Arrinconados como leprosos, enfermos de Sida en Chihuahua

**La enfermedad, aquí, está rodeada de prejuicios sociales, de discriminación laboral, y de falta de atención hospitalaria y médica.


Arrinconados como leprosos, enfermos de Sida en Chihuahua

La Crónica de Chihuahua
Diciembre de 2010, 10:23 am

Por Froilán Meza Rivera

Chihuahua, Chih.- Los infectados con el virus del sida en Chihuahua, que son alrededor de 160, están refugiados en las sombras, ocultos a la mirada de las personas, porque la sociedad los niega y los discrimina. Esconderse es una estrategia de autodefensa, su escaso contacto con la gente y el ocultamiento les evitan desprecios, malas caras y vergüenzas que quieren evitar.

Pero hay otros peligros en esta negación social de la enfermedad: los infectados no luchan por su derecho a ser atendidos, y con frecuencia son también objeto de despido y de discriminación laboral. A la larga, todo eso disminuye su calidad de vida y acorta la esperanza de vivir los años a que podrían aspirar en las condiciones ideales.

"El sida en la ciudad, una realidad negada" es el estudio que realizó la antropóloga Alejandra Lambarri, quien es ganadora del Premio Chihuahua en la categoría de Ciencias Sociales.

El VIH/sida se encuentra rodeado de un conjunto de prejuicios y miedos, y este es un hecho cuyo efecto más importante es que las personas infectadas sean objetos de discriminación.

La profesora Alejandra Lambarri se queja de que existen sectores retardatarios en Chihuahua que prefieren voltear a otro lado e ignorar este problema de salud pública. "Pero el hecho de no enfrentar el problema, lo único que provoca es que aumente su peligrosidad".

Si se ignora al sida y a los infectados por el virus, se ignoran también las campañas de prevención, dice Lambarri, y lo que hace falta es precisamente que estas campañas se intensifiquen, que se hagan masivas y extensas, que se hagan permanentes.

Para la antropóloga, las campañas tanto para prevenir el sida como para hacer más sensible a la población al respecto, deberían de institucionalizarse y no dejarse al criterio de las autoridades. Es decir, "debe hacerse una normatividad, una ley estatal que obligue a las autoridades en turno a asumir la responsabilidad de las estrategias a largo plazo".

Escribe Lambarri: "En los últimos años se ha hecho público un gran debate en torno al costo de los medicamentos utilizados para combatir el VIH. Es indudable que sólo aquellas personas que cuentan con considerables recursos económicos pueden acceder a ellos, y también lo es que las consecuencias de la falta de acceso son dramáticas: la reducción tanto de la calidad como de la cantidad de vida de las personas infectadas. Se calcula que un paciente correctamente medicado y atendido en una fase temprana puede vivir con el VIH como un padecimiento crónico, y que su esperanza de vida puede alcanzar hasta los 20 años, o más".

La vida del infectado en Chihuahua es una combinación de desgracias: a la poca atención médica se suma el rechazo, incluso de la propia familia, quienes no aceptan la homosexualidad del enfermo, cuando lo es.

P.A.Q., hermana de uno de los 40 entrevistados por la estudiosa, alude a ello de forma velada al decir: "... mire, desde que mi papá se enteró no le habla a mi hermano, y en todo este tiempo que lleva en el hospital no ha venido ni una sola vez a verlo. Lo peor es que cuando estaba en la casa ya muy malo le hablaba muy feo, o hacía como que no existía... para él era como un fantasma…"

Algo debe cambiar, concluye la antropóloga Alejandra Lamberri: a los infectados con VIH/sida se les debe aceptar, se les debe mirar a los ojos, ayudarles, apoyarles, y hacer todo lo posible por detener la epidemia, con campañas preventivas permanentes, con educación permanente, con programas permanentes que no se abandonen durante los cambios de administración, y que sean institucionales para que no dependan de las preferencias políticas o religiosas de los gobernantes en turno.