Alfabetización: existen 32 millones de mexicanos en rezago

**Ya sea por no saber leer ni escribir o por no concluir su Educación Primaria o Secundaria.


Alfabetización: existen 32 millones de mexicanos en rezago

La Crónica de Chihuahua
Septiembre de 2013, 11:20 am

México, D.F.- En el Día Internacional de la Alfabetización, y ante la dimensión del problema del analfabetismo en México, expertos afirman que el país tiene una deuda social con hombres y mujeres que no saben leer ni escribir, así como con los analfabetas funcionales (son 32 millones), que por rezago social no han terminado su educación primaria o secundaria.

Estos últimos representan 38.5% de la población mayor de 15 años en el país. “En términos absolutos o relativos la cifra es enorme”, denuncian.

En el primer censo de población realizado en México, en 1895, había 6 millones de analfabetos. “En 118 años no hemos logrado abatir la cifra. Hoy más de 5.1 millones de mexicanos que no saben leer ni escribir”, refieren José Narro Robles y David Moctezuma Navarro, en la investigación titulada Alfabetismo en México: Una deuda social.

El economista David Moctezuma asegura que si no se alcanza por lo menos el tercer grado de primaria las personas olvidan lo aprendido, incluso leer y escribir.

Existen, según datos censales, más de 550 jóvenes entre 15 y 29 años que no saben leer ni escribir en la era de la información y la comunicación.

Analfabetas funcionales

Existen también los llamados analfabetas funcionales, que son aquellas personas que aprenden a leer y escribir pero con el tiempo olvidan esa práctica. Eso ocurre por ejemplo con las personas que sólo estudian hasta el segundo grado de primaria.

Por ello, a los 5.4 millones de personas que no saben leer ni escribir habría que agregar los casi 3.4 millones (también mayores de 15 años) que sólo cursaron los dos primeros años de la instrucción primaria. Se trata, entonces, de 8.8 millones de mexicanos que, en realidad, son analfabetos.

“La cifra es enorme por donde se le vea”, comenta el también investigador titular en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.

A su decir, son grandes los esfuerzos que hay que hacer para abatir el analfabetismo y no se vale que en oficinas públicas se minimice el problema porque dicen afecta más a los viejos, las mujeres o los indígenas.

Laura nunca fue a la escuela Laura tiene 33 años, cinco hijos, y nunca aprendió a leer ni a escribir. Sólo sabe poner su nombre completo, pero no el de sus hijos de 13, 11, 10, nueve y seis años de edad. Además de aprender a escribir el nombre de sus hijos, le gustaría saber escribir la palabra “bordar”. Ella lo hace todo el tiempo, ese es su oficio, lo hace como si escribiera historias atravesando la tela con hilos.

La bordadora confiesa: “Me da mucha vergüenza cuando en la escuela de mis hijos me piden que escriba sus nombres en un papel y no logro hacerlo. En nuestra comunidad todos saben que no sé leer ni escribir, pero en la escuela de mis hijos no quiero que nadie lo sepa”.

Con la esperanza de un futuro más promisorio para sus hijos, Laura ha insistido en que estudien, pero los dos mayores ya desertaron. No estudian ni trabajan.

Isabel se dice marginada

El mayor de sus hijos es quien resuelve las dudas escolares de sus hermanos. “Pero lo tienen que esperar a que llegue de la escuela. No me gusta que vayan a casa de los vecinos a resolver sus tareas; no quiero que se vuelvan dependientes de los demás, como yo lo he sido por no tener muchos conocimientos”.

Isabel intentó incorporase al Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Asistió dos meses a la secundaria pero se embarazó una vez más y dejó sus estudios a un lado. El mayor de sus hijos —el de 16 años— terminó la primaria, pero ya no continuó estudiando por un problema que tuvo con un profesor, quien le dijo: “Mejor póngalo a trabajar y sáquelo de esta secundaria, porque este joven para la escuela de plano no sirve”.