Arroyo El Mimbre, torrente homicida

**Recuerdan sucesos de la tromba de 1990 en la colonia Renovación.


Arroyo El Mimbre, torrente homicida

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2011, 11:14 am

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- El rugido del agua sorprendió a las personas en las casitas de la orilla. Esa furia de los elementos era algo desconocido para ellos, y su primera reacción fue asomarse al cauce del arroyo, que iba crecido como nunca.

El Mimbre raptó vacas de unos ranchitos vecinos, llevaba perros ahogados, llantas de desecho, y los azorados vecinos distinguieron un automóvil que era arrastrado pero como iba dando tumbos en el agua, no alcanzaron a ver si llevaba personas adentro.

El Mimbre es el arroyo de la tromba de 1990.

Eran el caos y el terror. “¿Qué tanto va a seguir lloviendo? ¿Cuánto más aguantarán las casitas de adobe? ¿Se desbordará el arroyo y nos llevará también a nosotros?”

Los temores estaban justificados, sobre todo cuando la gente supo que en otras partes de la ciudad, las corrientes se estaban llevando casas, calles y gentes.

“Cuando se calmó la lluvia, ya oscuro, oímos que nos gritaba, del otro lado del arroyo, un muchacho amigo mío, José Luis Pérez, compañero de la Liga de Beisbol de la Villa... quería ayuda”.

El testimonio es de Miguel Reyes Bueno, habitante de la colonia Renovación.

“Pero cómo ayudarlo, si nosotros estábamos de este lado, y ni manera de pasar para allá... el arroyo se lo llevó a él, a su mamá y una hermana suya. La muchacha se quedó atorada aquí nomás adelantito en un rancho.

Aquí no recibieron la ayuda de los Bomberos ni de ninguna corporación de emergencia.

En el puente que está cerca de la Casa del Estudiante Antonio Sosa Perdomo, los afanes de tres esforzados muchachos: Horacio Rosales, Macario Reyes y Armando Reyes, permitieron el rescate de una señora de edad y dos chavalillos que estaban ahí atrapados en el puente, a punto de ser raptados por el torrente. Otro beisbolista, Pedro Ruvalcaba, de la colonia Villa, murió arrastrado por El Mimbre en esta última colonia. Murieron también la mamá de Ruvalcaba, una hermana y una sobrina de él, quienes estaban justo dentro del camino que tomó el agua.

Este arroyo, que mide unos 14 kilómetros y que nace entre los cerros de la Mesa del Caballo, la Tinaja Blanca y El Picacho, vierte sus aguas en el río Sacramento, pero se abre paso por calles de las colonias Ignacio Allende, Insurgentes, Tierra y Libertad, Renovación, Ampliación Renovación, San José, Villa Nueva, CTM, Jardines del Norte, fraccionamiento Gloria, Parral, Nombre de Dios y fraccionamiento Continental.

En su cauce alto, al noroeste de la ciudad, mide casi 15 metros de ancho en su paso por la colonia Renovación, pero se estrecha a cinco metros al entrar a la colonia Villa. Es el mismo arroyo cuyas aguas inundaron las calles de la Villa, que se llevó casas, piedras, automóviles, muebles y cadáveres aquel 22 de septiembre de 1990, durante la tromba de tristes recuerdos.

Algunos recuerdan aquel día como el “sábado negro”; otros, como “el día que se cayó el cielo”, pero la generalidad de la gente lo refiere como “el día de la tromba”, la fecha fatídica de un desastre que destruyó grandes sectores de la ciudad y que enlutó innumerables hogares.
Según el reporte oficial, el fenómeno destruyó 375 casas habitación, provocó 98 muertos, y dejó miles de damnificados.

¿Qué sucedió?

El 22 de septiembre de 1990, la lluvia que cayó fue de casi 130 milímetros, cifra muy cercana a la mitad de los 300 milímetros que caen como promedio histórico a lo largo de todo un año. Los cauces de los arroyos se llenaron y desbordaron con el agua torrencial que escurrió de las nubes. Las corrientes se abrieron paso por entre las calles y se llevaron por delante todo lo que les estorbaba, y todo lo arrasaron.

Las víctimas de la tromba se caracterizaron en su mayoría por vivir en colonias pobres, de improvisada urbanización, donde los “desarrolladores” despreciaron las fuerzas de la naturaleza que suelen desatarse y hacer caso omiso del trazo urbano.