Antorchistas informan al pueblo de Chihuahua sobre situación en San Luis Potosí

**Entregan 100 mil volantes en el estado.


Antorchistas informan al pueblo de Chihuahua sobre situación en San Luis Potosí

Lily Dueñas
Septiembre de 2012, 18:43 pm

Chihuahua, Chih.- Con el fin de informar a la sociedad chihuahuense, sobre la lucha que s ellevá a favor de los derechos de los pobres en San Luis Potosí, miembros del Movimiento Antorchista Nacional, hoy se volcaron a las calles de esta capital.

La Libertad, la Carranza, la Niños Héroes, la Cuarta, la Julián Carrillo y las plazas de Armas e Hidalgo, fueron los puntos donde los antorchistas entregaron volantes para informar de la manifestación de pobres en San Luis y de la actitud del gobierno, sobre esta.

La Libertad, la Carranza, la Niños Héroes, la Cuarta, la Julián Carrillo y las plazas de Armas e Hidalgo, fueron los puntos donde los antorchistas entregaron volantes para informar de la manifestación de pobres en San Luis y de la actitud del gobierno, sobre ésta.

En las principales ciudades del estado y en la Sierra, fueron repartidos 100 mil volantes entre la gente, en los centros urbanos, en casetas de peaje y en los puentes internacionales de la frontera.

Aquí el contenido del volante:

Hace poco más de dos meses (69 días), que los antorchistas potosinos están plantados frente al palacio de gobierno del estado, pidiendo solución a demandas cuya urgencia y extrema necesidad se han agudizado a raíz de la intensa y prolongada sequía que afligió a buena parte del territorio nacional. Esta nueva plaga bíblica se vino a sumar a la permanente y profunda pobreza de una buena parte de potosinos que, además de la aridez de su territorio, han tenido que soportar el olvido, el menosprecio y la nula atención de los gobiernos de ese estado, sin distinción de partidos.

No es necesario insistir en que el plantón no es un capricho sino algo absolutamente necesario a causa de que, no obstante que las peticiones fueron hechas desde el inicio mismo del ejercicio del actual mandatario estatal, Fernando Toranzo (y algunas son, incluso, promesas de campaña), resultaron fallidos todos los esfuerzos por llegar a una solución equilibrada y justa mediante su gestión ante las dependencias de gobierno que, según la normatividad, tienen la facultad y el deber de atender los distintos reclamos legítimos de la ciudadanía. Las respuestas fueron siempre las eternas y muy sobadas quejas de falta de presupuesto, los plazos reiterados que se agotaron inútilmente una y otra vez, las “entrevistas” que nunca llegaron a nada y, finalmente, la simple negativa abierta y rotunda. De esta manera, se fue arrinconando paso a paso a los antorchistas hasta dejarles como únicas opciones la renuncia a sus demandas legítimas o la lucha abierta y pública, aunque, eso sí, pacífica y legal. Ese y ningún otro, por más que se difunda lo contrario, es el único motivo y origen del plantón.

Con toda razón, pues, los antorchistas se niegan a levantar su protesta con las manos vacías, ya que a la vista de lo que han oído, visto y sufrido hasta aquí, se dicen y le dicen a quienes los atacan, amenazan y presionan para que se retiren: ¿y qué sigue después? ¿Las mismas prolongadas antesalas, las entrevistas inútiles, el diálogo de sordos, el largo y aburrido peregrinar por las lujosas oficinas de los funcionarios que sólo se burlan de ellos, es decir, el regreso al punto de partida y al mismo fracasado camino que los obligó a plantarse? ¿Quién o quiénes, sean individuos o instituciones, de los que vociferan y se irritan por las molestias que causa el plantón y los daños que inflige a “los derechos de terceros”, garantiza o se hace responsable de que serán respetados, acatados y restañados los muy atropellados y heridos derechos de “los segundos”, esto es, de los pobres de San Luis? ¿O es que sólo los derechos “de terceros” son verdaderos derechos, sólo esos cuentan realmente y sólo para con ellos tiene deberes el gobierno, mientras a los demás “que se los papen duelos”, como dijo don Miguel de Cervantes?

