Cambios en el gabinete: ¿para qué somos los amigos?

**Con los cambios anunciados el sábado en el gabinete del ejecutivo, se nos viene a la mente el título de una vieja serie de dibujos animados de los lejanos años 70s: “Los súper amigos”.


Cambios en el gabinete: ¿para qué somos los amigos?

La Crónica de Chihuahua
Noviembre de 2014, 15:44 pm

Por: Alejandro Salmón Aguilera

Si alguien le pidiera a esta columna que describiera en pocas palabras los cambios anunciados el sábado en el gabinete del ejecutivo, la única frase que se nos viene a la mente es el título de una vieja serie de dibujos animados de los lejanos años 70s: “Los súper amigos”.

Sólo la amistad estrecha del gobernador Duarte con las personas nombradas—acaso con la excepción de Sergio Martínez Garza—explica que los haya movido de donde estaban para ponerlos al frente de dependencias de suyo complicadas y que suelen enfrentar conflictos sociales de dimensiones insospechadas, como es la educación, la salud y la producción de alimentos.

El gobernador optó por aceptarle la renuncia a un experimentado Octavio Legarreta Guerrero, quien desde hacía meses quería irse de la Secretaría de Desarrollo Rural, a donde llegó tras una larga carrera en la secretaría del gobierno federal que hoy se llama SAGARPA. En el lugar del avezado Legarreta, el gobernador puso a un amigo muy estimado; a un indudable aliado político que muchos servicios le ha hecho en el ámbito de “la grilla”, pero que no sabe nada de administración pública: Leonel de la Rosa.

El ahora secretario de Desarrollo Rural “confiesa” en su cuenta de Facebook que ha sido diputado local dos veces y presidente estatal del PRI, además de líder de la CNC en el estado, pero que nunca ha ocupado un cargo administrativo. De ahora en adelante, se encargará de una secretaría que maneja 124 millones 636 mil 328 pesos, según el Presupuesto de Egresos para el año 2014. “Sin cargos administrativos, pero con décadas de trabajo partidista”, así su vida laboral Leonel de la Rosa en su cuenta de “Facebook”.

En educación, el gobernador removió sin darle cargo nuevo a un experto en las artes electorales, como Pablo Espinoza, para por fin acomodar en el gabinete a su amigo Marcelo González Tachiquín, a quien tuvo “castigado” en la Dirección de Pensiones Civiles del Estado por un lapso de tres años. ¡Pobre Marcelo! Tan cerca del presupuesto y tan lejos del Palacio. Ya no lo estará, porque ahora despachará como titular de una secretaría que tiene más de 40 mil empleados y ejerce un presupuesto de 5.8 mil millones de pesos, pero algo tiene qué ver con el ejercicio de 20 mil mdp. Nada mal para alguien que peleó con todo el puesto de Secretario General de Gobierno, el cual sigue en manos de Raymundo Romero, su especie de Némesis gubernamental.

En Salud, lo único que se hizo fue darle el cargo formal a quien ya desde hacía años fungía como jefe de una secretaría que tiene a su cargo la parte más vulnerable del gobierno del estado, desde hace años.

Con primeros lugares deshonrosos en materia de muerte materna; con una baja expectativa de vida para los varones—sólo 67 años, cuando la media nacional es de 74—y la prevalencia de enfermedades de finales del siglo XIX, como la tuberculosis, Pedro Hernández Flores se hace cargo de una secretaría donde ya se había empoderado.

Para muestra, sólo hay qué recordar aquel papelón, cuando el entonces secretario Sergio Piña Marshall lo removió de la Dirección de Servicios Administrativos de la secretaría de Salud, pero al siguiente día, el gobernador en persona lo reinstaló. Poco después, Piña Marshall se fue del cargo y ahora Hernández ocupa su lugar.

Tal parece que el gobernador optó por rodearse de personas de su confianza para cerrar el último ciclo de su gestión, así sea a costa de la calidad de los servicios que se le deben ofrecer a los gobernados.