Antorchistas construyen sistema de agua de 30 kilómetros

*Ya se ve diferente en "El Divisadero".


Antorchistas construyen sistema de agua de 30 kilómetros

La Crónica de Chihuahua
Enero de 2014, 23:38 pm

Por Luis Miguel López Alanís

Villa Madero, Michoacán.- El Eje Neovolcánico atraviesa con su cordillera de serranías la parte media de Michoacán, de lado a lado, de oriente a poniente, como una titánica cicatriz, como un tajo de fuego que va sembrando montes y más montes de ígneo origen en cuyas hondonadas se asientan pueblos y ciudades, “entre sierras y montañas y bajo un cielo azul”. Hay vertientes al norte y al sur, por donde escurren ya hacia el Lerma ya hacia el Balsas, las serpenteantes aguas que brotan de los abundantes manantiales de esta tierra generosa.

Pero aún entre el habitual verdor de los cerros que puebla estas alturas, hay escasez de agua para muchas comunidades humanas, alejadas de la mano de Dios, de incógnitos orígenes que solo pueden reconocerse en la pobreza infinita de sus antepasados. Vivir entre el verde de los pinos y padecer sed: eso sólo lo saben los montañeses y los venados.
Y perdido allá arriba, arrinconado en la geografía del municipio de Madero, popularmente conocido como Villa Madero, nombre de su cabecera, se encuentra un lugar que mira al sur, desde el que se ve, cuando hay cielo claro, hacia las honduras de la depresión de Tierra Caliente: "El Divisadero", le dicen.

22 años gestionando la introducción de agua potable

Cuando menos eso platican los que se acuerdan. Comunidad pequeña de apenas 300 habitantes, "El Divisadero" estaba destinado al olvido, a no ser tomado en cuenta para las grandes inversiones públicas. Ya tenían 22 años haciendo gestiones que resultaron infructuosas. Las alternativas eran tres: o perforar un pozo o traer el agua desde una distancia de 30 kilómetros: no había otra fuente más cercana: ambas cosas parecían imposibles. La tercera era quedarse por siempre igual, es decir padeciendo sed. Y para el tamaño de la comunidad, para el número de beneficiarios, nadie, ninguna autoridad consideraba útil hacer cualquiera de las dos obras. Sería una inversión millonaria que no acarrearía votos suficientes para ningún candidato que se preciara de serio. Era preferible que los montaraces se quedaran sin agua y quizá, de vez en cuando, llevarles alguna despensa que mitigara un poco el hambre, alguna laminita de cartón y cobijas baratas que cubrieran, más que el frío, la indolencia y el olvido oficiales.

En busca de una tea que ilumine la oscuridad

Sin nadie que se dignara a tomarlos en serio decidieron acercarse a los antorchistas hace ocho años. Y comenzó la brega incansable que hoy asombra a propios y extraños. Le entraron a Antorcha y la primera activista que logró algo concreto fue Leticia Arroyo Vílchez, con quien, enfrentando al escepticismo oficial, consiguieron el Proyecto Ejecutivo para llevar el agua a su comunidad desde un manantial localizado en la comunidad de Los Tejocotes, ¡a 30 kilómetros montaña arriba! La conducirían sólo por gravedad, rodando el agua dentro de un tubo, no manguera, que iniciaría con 3 pulgadas de diámetro y terminaría en una y media. Parecía una locura. Justificable para una comunidad humana de mayor tamaño, ¿pero para 300! Luego le tocó al ingeniero Rodolfo Lemus poner su granito de arena al guiar a sus compañeros a la consecución de medio millón de pesos para arrancar con la obra en su primera etapa y no faltaron las sonrisas irónicas que pensaron ese dinero como irremediablemente tirado a la basura.

Le entró al quite el activista Marcos Pérez. Los antorchistas de"El Divisadero" y su pleno reforzaron su unión en torno al moreliano de origen y bajo su conducción lograron que el gobierno federal, a través de Conagua, que el gobierno estatal, a través de la Comisión Estatal de Aguas y Cuencas (CEAC) y que el municipal le entraran al proyecto con 4.5 millones de pesos entre los tres niveles, para la segunda etapa. No fue una lucha fácil.

¿Ve usted aquella lomita?

El escepticismo en Conagua y en los otros gobiernos era generalizado. La oposición era abierta. Lo único que la venció fue la persistencia, la tenacidad del grupo antorchista que dio sustento a los reclamos de Marcos Pérez. Conagua no quería autorizar el gasto, pero tres días de manifestaciones frente a sus oficinas les ayudaron a comprender la viabilidad del proyecto. Marcos Pérez recuerda que cuando aceptaron ir a hacer una investigación de campo, los ingenieros se resistían a caminar entre los cerros para ver por dónde pasaría el agua, casa por casa. En particular recuerda haber dicho a uno de ellos “ve usted aquella lomita?, pues hasta allá va a pasar la tubería”, lugar que el funcionario prefirió no visitar y quedarse con el dicho del antorchista. Finalmente autorizaron la segunda etapa: el escepticismo comenzó a tornarse en admiración.

También con Pérez García se avanzó a una tercera y luego a una cuarta etapas que, aunque de menor cuantía, no fueron menos importantes.

Lo inusual

Para Marcos Pérez, algo inusual en esta obra es que la gente de la comunidad, del total de más de 6.4 millones de pesos que en total costó, no pondrá en total más de 250 mil pesos, es decir, una cantidad muy baja. “Esto solo puede ser resultado de una lucha organizada, racionalmente dirigida, pero sobre todo honesta”. El gobierno federal aportó el 70% de la obra, el estatal un 15% y el municipal otro 15%. De esta última cantidad, el pueblo aportó directamente al gobierno la cantidad ya mencionada para que él lo administrara; los antorchistas no administraron un centavo partido por la mitad. “Quien analice esto, quien tenga experiencia de lo que le cuestan al pueblo las obras públicas, sabrá la importancia de lo que estamos señalando”, dijo Pérez García.