Aprovechando que se acercan las fiestas patrias y montándose sobre el noble patriotismo que en los potosinos, como en todos los mexicanos, despiertan esas efemérides caras para todos nosotros, ha arreciado la campaña mediática en contra de los plantonistas; se suman a ella, evidentemente incitados por el propio gobierno, nuevos actores como los organismos cúpula del empresariado potosino y los grandes comerciantes establecidos en el primer cuadro de la capital, y se “filtran” a la prensa amenazas (veladas y no tanto) de que el 15 de septiembre el centro de San Luis Potosí estará libre y limpio, como sea y a costa de lo que sea, “para que los ciudadanos puedan disfrutar de las fiestas patrias en paz y con toda libertad”. No hay duda de que el gobierno de Toranzo se dispone a cometer un desaguisado haciendo uso de la fuerza pública del gobierno que, ciertamente, es grande y muy temible. Resulta indispensable, pues, hacer la correspondiente y oportuna denuncia a la opinión nacional y, al mismo tiempo, manifestar algunas breves reflexiones en torno al problema.

Primero, los potosinos deben estar seguros de que la demanda de los antorchistas no es hoy, ni ha sido nunca, dinero en efectivo para que los “líderes corruptos” lo manejen en su provecho y a su libre albedrio; ahora como siempre, lo que solicitan es obra pública, servicios básicos (que incluyen obviamente salud y educación), apoyos a pequeños productores y a gente en pobreza alimentaria con programas que el propio gobierno se ha encargado de ofrecer y publicitar cuando le ha convenido, empleo digno y bien remunerado para profesores que luchan a brazo partido contra la ignorancia de nuestro pueblo y cosas así. Y si cuestan mucho o poco, eso no es culpa o responsabilidad de los pobres que las necesitan, y menos todavía de sus dirigentes. No obstante, ante los reiterados señalamientos sobre el carácter desmesurado de las demandas en términos financieros, los antorchistas han hecho un cálculo somero al respecto y están en condiciones de demostrar que el monto de lo que se les niega llega, a lo más, a algunas decenas de millones, pero en ningún caso alcanzan siquiera la centena. De ello se deduce con seguridad que el problema de fondo no es el dinero, sino que nos hallamos frente a un calculado plan de represión y persecución política en contra del Movimiento Antorchista Nacional, que busca frenar su avance entre los pobres de San Luis y de México mediante la negación de obras de cierto impacto que favorecerían su imagen pública.

Este miedo a la organización popular resulta más que lógico en un país tan desigual como el nuestro, pero no por eso deja de ser un delito de Estado por cuanto implica un grave ataque a la Constitución General de la República y a las garantías sociales que tutela, sin contar la sorprendente miopía política que encierra al negar a los más débiles el derecho elemental a luchar legalmente por paliar su miseria y su marginación. Quienes han echado a andar esta campaña de macartismo criollo, ¿tienen claro hacia dónde conduce y dónde desemboca este camino? Dicen los señores empresarios y comerciantes potosinos que la protesta antorchista ensucia el centro histórico de San Luis; que ahuyenta al turismo y por tanto a su clientela más solvente; que perturba el orden y la tranquilidad pública. Los antorchistas hemos sabido desde siempre, sin necesidad de que nadie nos explique lo obvio, que la lucha popular produce inevitablemente estos u otros “daños colaterales”, y hemos tratado de reducirlos al mínimo aunque sabemos que es imposible evitarlos completamente. Pero siempre también hemos preguntado, y preguntamos hoy a los poderosos de San Luis: ¿la mejor y más inteligente manera que se les ocurre para acabar con esas molestias, es amordazando y maniatando a los pobres para que ni hagan ni digan nada sobre su pobreza? Y eso, señores empresarios y comerciantes, señor gobernador Toranzo, ¿no tiene ni tendrá nunca “efectos colaterales”? ¿Se puede amordazar, maniatar, apalear y encarcelar impunemente al pobrerío, sin ningún riesgo, sin que nada ocurra ni ahora ni en un futuro previsible?

El pueblo es lento en reaccionar pero no olvida nunca; en cambio, a las clases pudientes las anestesian y adormecen su dinero y su poder, y tienden a pensar que todo mundo vive en el mismo paraíso que ellos. Por eso odian y persiguen a quienes tratan de despertarlos a la cruda realidad. Pero lo cierto es que la verdad no depende de que se la exhiba o se la ignore, y que quienes están sentados sobre un barril de pólvora y no lo saben, deberían agradecer profundamente el oportuno grito de alerta que se les lanza, sin costo alguno para sus bolsillos.