Capitalismo, corrupción y demagogia

EDITORIAL


Capitalismo, corrupción y demagogia

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2016, 15:00 pm

Los ideólogos del sistema, funcionarios de los tres órdenes de Gobierno, dirigentes de partidos políticos y organizaciones empresariales o confederaciones de trabajadores, abordan el tema de la profunda corrupción que se extiende por todas las esferas de la vida pública.

Dependencias enteras, partidos políticos, organizaciones y confederaciones laborales o patronales, secretarías de Estado, instituciones de los tres poderes, fuerza pública, nada escapa a la corrupción que padece la sociedad mexicana desde su más tierna infancia.

La bandera de la lucha contra este azote la enarbolan hoy todos los actores políticos, todas las fuerzas que se disputan la silla presidencial, las gubernaturas, alcaldías y delegaciones en las que se realizarán comicios en los próximos dos años.

Todos ellos coinciden plenamente y en nada difieren… en el discurso. La pugna electoral ha motivado el surgimiento de adalides que condenan a los corruptos con índice flamígero, exigen cárcel para ellos y prometen, en caso de ganar la contienda, las medidas más severas y efectivas para erradicar el mal; se manifiestan concientes del problema y en verdad lo son, porque lo conocen muy de cerca, dentro de sus propias organizaciones, dependencias y partidos; saben de lo que hablan, porque no hay partido gobernante sin vigorosos brotes de corrupción.

En las filas de la izquierda surgen voces que hablan de una inminente limpieza de la nociva fauna de corruptos cuando los borregos de la granja se rebelen; al mismo tiempo, la voz dirigente del partido empresarial se eleva para prometer contundentes acciones punitivas contra quienes se han enriquecido con recursos del erario, pero guarda un silencio cómplice con respecto a los sonados latrocinios de sus correligionarios.

Ésa es otra curiosa coincidencia entre la izquierda y la derecha mexicanas. La prensa “nacional” se ha encargado de difundir muchos ejemplos de la corrupción generalizada y los gobiernos, cuando así conviene a sus planes, también realizan grandes montajes para exhibir los actos de corrupción de altos funcionarios, aparentando probidad y respeto a los bienes públicos.

Las contiendas partidarias en tiempos electorales abren un magnífico campo de batalla. Bajo la bandera del combate a la corrupción electoral, todos los partidos políticos acusan a sus adversarios de aplicar indebidamente los recursos oficiales y de echar mano de dinero de oscura procedencia para realizar campañas anticipadas, compra de votos y una colección de ilícitos tan asombrosos que superan la literatura de ciencia ficción.

La bandera anticorrupción se ha puesto a ondear con vigor porque el siguiente año se realizarán elecciones locales que fortalecerán al partido vencedor, posicionándolo para su mejor participación en la contienda presidencial de 2018.

Ésa es la causa de tanto discurso y tanta demagogia contra la corrupción; debate que permite subir a la palestra a viejos y jóvenes adalides de izquierda y de derecha que condenan rabiosamente y prometen dar fin a la terrible plaga, cuidándose, ¡eso sí!, de no decir cómo van a eliminar algo que cien años de Gobierno capitalista no han erradicado.

Quienes prometen, una vez obtenido el poder, eliminar el viejo problema de la corrupción, desconocen o fingen ignorar que éste es estructural, que existe un denominador común entre corrupción y pobreza; y tampoco informan de cómo el régimen ha sabido utilizar la corrupción para controlar partidos y funcionarios a fin de perpetuarse en el poder. De estos aspectos del fenómeno habla hoy nuestro reportaje especial.