Más activistas construyen Michoacán

Ahora se encuentra al frente de este grupo José Vázquez Canseco, quien dirige la lucha de sus compañeros en sus últimas fases, da seguimiento a lo que sus compañeros hicieron y ya prepara otras. Con él, con una inversión total de seis millones cuatrocientos mil pesos y treinta kilómetros de longitud, está por concluirse el sistema de agua potable en "El Divisadero", municipio de Villa Madero, un logro inusitado del Movimiento Antorchista en una de las zonas más rezagadas del Estado.

“Me siento orgulloso de dar culminación a una obra que es producto de los desvelos de muchos compañeros, de su decisión de lucha, de no darse por vencidos ante las adversidades”, subraya Vázquez Canseco, a quien secunda en la región Lizbeth Rosales Sandoval: “A Antorcha no se le va una, asunto al que le entra lo resuelve porque lo resuelve a veces no tan rápido como quisiéramos, pero finalmente lo logramos; y todo porque la gente está decidida a luchar, porque Antorcha es la gente”.

Desde chiquitillo

“Más de treinta años hace que empezamos a gestionar esta obra, recuerdo que yo estaba chiquitillo cuando llegaban los candidatos de diferentes partidos y todos nos decían que sí, que sí nos iban a ayudar para que se hiciera, pero nomás así decían; ya luego, cuando ‘agarraban el hueso’, se olvidaban de nosotros”, declara Adán García Miranda, activista de Antorcha Campesina en la zona quien, en coordinación con los dirigentes de la organización a la que pertenece, ha batallado para conseguir el servicio.

“Después de muchos años de promesas incumplidas, conocimos a los antorchistas y decidimos integrarnos con ellos”, dice, para luchar por esta demanda de primer orden. Fue así que “en el 2005 ganamos el proyecto; al año siguiente se colocaron los primeros dos mil cien metros de la línea de conducción en los que se invirtieron quinientos mil pesos”, recuerda García Miranda.

Sin peros al ranchero rico

A decir del activista, no fue sencillo obtener los recursos pues “las autoridades siempre ponen de pretexto la cantidad de beneficiarios, sobre todo si son gente pobre; pero no se trate de un ranchero rico porque entonces sí, ¡gastan millones de pesos, aunque sea una sola gente la que se va a beneficiar!”, exclama.

En el año dos mil siete lograron un recurso de cuatro y medio millones de pesos con los que se terminó de colocar el tubo de conducción, que tiene la mencionada longitud de treinta kilómetros. Para dos mil ocho, el recurso obtenido fue menor: novecientos mil pesos, con lo que se hicieron ajustes a la línea y se colocaron seiscientos metros de tubería galvanizada. Al año siguiente, se aplicaron cuatrocientos mil pesos en dos ramales: dos kilómetros hacia Palos Altos y uno hacia Las Pilas.

“Cuesta trabajo conseguir las cosas, por eso los funcionarios no quieren entrarle a luchar con el campesino pobre, no se quieren quemar las pestañas”, comenta García Miranda, “pero nosotros no nos hemos dado por vencidos, porque no estamos solos, los antorchistas estamos en todo el país y así, unidos, sí podemos lograr las cosas. ¡La muestra aquí está!”, afirma.

En los últimos tres años, las autoridades no autorizaron ningún recurso a pesar de que ya era poco lo que se necesitaba para concluir, denuncia el activista. Fue hasta el año pasado que se aprobaron seiscientos mil pesos con los que ya se construyó el depósito de agua, así como los registros y las tomas (treinta y tres domiciliarias y tres comunitarias).

De la luna misma

“Nosotros vamos a seguir luchando por todo lo que la gente necesite, aunque los funcionarios digan que sale muy caro; porque la gente es de carne y hueso, y sufre, y más la que es de escasos recursos económicos. Vamos a seguir peleando para bajar recursos de la Federación, del Estado y del municipio, ¡o de la luna misma, hasta que la gente tenga resueltas todas sus necesidades!”, declara enfático Adán García.

Así, después de treinta años de solicitar agua potable, los habitantes de El Divisadero ya vislumbran de cerca el líquido vital, gracias al nuevo sistema que quedará concluido, a más tardar, en quince días.

Lecciones del pueblo

“Nuestra lucha es una lección para todo nuestro pueblo. Nada es imposible si estamos organizados, unidos, conscientes. Si lo chinos construyeron una muralla de miles de kilómetros, si nuestros antepasados pudieron construir gigantescas pirámides, nosotros podemos construir todo lo que queramos, nada puede detenernos. Antorcha gobernará nuestra nación, como dice nuestro himno, y así será. Hoy Antorcha Construye Michoacán es nuestra divisa, porque es una realidad que todo el que quiera puede constatar. En Antorcha luchamos, estudiamos nuestro volante, cooperamos para difundirlo y sacar a más de nuestros hermanos de la ceguera en la que están; acudimos a apoyar a otros compañeros que pasan por las mismas; en Antorcha todos somos un solo hombre. Hemos aprendido que mientras no nos movamos nosotros los gobernantes actuales poco o nada harán, sus múltiples ocupaciones hacen que se olviden de nosotros. Por eso tenemos que luchar sin parar”, así se despide de nosotros Vázquez Canseco, mientras se adentra por el sinuoso camino y en "El Divisadero" se aprestan a invitarle un traguito de agua fresca.