la oportunidad” de vender artesanía hecha por ellos y quedarse con las ganancias.
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