Brasil va a segunda vuelta, con un amplio respaldo a la ultraderecha

**Así fue siempre Jair Bolsonaro: un outsider, un inimputable, un loco, un idiota, un enfermo compulsivo y agresivo. Mientras tanto, siguió pregonando impunemente su odio a la democracia, valiéndose de la protección que la democracia le brindaba.


Brasil va a segunda vuelta, con un amplio respaldo a la ultraderecha

La Crónica de Chihuahua
Octubre de 2018, 13:34 pm

Jair Bolsonaro, militar retirado de extrema derecha fascista, quedó a casi cuatro puntos porcentuales del 50 por ciento necesario para ganar en primera vuelta de las elecciones presidenciales, por lo que Brasil irá a balotaje el 28 de octubre.

Ante la frustración con los partidos tradicionales por los escándalos de corrupción y la crisis económica, la candidatura de Bolsonaro —quien ha hecho declaraciones en contra de los afrobrasileños, de las mujeres y a favor de la dictadura— ganó un apoyo popular contundente, aunque también es el político más rechazado según encuestas. Se enfrentará a Fernando Haddad, quien tuvo 18 por ciento menos de votos que Bolsonaro y es del Partido de los Trabajadores, que gobernó el país de 2003 a 2014.

“Esto les ha recordado a las personas que Brasil no puede seguir en el rumbo del socialismo", dijo Bolsonaro antes de que cerraran las urnas.

Pero ¿quién es Jair Bolsonaro? El periodista argentino PABLO GENTILI, radicado en Sao Paulo, escribió hoy de él, en un artículo publicado en El País, donde caracterizó al favorito de las elecciones:

EL MEDIOCRE FASCISTA QUE ASCIENDE EN UNA SOCIEDAD SIN RUMBO

"Bolsonaro fue un mediocre militar, retirado al alcanzar el grado de capitán. Hace 25 años ejerce un también mediocre mandato como diputado. Muchos, dentro y fuera de Brasil, lo conocieron cuando votó a favor de la destitución de Dilma Rousseff, dedicándoselo a la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, que la había torturado cuando ella tenía 19 años. Ustra comandó el principal centro clandestino de detención durante la dictadura militar. Torturaba a sus víctimas y, cuando eran mujeres, además de violarlas, solía llevar sus hijos para que las vieran moribundas, ensangrentadas, desnudas, abrigadas sólo por su valentía y por su dignidad. Bolsonaro homenajea a Ustra cada vez que puede. No es aislado este hecho con el reconocimiento y el protagonismo que logró meteóricamente este militar sólo célebre por sus insultos racistas y machistas, por su apología a la tortura y por su permanente desprecio hacia los derechos humanos.

Los que rondan las mafias delictivas vinculadas al paramilitarismo, los que se cobijan a la sombra de las oligarquías empresariales antidemocráticas y los que sobreviven en el anonimato de un parlamento clientelista y corrupto, suelen mimetizarse con los excrementos de las cloacas del poder. Por eso, los demócratas los despreciamos, pero les prestamos poca atención. Nunca llegarán a nada, pensamos. Son sólo grises funcionarios del horror.

Así fue siempre Jair Bolsonaro: un outsider, un inimputable, un loco, un idiota, un enfermo compulsivo y agresivo. Mientras tanto, siguió pregonando impunemente su odio a la democracia, valiéndose de la protección que la democracia le brindaba. Durante todos estos años, sólo algunas heroicas diputadas lo enfretaron con coraje, recibiendo insultos y golpes. Cuando la democracia es así de generosa con sus enemigos, acaba masticando su propia aspiración de libertad, igualdad y justicia, debilitándose, volviéndose frágil, tenue, imperceptible.

Brasil salió de la dictadura sin realizar un ajuste de cuentas con 21 años de opresión y violación al estado de derecho democrático. Cuando esto ocurre, las naciones suelen estar condenadas a repetir el pasado. Pero el pasado nunca se repite de la misma forma".